Las Celebraciones Dominicales en ausencia de presbítero. Varios autores
«VERBUM DOMINI»
(Benedicto XVI, 30 septiembre 2010)
Celebraciones de la Palabra de Dios
65. Los Padres sinodales han exhortado a todos los pastores a promover momentos de celebración de la Palabra en las comunidades a ellos confiadas:54 son ocasiones privilegiadas de encuentro con el Señor. Por eso, dicha práctica comportará grandes beneficios para los fieles, y se ha de considerar un elemento relevante de la pastoral litúrgica. Estas celebraciones adquieren una relevancia especial en la preparación de la Eucaristía dominical, de modo que los creyentes tengan la posibilidad de adentrarse más en la riqueza del Leccionario para orar y meditar la Sagrada Escritura, sobre todo en los tiempos litúrgicos más destacados, Adviento y Navidad, Cuaresma y Pascua. Además, se recomienda encarecidamente la celebración de la Palabra de Dios en aquellas comunidades en las que, por la escasez de sacerdotes, no es posible celebrar el sacrificio eucarístico en los días festivos de precepto. Teniendo en cuenta las indicaciones ya expuestas en la Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis sobre las Asambleas dominicales en ausencia de sacerdote,55 recomiendo que las autoridades competentes confeccionen directorios rituales, valorizando la experiencia de las Iglesias particulares. De este modo, se favorecerá en estos casos la celebración de la Palabra que alimente la fe de los creyentes, evitando, sin embargo, que esta se confunda con las celebraciones eucarísticas; es más, «deberían ser ocasiones privilegiadas para pedir a Dios que mande sacerdotes santos según su corazón».56
Además, los Padres sinodales han invitado a celebrar también la Palabra de Dios con ocasión de peregrinaciones, fiestas particulares, misiones populares, retiros espirituales y días especiales de penitencia, reparación y perdón. Por lo que se refiere a las muchas formas de piedad popular, aunque no son actos litúrgicos y no deben confundirse con las celebraciones litúrgicas, conviene que se inspiren en ellas y, sobre todo, ofrezcan un adecuado espacio a la proclamación y a la escucha de la Palabra de Dios; en efecto, «en las palabras de la Biblia, la piedad popular encontrará una fuente inagotable de inspiración, modelos insuperables de oración y fecundas propuestas de diversos temas».57
II. ESTUDIOS Y REFLEXIONES
INTRODUCCIÓN
En este capítulo ofrecemos algunos estudios y reflexiones sobre las ADAP. Los dos primeros son dos interesantes artículos anteriores al Directorio: el de Mn. Xavier Parés, que en el año 1980 ya recogía las experiencias de Francia y aportaba criterios para unas posibles ADAP; y el de Mons. Piero Marini, escrito poco antes de la publicación del Directorio, que apunta las principales intuiciones que después recogerá el documento oficial y que mantienen toda su vigencia. A continuación, dos artículos muy importantes: los comentarios que hacen al Directorio los obispos Pere Tena y Julián López, justo cuando acababa de ser publicado.
También incluimos una interesante propuesta pastoral en la diócesis de Zaragoza, una sencilla pero vivida experiencia en la comarca del Penedés, y el capítulo que a las ADAP dedicó el padre José Aldazábal en su libro sobre los ministerios. A continuación, el autor de este Dossier CPL, Xavier Aymerich, recuerda los criterios que hay que tener en cuenta para aplicar correctamente las ADAP en nuestras diócesis.
Finalmente, recogemos algunos comentarios recientes sobre la experiencia de las ADAP en aquellos lugares donde ya se han empezado a desarrollar. Puede sorprender el artículo de Mercè Solé en que explica un caso vivido en la Cerdaña francesa, pero la realidad es que se pueden dar soluciones diversas a una misma problemática y, por esto, está bien conocerlas, valorarlas y tomar nota para aplicar lo más conveniente en cada caso.
LAS ASAMBLEAS DOMINICALES EN AUSENCIA DE PRESBÍTERO58
Xavier Parés
Introducción
Uno de los problemas pastorales que se plantean en la Iglesia de hoy, es el modo o forma de la celebración dominical o Día del Señor.
El domingo es el día del encuentro de la asamblea cristiana para alabar a Dios. Desde los inicios del cristianismo sabemos que la comunidad se reunía en domingo, día de la resurrección del Señor. Fue la misma Iglesia quien más tarde puso el precepto dominical para el bien espiritual y el cultivo de la fe de sus miembros.
La reorganización del mundo moderno y su nueva forma de vivir, junto con la problemática de escasez de sacerdotes para que puedan celebrar las Eucaristías dominicales, está planteado a nuestra Iglesia un grave problema pastoral con múltiples interrogantes a clarificar y responder:
La falta de sacerdote que presida la asamblea dominical ¿dispensa de tal encuentro semanal?
¿Deben las comunidades cristianas reunirse sin su pastor que las preside, o es mejor que se unan a otras comunidades vecinas?
¿Puede un religioso, religiosa o un equipo de laicos sustituir la presencia del presbítero? ¿Qué condicionantes se requieren?
¿La Iglesia aprueba este tipo de asambleas?
¿Cómo atender y animar la fe de las comunidades cristianas de la diáspora?
¿Puede esto influenciar en la disminución de la práctica dominical?
¿Cuál es la determinante, y qué Iglesia se «construye» con este tipo de asambleas?
¿Existe unidad con la Iglesia universal, y entre celebración y evangelización?
¿Puede esto ayudar a la responsabilidad de los laicos en la Iglesia?
¿Sería preferible buscar otras soluciones, como por ejemplo, una mayor movilidad de los sacerdotes o de los mismos fieles cristianos, buscar diáconos auxiliares, etc.?
Estos y muchos otros interrogantes y problemas nos plantea la celebración dominical dentro de la pastoral de hoy.
El cardenal Knox, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, ya en el año 1974, en un informe a los Padres Sinodales, les hablaba de este tipo de celebraciones, insistiendo que es un deber de los obispos, principalmente de los que tienen pocos sacerdotes, el cuidar que queden bien atendidas espiritualmente sus comunidades. El cardenal prefecto decía que a menudo no se hace nada, y poco a poco puede perderse la fe. Asimismo hablaba de iniciativas, de experiencias y posibilidades entre las que citaba concretamente las Asambleas dominicales en ausencia de presbítero (ADAP), y prevenía del riesgo o peligro de confusión en el espíritu de los fieles, sobre todo entre la celebración sacramental y la no sacramental, entre la Eucaristía y la simple acción de gracias. Por ello pedía un estudio atento, a fin de que los obispos puedan ofrecer principios generales en materia de la pastoral y liturgia de estas celebraciones.59
Un año más tarde en un periódico católico de Italia, el mismo cardenal Knox, reafirmaba estas ideas, y hablaba de los diversos ministerios concedidos a los laicos. Decía que con la base de iniciativas y posibilidades recogidas a través de una encuesta, la Sagrada Congregación estudiaba el problema a fin de dar directrices y modelos de celebraciones presididas por laicos.60
Los obispos franceses hace cinco años (1975) expusieron este problema a Pablo VI. Él les contestó: «Avanzad con discernimiento, pero sin multiplicar este tipo de asambleas, como si fuera la mejor solución y la última novedad». Esta es la forma como van avanzando los obispos franceses, buscando lo mejor para cada caso y circunstancia. Valorar la asamblea dominical y la responsabilidad de los laicos pero también valorar la necesidad de la misión específica de los presbíteros y, sobre todo, la importancia esencial de la Eucaristía.
A partir de los documentos que ha publicado sobre dicho tema el episcopado francés61 y la Congregación para el Culto Divino (ahora Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino), intentamos presentar una reflexión que basándose en la actual teología eclesial, pueda descubrir los valores de dichas ADAP, para poder deducir algunas cuestiones prácticas y constatar sus condiciones principales.
1 Base teológicaUna comunidad cristiana parroquial no existe por el mero hecho de que en un pueblo haya sacerdote, sino por la fidelidad y perseverancia de un grupo de creyentes que forman comunidad. El rol del presbítero será