Terapia de la posesión espiritual. José Luis Cabouli

Terapia de la posesión espiritual - José Luis Cabouli


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No sé qué hay más allá, a eso me refiero.

      T: Yo te voy a explicar algo diferente. El espíritu vuelve muchas veces a la Tierra a tomar distintos cuerpos para seguir aprendiendo y para seguir evolucionando.

      R: Cuando volvemos a la Tierra, ¿para qué volvemos, dijo?

      T: Vuelves a ocupar otro cuerpo, un cuerpo nuevo.

      R: ¿Quién me pone en este cuerpo, quién me manda?

      T: Te aconsejan los guías espirituales. ¿Quieres conocerlos?

      R: Sí, ¿por qué no?

      T: Para conocerlos tienes que estar dispuesto a dejar este lugar y ascender hacia la Luz.

      R: Mi pregunta se refería a por qué me mandan y quién me manda nuevamente a la Tierra.

      T: Te mandan a aprender nuevas experiencias. Como médico, ¿qué especialidad tenías?

      R: Odontólogo.

      T: Tú sabes que existen tantas cosas para estudiar que una vida no alcanza. Seguramente tuviste otras vidas antes de ser odontólogo y probablemente ya estarías vinculado con la ciencia médica. Dios nos da la oportunidad de tener varias vidas para que en cada una de ellas uno vaya aprendiendo un poco más y…

      R: ¿Es eterno?

      T: Es eterno hasta el día en que vuelves a unirte a Dios.

      R: Y entonces, ¿qué haces? (¡Qué pregunta!)

      T: Imagino que el día en que llegas a unirte con Dios participas del orden creador. Ese es el motivo de tener que venir a la Tierra en vidas sucesivas para ir perfeccionándose, para poder llegar a ese momento sublime en el que te unes definitivamente a la Luz.

      R: Pero si no estoy vivo y tampoco estoy en la Luz, ¿dónde estoy?

      T: Estás en los planos inferiores. ¿Te gusta dónde estás?

      R: Creo que si mi nieto viviera en Mar del Plata sería perfecto.

      T: ¿Y si pudieras tener un cuerpo nuevo?

      R: ¿Un cuerpo nuevo?

      T: Claro, ¿no sabías que podías tener un cuerpo nuevo?

      R: ¿Cuándo y cómo? —con tono de interés.

      T: Cuando llegues a la Luz, podrás hablar con los guías y ellos te darán la oportunidad y el cuerpo que necesitas para las nuevas experiencias que quieras vivir. Podrás ir a Mar del Plata con tu propio cuerpo, sin necesidad de vivirlo a través del cuerpo de otro. ¿No sería mejor que tuvieras tu propio cuerpo para ir a Mar del Plata?

      R: Sí, por supuesto, pero, ¿cuándo?

      T: Cuando tú quieras, pero previamente tienes que dejar ese lugar donde estás, tienes que entrar en la luz y, entonces, los guías espirituales te van a preparar para tu nueva vida.

      R: Es fantástico. Sería fabuloso tener un cuerpo, pero, ¿cómo sé yo que me van a mandar a Mar del Plata? ¿Podré ir a Mar del Plata?

      T: Bueno, tú eliges. Si tú eliges encarnarte en la Argentina, en cualquier momento puedes ir a Mar del Plata.

      R: Y eso, ¿lo decido yo? ¿Encarnarme en Argentina, en Brasil? Te digo Brasil porque estuve allí. (Ya entramos en confianza.)

      T: Lo decides tú con el consejo de tus guías.

      R: En base a ese consejo, yo, ¿puedo elegir?

      T: Puedes elegir.

      R: Si por ejemplo, voy a dar un ejemplo, si a mí me dicen que vaya a un país que está del otro lado de Mar del Plata, ¿puedo, pese al consejo de esos guías, decidir tomar un cuerpo para poder ir a Mar del Plata? (Parece que Mar del Plata es su obsesión.)

      T: Los guías te aconsejarán sobre lo que ellos evalúan que es mejor para vos, pero la decisión final es tuya. Los guías te aconsejan, tú tomas la decisión.

      R: ¿Y dice que yo puedo tomar el cuerpo que quiera?

      T: El cuerpo que sea más adecuado para vos.

      R: Bueno, obviamente voy a tratar de tener el cuerpo de un hombre atlético.

      T: Entonces, si estás dispuesto, yo te propongo ayudarte a que llegues a la Luz. ¿Quieres hacer esta prueba? ¿Quieres ir a la Luz?

      R: Sí.

      T: Entonces vamos a pedirle a Dios que te otorgue la gracia de ver la Luz en este día. “Humildemente, Señor, te imploramos, en tu infinito amor, que nos otorgues la gracia que te pedimos. Te rogamos que permitas que el alma de Ramiro, tu hijo, pueda encontrar el camino de regreso a la Luz. Abre las puertas de tu Reino, Señor, para que Ramiro pueda regresar al seno de tu gloria”.

      R: Siento una claridad a mis pies.

      T: Muy bien, sigue avanzando, no tengas temor que yo estoy a tu lado.

      R: No se vaya, Señor. ¡Por favor, que la Luz no se vaya! ¡Se corre! —con desesperación.

      T: Tranquilo, te está marcando el camino. ¿Qué estás viendo?

      R: Un fondo negro con una puerta rectangular de color blanco. De la puerta sale un haz de luz que ilumina partículas como si éstas estuvieran en suspenso.

      T: Acercate a la puerta que te están ofreciendo.

      R: Está lejos… ¡ahí está otra vez! Por favor, Señor, ¡ayúdame! ¡Ahí está! Siento un calor que me envuelve. Me duele la cabeza, estoy muy cerca de la puerta. ¡Hay gente!

      T: Mirá a través de la puerta.

      R: Es como un ángel, ¿puede ser?

      T: Claro que sí. Es el ángel que te está enviando Dios.

      R: Ya estoy muy cerca. Es como si ese ángel estuviera esperando para escoltarme. Tiene una espada que brilla mucho, como si fuera de fuego. Sí, es una espada de luz muy intensa. Todo es de color blanco y, ahora, se torna de color celeste.

      T: No tengas temor. Dejá atrás la oscuridad y entrá al mundo nuevo que se abre ante ti.

      R: ¡Aaah! —largo suspiro—. ¡Entré! Ese ángel tiene un aspecto muy imponente. Antes de entrar, parecía que podía destruir cualquier cosa. Ahora es como si colocara una mano sobre mi hombro y me acompañara como a un amigo. No sé adónde vamos.

      T: Tranquilo, dejate llevar. ¿Comprendés ahora que todo eso era cierto?

      R: Sí, hay mucha paz, mucha tranquilidad. Ahora me doy cuenta de una cosa.

      T: ¿De qué te das cuenta?

      R: Me doy cuenta de que Teresa me molestó mucho aun después de muerto porque siempre me invocaba en sesiones espiritistas. Ahora me siento lejos de ella, ya no puede hacerme nada. (¡Qué detalle!, ¿no es cierto?)

      T: Perdonala porque no sabía lo que hacía, así como Jesús perdonó a quienes lo crucificaron. Es lo último que te queda por hacer, perdonarla completamente.

      R: Sí, la perdono. Yo ya estoy bien, ¡qué me importa!

      T: Entonces, agradecele a Dios que te ha permitido entrar en la Luz. De ahora en más tendrás un nuevo camino para seguir. ¿Comprendés ahora la verdad?

      R: Comprendo que hay una luz como dijo usted. Ahora falta un cuerpo para ir a Mar del Plata. (Elemental, Watson.)

      T: Lo vas a tener, pero antes de tomar el cuerpo para ir a Mar del Plata lo correcto es que planifiques tu vida y todo lo que vas a hacer en tu vida. No vas a venir sólo para ir a Mar del Plata, ¿no es cierto?

      R: No, por supuesto. Ahora estoy muy tranquilo.

      T: Y yo estoy muy contento porque has encontrado la Luz. Te propongo que te quedes ahí, en la Luz, y que dejes a Ramiro. Si querés podés escuchar la armonización que le haré a Ramiro.

      R: No me interesa porque Ramiro es mi nieto


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