Constelaciones familiares. Marcelo Luis Ducruet

Constelaciones familiares - Marcelo Luis Ducruet


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cuando observa lo que ocurre en las Constelaciones del espíritu quizás siente miedo porque de repente algo totalmente diferente se pone en movimiento, algo que no se podía imaginar ni podía pensar con anterioridad. Se muestra un movimiento del espíritu. Esto trae de inmediato a la luz lo que había sido ocultado o excluido, sin que se haya mencionado nada sobre ello.

      Estos movimientos se perciben solamente cuando los representantes se mantienen sin intenciones. En el momento en que un representante tiene la intención de llegar a algo, ya no está en resonancia con el movimiento del espíritu. Entonces la concentración baja en seguida, también en el grupo.

      Los movimientos del espíritu son muy lentos. Cuando alguien se mueve de forma rápida se sabe que ya no está en resonancia con un movimiento del espíritu. Cuando facilito una Constelación familiar del espíritu, yo también me pongo en resonancia con los movimientos del espíritu, yo también sin intención y sin miedo. Por esto puedo a veces decir cosas que van más allá o hacer a un representante decir cosas decisivas, sin que me invente estas palabras. Las frases que entonces me llegan o los pasos que debo dar me vienen impuestos.

      (…)

      Un trabajo constelativo desde la mirada de los movimientos del espíritu

      El movimiento que compartiré a continuación parte de la inquietud de una paciente que desde hace tiempo transita el camino de las Psicoconstelaciones.

      Es importante destacar que me refiero a una persona con un recorrido interno importante, y sus movimientos han ilustrado alguno de los casos del presente libro.

      Como en cada oportunidad, la necesidad de realizar un trabajo constelativo se debe principalmente a cierta inquietud, cierta manifestación sutil que precisa una indagación en los tiempos pretéritos y en situaciones que responden a una reflexión acerca de una concepción de la vida y de los procesos internos.

      Llegado el momento de la Psicoconstelación, el tema a trabajar se configuró así: Una verdad que necesitaba ser desvelada.

      Un movimiento planteado de esta manera, desde los movimientos del espíritu, requiere que quien trae el tema tenga una gran apertura de consciencia para ingresar en un espacio donde quizás esta verdad se manifieste de forma poco clara. Es decir, el mensaje podría aparecer con matices metafóricos, encriptados.

      Como en este caso puntual, dentro del grupo, asistieron dos personas que se iniciaban en el camino de las Psicoconstelaciones, consideré importante hacer una introducción para que pudieran estar atentos a lo que se manifestaría, ya que no tenían experiencia previa en este tipo de elaboraciones y era necesario que se mantuvieran no solo atentos y con actitud de entrega, sino además con la suficiente “permeabilidad” para ser tomados amorosamente por el movimiento.

      La paciente elige para representarla a Cristina, miembro del equipo. Ella, una vez ubicada en el espacio, se toma el tiempo suficiente para poder entrar en resonancia con lo profundo que lentamente se manifestará.

      Lo primero que hace es decirnos que se siente como en otro tiempo y rodeada por muchos seres, por un grupo numeroso.

      Cristina: —Tengo una opresión en el pecho y mucho calor. Ese calor está situado adelante. Veo fuego… es una fogata.

      Si bien no lo planeé conscientemente de esta manera, sentí con claridad que este movimiento lo haríamos solo con los miembros del equipo, lo cual como verán a continuación fue corroborado.

      Se fue creando entre nosotros un campo común de resonancia, una conciencia común donde pudimos ir viendo las mismas imágenes y compartiendo el mismo sentir.

      Yo: —Así es —intervengo—, hay muchas personas atrás tuyo. Adelante hay un gran fuego.

      Cris: —Las personas están vestidas con túnicas —vacila un momento—. No, no son túnicas, están vestidas de época.

      Tal como en un ajedrez mágico, fuimos tomados por el movimiento e incluidos lentamente en el espacio, cada uno en un lugar específico.

      En ese momento, Ivana, también miembro del equipo, interviene.

      Ivana: —Tengo una opresión en el pecho… hay una persecución… creo que están buscando a alguien —se incorpora.

      También lo dicen Silvina y Valeria, todas personas del equipo.

      Ivana comienza a llorar y, entre sollozos, nos dice que no entiende qué está ocurriendo.

      Silvina también confirma ese sentir; sin embargo, percibe un sufrimiento entre todos los presentes. Siente que ella, en esa imagen, es chica, muy chica para tener consciencia de lo que está pasando. Se encuentra alarmada, intuye peligro y la inminencia de que algo grave está por ocurrir.

      Valeria se toma la cabeza y llora porque siente una angustia irrefrenable.

      Como en cada movimiento, la imagen es clara. Todo lo puedo ver como en una película en acción, pero también prefiero prudentemente no mencionar determinados detalles que podrían interferir en el movimiento. Es necesario dejarnos envolver por esa atmósfera, ese acontecimiento que se está desarrollando.

      Todos los involucrados estábamos viendo exactamente lo mismo, tal como luego lo compartimos en el intercambio privado que hacemos como grupo de trabajo.

      Sabía que la escena se trataba de un lugar del cual debíamos salir. Era demasiado traumática para vivenciarla.

      La escena era la siguiente: me hallaba ante un pueblo expectante, esperando que el condenado/a llegara y fuera puesto/a en una hoguera.

      Detengámonos aquí y vamos a imaginar que utilizamos un giratiempos y nos remitimos un paso atrás en esta escena, porque Cris entra en contacto con su sentir y da un paso atrás. Casi como en los relatos de ciencia ficción, automáticamente, la escena cambia. Estábamos en otro momento del mismo relato.

      Yo: —¿Pueden sentir que estamos en otro momento?

      Todos asienten.

      Yo: —¿Pueden ver que estamos en otra escena?

      Vuelven a asentir.

      Cris: —Igual, no me siento tranquila. Sigo con miedo y sensación de peligro.

      Ivana: —Me parece que algo va a pasar. Estoy muy angustiada.

      Yo: —En esta escena no estamos seguros. Algo sucederá, pero tenemos tiempo. Debemos quedarnos tranquilos pues vamos a tener el tiempo necesario como para entender qué sucede aquí.

      Veo con claridad que esta imagen no es un lugar adecuado para quedarse, por lo que los invito a todos a rebobinar, a que demos un paso atrás en la escena. Es importante en mi caso sentir certeza como facilitador y guía, porque esto nos mantiene unidos y confiados en que estamos siendo llevados hacia distintas imágenes vividas. Las sentimos en cada célula. Todo nuestro cuerpo vibra en la magia de ese tiempo. Nos sentimos parte de una historia en movimiento. Somos parte de la película, no hay diferencia entre lo que estamos viendo y el lugar en el que estamos en realidad. Todo se funde en una imagen aunque sabemos que estamos en dos planos y podemos sentir con claridad a ambos.

      Para mantener la fidelidad de este relato tal como fue vivenciado relataré los hechos con la cronología exacta de lo que fue ocurriendo.

      El cuadro que todos veíamos era el de un pueblo o ciudad atravesado por calles de tierra y adoquines que eran transitados por hombres y mujeres con ropas de aproximadamente quinientos años atrás. Todos estaban caminando y comprando, trabajando, es decir, haciendo sus tareas cotidianas.


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