Atrapamiento y recuperación del alma. José Luis Cabouli
Dejarás que tu cuerpo haga todo lo que necesite hacer para terminar con todas estas sensaciones para siempre. Uno, dos, tres.
N: ¡Ugh! ¡Hijo de puta! ¡Sabía que eras vos!
T: Eso es, dejá salir todo eso, ¿hasta dónde llega el cuchillo?
N: ¡Hasta adentro! ¡Ahhh!
T: ¿Qué siente el cuerpo cuando entra el cuchillo?
N: Se corta todo, el cuerpo, la panza, el estómago, los intestinos, ¡ahhh!
T: ¿Qué sienten los músculos cuando entra el cuchillo?
N: Se contraen y después se revientan… ¡ahhh!
T: ¿Y qué le pasa al resto del cuerpo? ¿Qué pasa con las piernas y los brazos?
N: Se contrae todo, ¡ahhh!
T: Eso es, sentí los pulmones, el corazón…
N: ¡Uhhh!
T: Y fijate en la mirada de ese hombre, ¿qué te dice con la mirada?
N: “Yo te puedo, yo te puedo.”
T: Y fijate, ¿cómo es la mirada de ese hombre?
N: Es como la de mi exesposa.
T: Y esto de “yo te puedo”, ¿cómo te está afectando en tu vida como Nicolás? ¿Qué te hace hacer?
N: Es como si no tuviera derecho a defenderme, pero es otra la situación.
T: Y esto de “yo te puedo”, ¿qué te impide hacer?
N: Me impide defenderme. Pero no necesito renunciar a mí para defenderme. No soy culpable, no soy culpable.
T: Muy bien, ahora le vas a decir a ese ser que te mató a traición todo lo que no pudiste decirle en ese momento. (Aquí está el otro ejemplo de manifestar lo que no se pudo decir en el momento original.)
N: ¡No soy culpable! ¡Estoy harto de matar y de morir, de saquear y de violar! ¡Estoy harto de reventar y de destruir! ¡Hay otro mundo! Hay otro cielo, hay otras cosas. ¡Basta ya! ¡Matar y morir! ¡Matar y morir! ¿Hasta cuándo? Los dioses, los dioses, ¿qué saben los dioses? ¡Qué dioses ni qué ocho cuartos! ¡Estúpido! ¡No creas en los dioses! Solo creé en vos; ya basta de violencia, ya basta de matar y de morir. ¡Basta!
T: Eso es.
N: ¡Y no tenés derecho a matarme! ¡Yo no combato! ¡Nada más! No los traiciono. Me voy yo, por mí, a mí (sic). Simplemente no combato. Hacé lo que quieras. ¿Querés ser el líder? ¡Sé el líder! No me preocupa. Yo me voy, quiero encontrar otro cielo.
T: ¡Y quiero que me devuelvas la energía que me robaste!
N: ¡Y quiero que me devuelvas la energía que me robaste! ¡La energía que me robaste con ese cuchillo de mierda que yo te regalé, hijo de puta! ¡Ese mismo cuchillo que yo te di cuando te inicié como guerrero! ¡Ese mismo cuchillo me lo devolvés con toda la energía que me sacaste! ¡Y vos no podés nada! ¡Inútil! ¿No te das cuenta? Sos como todos los demás guerreros, solo se reflejan unos con otros. Buscan la violencia unos con otros, se alimentan unos con otros y buscan matar y morir, y se tiene que terminar eso. Alguien tiene que empezar, hay otro cielo, hay otra tierra.
T: Muy bien. ¡Quiero mi energía ya, ahora mismo!
N: ¡Quiero mi energía ya, ahora mismo! ¡Yo tomo lo que es mío, lo que me corresponde! ¡Me la devolvés! ¡Ahhh!
T: Muy bien. Asegurate de recoger toda tu energía de ese cuerpo y vas a sacar a tu alma de ese cuerpo, tomando consciencia de que ese otro cuerpo también se murió y de que ya nada de eso te pertenece. Comenzarás a alejarte de allí y llevarás esa parte de tu alma a la Luz.
N: Era un buen cuerpo —susurrando—. Mmm…
T: Alejate de allí; ya nada de eso te pertenece. Avisame cuando estés en la Luz.
N: Me está esperando un sacerdote druida. Me dice que vaya con él. Me está esperando para entrar al Cielo. Me recibe, me abraza… Vamos como entre nubes hacia una luz brillante, amarilla. Ahí está todo bien.
T: Muy bien, ¿hay algo más que quieras agregar?
N: No, siempre es la Luz, hay que buscar la Luz. Siempre está la Luz, tenemos que buscarla y encontrarla.
T: Muy bien, dejarás que tu alma descanse allí, en la Luz y elegirás un color para traer una nueva vibración a tu vida como Nicolás. ¿Qué color necesitarías?
N: Rosa, ¡qué color raro! —sorprendido.
T: Muy bien. Comenzarás a respirar el color rosa tomando consciencia de que ahora estás vivo respirando en tu cuerpo como Nicolás. Éste es otro cuerpo, es otra experiencia y es una nueva oportunidad para tu alma. Lentamente, en cada latido, en cada respiración, el color rosa se va procesando en tu interior, en cada átomo, en cada partícula y en cada célula de tu ser. A medida que el color rosa se va procesando en todo tu ser yo voy a suturar las heridas del pasado. Sintiendo el color rosa que va recorriendo todo tu ser; la cabeza, el corazón, los pulmones, los brazos, las piernas, tus órganos abdominales, la columna, los músculos. Ahora todo tu ser está vibrando en la frecuencia del color rosa y lentamente, a tu tiempo, cuando vos lo decidas, abrirás los ojos y eso hará que regreses aquí, a tu conciencia física como Nicolás a este día jueves 24 de noviembre del año 2005.
N: ¡Ahhh! ¡Qué lindo el color rosa! Es la primera vez que siento el color rosa.
Para cerrar el trabajo terapéutico siempre hacemos una armonización sobre la base de un color elegido por el paciente. Esta armonización es necesaria para situar en la conciencia del aquí y ahora a la persona que ha estado trabajando en una realidad no ordinaria. Por el mismo motivo mencionamos la fecha, para terminar de ubicar al paciente en su conciencia física habitual. En el resto de las experiencias que veremos en este libro he suprimido la armonización para abreviar el texto.
La sutura de las heridas del pasado se debe a que, a nivel del alma, queda la impronta del corte como una interrupción del flujo de la energía. Esto es más evidente cuando hay cortes con armas blancas, como cuchillos, espadas, etc., incluyendo las heridas de intervenciones quirúrgicas. También ocurre en heridas por armas de fuego. El caso más dramático es en la decapitación, ya que en este caso el corte es total y secciona la médula espinal. Esta sección puede manifestarse clínicamente como una sensación de desconexión o de estar dividido entre la mente y el corazón. No sé cómo ocurre esto, pero lo cierto es que después de hacer la sutura, esta sensación desaparece. La sutura restablece el flujo de la energía. De manera que siempre que haya heridas cortantes, tanto en experiencias de vidas pasadas como en la vida actual, al momento de realizar la armonización se debe efectuar la sutura de la herida, simulando el cierre de una herida quirúrgica.
Inmediatamente luego de terminada esta sesión, Nicolás sacaba sus conclusiones.
El rol de líder te obliga a hacer determinadas cosas, pues los demás esperan algo de vos, y lo tremendo ocurre cuando ya no querés seguir más en ese rol y el otro no lo quiere aceptar. Vos querés terminar con el rol de líder y los otros no te dejan. Es un entramado del cual no hay escapatoria. Irte del rol o de las expectativas de los otros puede tener la sensación de tierra devastada, y puede costarte la vida o la traición, pero yo no soy culpable de querer otra cosa, es mi derecho. Bueno, eso es lo que estoy ejerciendo ahora. Estoy ejerciendo mi derecho a querer otra cosa. Entonces, por un lado puede existir la sensación de tierra devastada y de la traición y, al mismo tiempo, tener la convicción de seguir adelante.
Luego de seguir el desarrollo de esta sesión, ¿queda alguna duda de que Nicolás era un gladiador? Se puede pensar que Nicolás pudo haberse inspirado en imágenes de películas, pero vivirlo y sentirlo es una cosa totalmente diferente. La vivencia de Nicolás cuando describe sus movimientos y los de su contrincante durante el combate provienen de alguien que yo llamaría un profesional en ese arte y doy fe de que Nicolás en esta vida no tiene nada que ver con un gladiador. Por otra parte, mientras revivía la experiencia del combate,