La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991. Jorge Eliécer Guerra Vélez

La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991 - Jorge Eliécer Guerra Vélez


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– Ejército del Pueblo (farc-ep) se han transformado en partido político, y cuando un candidato de izquierda ha estado como nunca antes ad portas del solio presidencial. Sin duda en adelante los trabajos concernientes a la política y los partidos incluirán el acaecer de esta nueva fuerza. Lo que de pronto olvidan algunos lectores de estas páginas es que en la paz con esa antigua organización armada y el progresivo ensanche del sistema político fue decisiva la labor de la izquierda legal y reformista. La bibliografía al respecto es exigua —como de por sí lo es la del conjunto de las organizaciones partidistas colombianas—; los estudios al respecto se han dosificado en abordar las guerrillas, los movimientos sociales, los sindicatos y una que otra elaboración de tipo conceptual que casi ha derivado en programas políticos. Se percibe sin embargo un renovado interés en razón de la importancia que algunas organizaciones han tenido en la escena electoral reciente, aunque tales elaboraciones no superan las del tipo artículo, crónica periodística y capítulo de una obra colectiva. Los libros concluyentes son contados, y son la mayoría de las veces producto del empeño de las organizaciones por dar cuenta de sí mismas, o del interés particular y entusiasta de un dirigente o militante. Un ínfimo número se deriva de los resultados de un proyecto adscrito a un centro de investigación o en el marco de una maestría, un año sabático o un doctorado, siendo el tratamiento en los diferentes casos concomitante con las coyunturas; con los periodos electorales, comprensible dado que allí se tasa si no la existencia al menos la consolidación de toda organización partidista; con las olas de violencia, donde se enumeran sus víctimas, la descreencia de su fuerza, los riesgos que corren; y por fortuna, con la cotidianidad, en la que las crisis sociales o políticas, internas o externas, llevan a que sean transcritas las propuestas, réplicas o responsabilidades de los partidos o los movimientos de izquierda. Pero algo fehaciente es que no ha sido mucha, por no decir nula, la preocupación científica por el quehacer de estos procesos cuando no están en campaña electoral; es como si se olvidase que al siguiente día de los comicios se enfilan baterías para los venideros; de cuáles condiciones sociales, expresiones ciudadanas u objetivos alientan y modifican el itinerario partidista; del cómo el sistema de partidos, electoral, o de gobierno incide para que numerosas personas animadas por una voluntad o una propuesta de cambio o de continuidad decidan agruparse; de qué ambiciones mueven a sus dirigentes; del tipo de organizaciones inherentes a la sociedad colombiana.

      Con justeza debe precisarse el grado de responsabilidad o los errores en los que ha incurrido la izquierda colombiana en el momento de buscar consolidar un proyecto político y de envergadura. Se cuentan así las animadversiones en que han entrado algunas organizaciones que la encarnan cada vez que se congregan en una coalición electoral o coordinación política y las exaltaciones y las condiciones que condujeron a que un nutrido grupo de personas a ella afines optasen por tomar las armas, creyendo de esa manera acelerar las reformas o los cambios que estiman necesarios para transformar el estado de cosas. Es frente a esto último que los diferentes gobiernos no han titubeado respondiendo mediante el uso de la fuerza de la que tienen legal potestad, o acudiendo a la barbarie y las operaciones encubiertas. No es sesudo precaver la influencia de las escasas hazañas armadas que con un cierto éxito se han producido en el extranjero, solo que en regímenes democráticos, que muy a pesar de sus imperfecciones celebran el voto universal y secreto, que cuentan con un parlamento representativo de algunas de sus fuerzas sociales políticas, el triunfo de la izquierda revolucionaria es habitualmente quimérico. Asimismo, es desde afuera que han llegado ante grupos de intelectuales y de jóvenes y ante organizaciones partidistas, campesinas u obreras los argumentos y esos aires de transformación de los que se han valido para confrontar al establecimiento y a las elites criollas, para elaborar programas e interpretaciones de la realidad nacional. Sin embargo, investigar sobre todo lo anterior implicaría elaborar la historia de la izquierda colombiana, con todas sus variantes, lo cual sobrepasa los propósitos y límites de este libro.

      Reanudando con la Carta Política, es menester transitar a uno de los interrogantes a los que aquí se intenta responder y que va en dos sentidos: ¿Acaso el hecho de que las organizaciones de la izquierda legal y reformista puedan contar con unas garantías mínimas sin las cuales su renacer y la posibilidad de desenvolverse con mayor soltura seguramente tambalearían no es uno de los efectos trascendentales de la Constitución Política de 1991? ¿No es en parte producto de la actividad, la presencia y las proyecciones de ciertas organizaciones que componen el campo en mención que la Constitución en su aspecto social, según la expresión de algunos, pero también en sus enunciados político y económico siga vigente? Nada novedoso hay en afirmar que el régimen político se edificó a imagen y semejanza de dos colectividades que funden su advenimiento en el nacimiento mismo de la República colombiana; empero, debe subrayarse que hasta el ocaso del siglo xx la


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