Los caminos de la música. Rodrigo De la Mora Pérez Arce
y espacio se han creado necesariamente mediante prácticas y procesos materiales que sirven para reproducir la vida social (1998 [1990], p.228)
ESPACIO COMO REGIÓN CULTURAL
Quizá uno de los modelos más complejos y al mismo tiempo más completos para el estudio de las relaciones sociales en una región determinada es el propuesto por Lomnitz en su obra Las salidas del laberinto. Cultura e ideología en el espacio nacional mexicano (1995). El trabajo de este autor se distingue por plantear un modelo de comunicación entre diferentes grupos de identidad en un campo social de poder regional, es decir, se trata de un modelo de análisis de la configuración de la hegemonía espacializada.
El objetivo central del modelo de Lomnitz es explicar la complejidad de la cultura nacional mexicana y el manejo de la hegemonía cultural, a partir del análisis de la conformación y formas de interrelación entre el estado nacional y las diversas regiones culturales que lo conforman, lo cual implica un grado significativo de complejidad. Partiendo de la reflexión crítica desde lo limitado de los modelos clásicos o “lineales” sobre región, propone un enfoque multidimensional y complejo para explicar cómo al interior de las regiones culturales —que sumadas y en interacción, integran la cultura nacional—, se dan diferentes formas de interrelación entre grupos de identidad y clases sociales.
Son varios los conceptos que el autor ha acuñado para estructurar su modelo de análisis. A continuación, los expongo una descripción abreviada. (26) Desde su perspectiva y recuperando los aportes para el análisis de la cultura propuestos por Raymond Williams (1977), Lomnitz entiende por región cultural a aquel “espacio que se articula a través de un proceso de dominación de clase” en el cual “se subyugan grupos culturales, se crean clases o castas, y estas clases o castas se ordenan en un espacio jerarquizado” (Lomnitz, 1995, p.46). Paralelamente, expone que al interior de una región cultural, existe en su interior una cultura regional, la cual define como el “conjunto de manifestaciones reales, regionalmente diferenciadas, de la cultura de clase [...] que se produce a través de las interacciones humanas en una economía política regional” (1995, p.39). Participan así, dentro de esta cultura regional tanto clases como grupos de identidad que se relacionan disputándose y negociando la hegemonía, a través de los llamados marcos de comunicación o de interacción:
Una cultura regional es aquella internamente diferenciada y segmentada. Los diversos “espacios culturales” que existen en una cultura regional pueden analizarse en relación con la organización jerárquica del poder en el espacio. Así, dentro de una región dada es posible identificar grupos de identidad cuyo sentido de sí mismos (o sea, los objetos, experiencias y relaciones que valoran, o sus fronteras) se relacionan con sus respectivas situaciones en la región de poder. Además, una cultura regional implica la construcción de marcos de comunicación dentro y entre los grupos de identidad, marcos que a su vez ocupan espacios (1995, p.36).
En realidad, Lomnitz termina por integrar ambos conceptos al señalar que
Si queremos definir regiones de poder culturales, o simplemente culturas regionales (como las llamaremos), tendremos que examinar la dimensión espacial de la comunicación en términos de las relaciones de poder al interior de dichas regiones. Al enfocar sustantivamente el problema del poder se implica por supuesto, que no bastará tomar nota de los patrones de comunicación; se tratará, finalmente, de analizar la cultura misma (1995, p.36).
Mientras que, por una parte, según define cultura de clases es un concepto abstracto, es decir un tipo ideal que puede construirse a partir de la observación de las culturas íntimas de una región, por otra parte, define cultura íntima como la cristalización u objetivación de la cultura de clase, o sea “el conjunto de manifestaciones reales, regionalmente diferenciadas, de la cultura de clase [...] es la cultura de una clase en un ambiente regional específico” (1995, p.39). Continúa explicando lo anterior al puntualizar que
los miembros de una misma clase viven en distintos lugares y entre miembros de otras clases. Y como los símbolos y los significados se originan y se negocian en el curso de la interacción social, las variaciones entre los diferentes lugares que ocupan los miembros de una clase se traducen en variaciones en la cultura de esa clase (1995, pp. 45–46).
Lomnitz enfatiza que cultura íntima se refiere a la cultura de una clase social en una determinada localidad y no necesariamente se limita a un determinado grupo de identidad. Esto es, que la identidad grupal puede poseer múltiples particularidades en función de la diversidad de clases y culturas íntimas que posea.
Otro elemento que entra en juego en la explicación de las interacciones regionales es el concepto de ideología localista. En cada una de las diferentes culturas íntimas es posible encontrar, a su vez, diferentes construcciones ideológicas sobre la “naturaleza y lugar de una cultura íntima dentro de una sociedad más amplia”; es decir, diferentes ideologías localistas (1995, pp. 34–35).
Finalmente, un concepto que ayuda a comprender la manera en la cual las diferentes culturas íntimas se relacionan entre sí dentro de una región cultural es el concepto cultura de las relaciones sociales, mismo que implica “un lenguaje de interacción entre culturas íntimas que se produce en un conjunto de marcos interaccionales” (1995, p.48). Esta cultura de relaciones sociales también se caracteriza por su dinamismo en función del control hegemónico:
La cultura de relaciones sociales se transforma y se renegocia continuamente para poder acomodar las demandas comunicativas e interpretativas de poblaciones dominantes y subordinadas. Las culturas regionales están cambiando continuamente por el hecho de crearse con base en poblaciones culturalmente diversas que el poder de una clase dominante fuerza a interactuar entre sí. En cada momento, al correr del tiempo, podemos observar la coexistencia de culturas íntimas residuales, dominantes y emergentes, así como de las correspondientes ideologías localistas. La cultura de relaciones sociales cambia a través de todas estas transformaciones (1995, p.57).
Resumiendo. En su modelo explicativo, Lomnitz destaca que la complejidad del análisis, consiste en que al interior de la región cultural coexisten tanto clases sociales como grupos étnicos que, al situarse en espacios específicos, se diferencian a su vez en diferentes culturas íntimas que poseen ideologías localistas propias que ponen en juego en marcos de comunicación o interacción, generando así una cultura de relaciones sociales en la que un grupo dominante constriñe las formas de interacción.
Si bien los alcances del modelo de Lomnitz son útiles para comprender las formas de relación dentro de una región y entre una región o varias y una nación, para los fines de la presente investigación, el modelo presenta algunas limitaciones, ya que el alcance de dicho modelo no se focaliza en las dinámicas actuales, donde fenómenos como la migración y las nuevas formas de comunicación propician la complejidad y multiplicidad de factores relacionados, ya no solo con el espacio regional y nacional sino con los múltiples espacios locales, translocales, transnacionales e incluso hipermediático, donde se dan discontinua y simultáneamente las interacciones humanas. En otras palabras, a pesar de que, como se ha mencionado, el modelo de Lomnitz no es unilineal sino multidimensional (en cuanto a las culturas de clase y diferentes grupos de identidad como indígenas, mestizos, etc.), en realidad, supone posiciones relativamente fijas para cada uno de ellos y maneja solo dos marcos espaciales, el nacional y el regional. Para abordar la dimensión translocal e hipermediática, otros modelos serán más adecuados.
ESPACIO COMO REPRESENTACIÓN EN LAS DINÁMICAS TRANSLOCALES
Las nuevas formas de estudio del espacio en ciencias sociales, a diferencia de los modelos clásicos, abordan la complejidad en los temas relativos al espacio. Tienen que ver justamente con las formas en las que se dan los flujos de personas, bienes o ideas a través de las fronteras y la manera en que se generan a partir de las mismas, nuevos modos de habitar y establecer relación con el espacio. Asimismo, se enfocan en estudiar el cada vez más importante papel de las nuevas formas de comunicación masiva y virtual como mediadores de los procesos sociales. De lo estable se pasa entonces a lo dinámico, de lo unívoco a lo plural, de lo simple a lo complejo. Si bien los elementos y procesos reconocibles en la globalización no son en estricto sentido nuevos, su aceleración y acumulación comportan una actuación masiva que genera los cambios culturales