Los caminos de la música. Rodrigo De la Mora Pérez Arce
consejos de ancianos. Según obtuve información en campo, el consejo de ancianos de la comunidad está integrado por los exgobernadores y excomisarios. En Taateikíe, kawiteru es un cargo de tukipa que dura cinco años, y por cada tukipa debe hacer tres kawiterutsixi. Para poder ser kawiteru, hay que haber pasado por los cargos más importantes del tukipa. Alejandra Manzanares (2003, p.205) también lo señala: “Se debe tomar en cuenta también que la organización de las autoridades civiles está basada en un conjunto de relaciones en conflicto generadas en el contexto del tukipa. Los kawiterutsixi, además de conformar el Consejo de Ancianos, son líderes de los xukuri’ikate de cada tukipa. Sus acciones reflejan las relaciones de poder entre grupos domésticos en contradicción”.
18- La religiosidad wixárika asume en principio el nombre y las figuras de los santos cristianos, pero genera un nuevo significado para los mismos, que no coincide del todo con el original.
19- En Taateikíe, el cargo de mayordomo de Tanaana “nuestra madrina”, al igual que el correspondiente al mayordomo de Ximianame, Cristo grande de San Miguel, dura cinco años, a diferencia de los demás, que solo duran un año.
20- La categoría “cultura” entre los wixáritaari está asociada al conocimiento y práctica de la vida tradicional en sus múltiples manifestaciones: lengua, mitos, rituales, territorio, etcétera.
21- Dentro de la experiencia de campo me fue posible estar presente en varias asambleas comunitarias de las comunidades de Tuapurie y de Taateikíe, donde pude reconocer la importancia de las mismas en la vida de la comunidad, así como la manera en la cual tiene lugar la participación de sus asistentes.
22- Un caso reciente ocurrió en mayo de 2010, cuando tuvo lugar un enfrentamiento entre comuneros de Santa Catarina y San Andrés, con respecto a un añejo problema territorial por los límites entre ambas comunidades en las inmediaciones de la localidad llamada La Laguna.
23- Una vez terminada la revolución, las diferencias asociadas a los movimientos sociales del mundo mestizo continuaron: en la guerra cristera, señala Rojas. Los huicholes participaron “como lo hicieron durante la revolución y en otros movimientos nacionales o regionales: parcialmente y en diferentes bandos” (1993, p.164).
Perspectivas teóricas sobre espacio y performance
ESPACIO Y ANTROPOLOGÍA
Fueron los antropólogos sociales quienes desde hace mucho
mostraron empíricamente que el concepto de espacio
es socialmente creado porque es socialmente vivido.
DE LA PEÑA (1981, P.46)
Como punto de partida en el reconocimiento de las diferentes orientaciones analíticas sobre el concepto de espacio, es necesario afirmar que dentro del campo de la reflexión sobre cultura y sociedad existe una amplia diversidad de enfoques y precisiones acerca del concepto mismo de espacio, así como de otros conceptos derivados del mismo (lugar, territorio, región, etc.). Más que como un concepto cerrado, espacio suele entenderse como una heurística, es decir, un recurso para la indagación y descubrimiento, de ahí que exista una diversidad de perspectivas con diferentes alcances y limitaciones: es posible encontrar enfoques que van desde lo geográfico a escala local, translocal y global, hasta estudios de proxémica, de percepción o de representaciones imaginarias del espacio (Low & Lawrence–Zuñiga, 2006).
Por tanto, es necesario distinguir, en primer término, las concepciones establecidas y aceptadas convencionalmente por los estudios clásicos como suficientes para tratar este tema, y, por otra parte, las concepciones más actuales sobre el mismo, que plantean la necesidad de reformular este tipo de estudios a partir de fenómenos contemporáneos de gran relevancia, como es el caso de los procesos sociales asociados a la dinámica de la globalización. Es posible distinguir como punto de partida la referencia al concepto de espacio en tanto realidad física y concreta, según lo califica Alicia Lindón (2008), “espacio geográfico y/o geométrico”. Sobre esta concepción convencional de espacio existen trabajos que son identificados por los estudiosos actuales, como trabajos clásicos de la antropología y la geografía.
Este tipo de tratamientos clásicos sobre el espacio tienen en común la concepción de este como una homología estática que comprende territorio, comunidad y cultura; sin embargo, a partir de la dinámica de la realidad contemporánea, dicho enfoque se ha visto rebasado, lo cual ha dado lugar al surgimiento de nuevos enfoques analíticos. Lo que estos nuevos enfoques critican a las concepciones lineales de espacio, es justamente eludir la complejidad de los procesos sociales y culturales que rodean al espacio; es decir, no abordar la complejidad de factores inherentes a las realidades socioculturales contemporáneas. Como lo señala Lindón (2008), cuando existe más de una variable en juego puede hablarse ya de complejidad, si bien los trabajos clásicos no descartaban variables secundarias en sus temas de estudio, sí privilegian una variable sobre las demás formas de producción, formas de adaptación al medio, circuitos de comercio, por nombrar algunas.
En el interés de la presente investigación, recuperaré no los trabajos clásicos sobre espacio sino aquellos que lo abordan en su complejidad. Partiré por revisar la concepción de espacio como producción humana de Henri Lefebvre (1991 [1975]), para continuar con la revisión del modelo de análisis regional y nacional propuesto por Claudio Lomnitz (1995 [1992]), así como los estudios sobre espacio como representación en los procesos ligados a la globalización (Appadurai, 1988; Gupta & Ferguson, 1992; Hall, 1991; De la Peña, 1999a, 1999b; Kearney, 2008).
ESPACIO COMO PRODUCCIÓN HUMANA
De la amplia literatura en ciencias sociales sobre espacio, me centraré en la concepción marxista de Lefebvre (1991 [1975]) de espacio como producción humana. En su enfoque, y alejándose de la idea de espacio físico como unidad aislada, todo espacio es una construcción social, que en sí mismo implica una integración de relaciones sociales, basadas en una jerarquía de clases sociales y en modos de producción dominante. Lefebvre propone así un modelo tripartito, en el cual cada uno de los elementos es indisociable de los otros: interrelaciona de esta manera, representación, práctica y espacio, como elementos que se codeterminan. En primer lugar, entiende práctica espacial como un ejercicio que “abarca producción y reproducción, y las locaciones particulares y los grupos espaciales característicos de cada formación social” (Lefebvre, 1991 [1975], p.33; traducción propia en esta cita y en las subsecuentes). Para el autor, es la práctica espacial la que produce el espacio de una sociedad, asegura su continuidad y algunos grados de su cohesión. “En términos de espacio social, (24) y de cada miembro de una dada relación social con el espacio, esta cohesión implica un nivel garantizado de competencia y un nivel específico de performance” (25) (p.38). En segundo lugar, entiende a las representaciones del espacio como conceptualizaciones ligadas a las relaciones de producción y al “otro” que impone esas relaciones, y por lo tanto ligadas también a los conocimientos, a los signos, a los códigos y a las relaciones “frontales” (1991 [1975], p.33); tienen al tiempo combinadas ideología y conocimiento dentro de una práctica (socio–espacial) (1991 [1975], p.45). En tercer lugar, entiende a los espacios representacionales como “el espacio directamente vivido a través de sus imágenes y símbolos asociados, y es por lo tanto el espacio de los “habitantes” y “usuarios” [...] Este es el espacio dominado —y por lo tanto pasivamente experimentado, que la imaginación trata de cambiar y apropiarse. Se superpone al espacio físico, haciendo uso simbólico de los objetos” (1991 [1975], p.39).
Como he mencionado, “espacio”, más que un concepto, será utilizado como una heurística en la cual los conceptos de lugar, paisaje, territorio, territorialidad, región, migración y desplazamiento, conducen a reflexiones sobre cómo es construida la dimensión social a través de la práctica.