Medicina ayurveda para profesores de yoga. Isidro Justo Fernández
y publicaciones científicas de la medicina occidental de los últimos años revelan lo acertado de la deducción planteada.
I.2. La enfermedad es un hecho positivo en la vida
de una persona
Señala, a través del cuerpo, la necesidad de introducir un cambio en su estilo de vivir, específicamente en aquello que lo llevó a engendrarla (principio fundamental del Ayurveda).
Desde esta óptica, la enfermedad es una bendición y no una maldición.
Las conductas y actitudes malsanas, originadas también en la autoestima que se posee, permiten la gestación y el posterior desarrollo de la enfermedad. En este sentido, recuperar el natural estado de buena salud implica la responsabilidad de enfrentar la opción de cambiar nuestra filosofía de vida o seguir enfermos hasta morir. Y nuevamente aquí la psique tiene mucho que ver. En este aspecto, el trabajo yogaterapéutico consistirá en descubrir y explorar nuevos caminos para el diario vivir, que serán tantos y diversos como alumnos–pacientes haya. Cada persona deberá cambiar diferentes cosas: unos la alimentación, otros sus relaciones familiares y/o personales, etc., pero siempre desde lo físico, lo mental y lo espiritual, comenzando por equilibrar y armonizar su nivel de autoestima.
I.3. El cambio de vida debe instrumentarse
en un marco de autodisciplina
El o los cambios de vida aludidos en el párrafo anterior requieren de una firme disciplina, entendida como acción con perseverancia y paciencia.
Acción: significa trabajo.
Perseverancia: realizado los siete días de la semana.
Paciencia: para ver los resultados.
Mientras se trabaja de esta manera, diariamente, teniendo como meta un cambio de vida, la esperanza como actitud, es un factor decisivo en la cura de cualquier enfermedad. Es una creencia según la cual, lo deseable – en este caso la buena salud – es posible de alcanzar.
Más allá de los mensajes que esta sociedad cada vez más “light” nos envía, nadie debe creer en realización sin esfuerzo. Y mucho menos si de recuperar la salud se trata. Por tal motivo, si es que se quiere llegar a un final feliz, hay que aprovechar los recursos curativos con los que cada uno cuenta dentro de sí mismo, estadio éste donde las emociones y pensamientos juegan un papel fundamental. Esto no excluye, por supuesto, ni el aporte de la medicina o el de determinada filosofía o religión, muy por el contrario, se trabaja integralmente con ellas.
I.4. La enfermedad es de la persona y de su entorno
Así como en la primera de estas conclusiones sostengo que la enfermedad no es sólo un problema físico sino de toda la persona, acá sustento que va un poco más allá: es abarcativo de su entorno.
Si bien esto es muy importante de tenerse en cuenta para cualquier tipo de dolencia o enfermedad, lo es en sumo grado cuando se trata de una diabetes o un cáncer, por citar sólo dos ejemplos; diría más: es imprescindible. En este tipo de dolencias es muy difícil aspirar a resultados positivos si no se cuenta con el apoyo del grupo familiar, y en algunos casos, con el de las amistades más cercanas al enfermo.
Uno es en realidad uno y sus circunstancias, por lo tanto, se las debe tener presentes a la hora de analizar la o las causas que llevaron a la manifestación de una determinada enfermedad, procediéndose en consecuencia según cada caso, dejándonos llevar por toda la información colectada, por el sentido común y la intuición, siempre apoyados en nuestra formación como en la de los profesionales actuantes.
II – Los procesos de Salud/Enfermedad:
su descripción
Para la Medicina Psicosomática (Medicina Biopsicosocial) los factores psicológicos contribuyen directa o indirectamente a la etiología de numerosos y variados trastornos físicos.
Sin embargo, ésta es siempre compleja y multifactorial, lo que lleva a considerar, a un médico biopsicosocial, que los factores psicológicos no son los únicos que colaboran con la enfermedad. Exponen un ejemplo: un componente biológico necesario (tendencia genética), combinado con una reacción psicológica (depresión), y con el stress social (pérdida de un ser querido), resulta en un conjunto de circunstancias suficientes para producir una determinada dolencia.
La adopción de métodos de investigación rigurosos ha permitido corroborar la asociación entre los estresores vitales y numerosas enfermedades médicas de tipo endocrinas, cardiovasculares, respiratorias, gastrointestinales, inmunológicas, oncológicas y dermatológicas.
Por otra parte es ampliamente conocido desde principios de nuestra era el hecho de que tanto el stress psicológico como la depresión pueden liberar el curso de enfermedades orgánicas. Ya Galeno, en el Siglo I, había observado la relación existente entre fuertes cuadros depresivos y cáncer de mamas en las mujeres adultas de la época.
Desde hace algo más de cuatro décadas, la Psiconeuroinmunoendocrinología es el área establecida de investigación científica en la actualidad, ocupada en determinar los mecanismos por los que la mente, el cerebro y el sistema inmunológico interactúan.
Paralelamente a ello, y como ha ocurrido siempre a lo largo de toda la historia de la humanidad, en la última parte del siglo XX y comienzos del XXI, médicos, psicólogos y psiquiatras, en diferentes lugares del planeta, llevaron y llevan adelante investigaciones propias, con significativos y asombrosos resultados.
Las de los doctores Luis Alberto Gasparetto en Brasil y Carl Simonton en EEUU, durante el último cuarto del siglo pasado, son una muestra acabada de lo expuesto.
Durante la década del ’70 y comienzos de los ’80 se realizó una importante experiencia en la clínica para tratamientos holísticos “Aldeia da Vida” en Sao Paulo, Brasil. La misma estuvo dirigida por el psicólogo Luis Alberto Gasparetto quien, al frente de un equipo multidisciplinario y tras diez años de intensa labor en los que se atendieron a varios miles de pacientes con las más variadas afecciones, arribó a interesantes conclusiones.
La principal de todas ellas fue la determinación de las “equivalencias mentales”, aún en la correspondencia de los síntomas de cada trastorno orgánico.
A estos “equivalentes mentales” Gasparetto los denominó “pensamientos patrones”, porque según sean de polaridad positiva o negativa reglan la salud o la enfermedad en la persona.
De todos ellos, la crítica, la rabia, el odio y el rencor, son los principales factores de aparición de determinadas patologías.
En sus libros “Sane su Vida” (1982) y “Ud. Puede Sanar su Vida” (1984), Louise Hay, colaboradora del equipo de Gasparetto, y en cooperación con él, presenta una larga y completa lista de dolencias, pensamientos patrones negativos que las causan, y pensamientos patrones positivos que permiten iniciar la restitución del normal estado de buena salud, una vez que se adquieren.
La bibliografía citada me evita de transcribir las listas dadas a conocer por Gasparetto en sus publicaciones científicas.
A su vez, Gasparetto reflexiona en sus trabajos sobre que “es mucho más fácil disolver los pensamientos negativos, sustituyéndolos por saludables y positivos, que someterse al bisturí, porque el bisturí puede eliminar el efecto pero no la causa que es el pensamiento patrón negativo o “equivalente mental” de la enfermedad”.
A esta altura de lo descripto valen un par de aclaraciones que, no por obvias (por lo menos para el autor) está de más tenerlas muy en cuenta. Cuando se hace referencia a “patrones de pensamiento” como causa de determinadas dolencias, en realidad se los debe tomar como “probables causas” hasta que los estudios psico–médicos lo confirmen.
Por otra parte, no todos los “equivalentes mentales” son válidos en un ciento por ciento para todos casos. Sí pueden ser tomados, por ejemplo, como una de las primeras razones a descartar, o no, cuando se