Medicina ayurveda para profesores de yoga. Isidro Justo Fernández

Medicina ayurveda para profesores de yoga - Isidro Justo Fernández


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de modelos.

       El de Heisenberg nos proporciona una imagen precisa del mismo, describiendo una distribución del movimiento del electrón alrededor del núcleo en vez de una posición exacta (teóricamente imposible de determinar) como las indicadas en los esquemas del modelo de Bohr.

       El volumen del espacio en que el electrón puede encontrarse en el 90 por ciento del tiempo se define como orbital. Los electrones de cada orbital en particular se mueven por una región tridimensional. Tomados en su conjunto, la distribución del movimiento de los electrones del átomo le asigna a éste una característica forma espacial.

       Otro dato de singular importancia, y que debe tenerse muy en cuenta, es que el átomo no posee contornos fijos. Estos quedan definidos por regiones de carga que nunca son las mismas. Es más, en el 10 por ciento del tiempo restante, los electrones de cualquier orbital ocupan lugares diferentes del espacio, más alejados del núcleo.

       El dibujo muestra los orbitales del carbono: un átomo con cuatro prolongaciones que salen del núcleo.

       Ahora bien, cuando una emoción típica (plano espiritual) o un determinado pensamiento “patrón” negativo (plano mental) estimula el cerebro (plano físico) éste produce un específico neuropéptido o neurotransmisor que a través del sistema nervioso central en el caso de una emoción, o del sistema nervioso autónomo en el de un pensamiento, actúa en forma específica o genérica sobre un mismo órgano, y de una misma manera, en todos los casos (Gasparetto). Además, de igual forma, efectúa lo propio sobre el sistema inmunológico.

       El mantenimiento en el tiempo de esta situación hace que, en cierta zona o en la totalidad del órgano afectado se produzcan cambios o modificaciones en las fluctuaciones de energía que componen nuestro nivel subatómico de existencia (plano cuántico) y que, como consecuencia de ello, en los átomos que conforman el nivel inmediato superior (plano atómico) se modifiquen los valores de su energía potencial o “energía de posición”. Esta modificación de su energía potencial se traduciría como un desplazamiento de los orbitales de la región donde normalmente se mueven. Si pudiésemos con la tecnología actual verificar y medir esta modificación de la energía potencial debería manifestarse como una ruptura de la estabilidad iónica existente entre los neutrones y protones que componen el núcleo y los electrones de cada átomo en particular. En el caso gráfico de los átomos de carbono, se debería observar que la “pirámide” se “deforma”. Esto es lo que se entiende como una concentración o bloqueo en el normal flujo de la energía corporal en el lugar, a la que han hecho referencia los más renombrados maestros de Yoga lo largo de los siglos como causa fundamental en la aparición de una enfermedad.

       Considero oportuno abrir aquí un paréntesis aquí para recordar que la Medicina Ayurveda se basa en mantener el equilibrio de las proporciones originales de los cinco procesos elementales con los que hemos sido creados: Aire o Viento (Vayu o Pávana), Éter (Akasha), Fuego (Agni), Agua (Yala) y Tierra (Pritiví o Bhumi).

       Sabemos que los mencionados procesos elementales, como tales, no poseen átomos que los identifiquen. Sin embargo, son mucho más que ello: forman parte de cada uno de los que conforman nuestro ser. Una explicación de ello es la siguiente.

       El “Éter” es el más sutil de los cinco y conforma el espacio donde se desplazan por sus orbitales los electrones alrededor del núcleo, lo que se conoce como “corteza” del átomo.

       El “Aire” o “Viento”, en segundo término, es quien genera el movimiento en los diferentes planos de la existencia. En el átomo representa el movimiento de los electrones alrededor del núcleo y todo lo que sea movimiento en él (átomo). Por ejemplo, el spin, el giro del electrón sobre su eje mientras se desplaza por su orbital alrededor del núcleo, como lo hace la tierra alrededor del sol.

       El “Fuego” ocupa el tercer lugar en cuanto a sutileza, es la energía potencial del átomo. En el caso del Hidrogeno, por ejemplo, su reacción con el oxígeno realizada en las “células de combustible” (baterías) ha mejorado la autonomía de los automóviles eléctricos.

       El “Agua” es la energía de cohesión, de amalgama, que mantiene unidos todos los componentes del átomo entre sí, y entre éste y otros átomos, dando vida así a las moléculas.

       “Tierra”, finalmente, el menos sutil de los cinco, el más concreto, representa el aspecto sólido del átomo, la materia esencial del núcleo como de sus electrones.

       Por lo tanto, queda claro que al armonizar nuestros cinco procesos elementales constitutivos, estamos armonizando, equilibrando, cada uno de nuestros átomos: un total estimado, para una persona de 70 kilos, de 6,7 x 10 27, o sea 6,7 x 10 seguido de 27 ceros más!

       Esto es vincular la milenaria Medicina Ayurveda con lo más actual de la Física Cuántica en término accesibles a cualquier lector.

       Y si le ha llamado la atención que mencione “procesos elementales” en lugar de “elementos”, en el capítulo 3, Fundamentos de la Anatomía Ayurveda, aclaro el por qué de ello.

       Retomando lo que veníamos analizando en el párrafo anterior, si el tiempo de mantenimiento de la situación señalada es corto se produce una enfermedad funcional, rápida: por ejemplo una “indigestión” estomacal. Por el contrario si es largo se gesta una enfermedad lenta, orgánica. Para el caso citado, una úlcera de estómago.

       Otro ejemplo. A nivel celular, cuando esta inestabilidad atómica desarrolla moléculas que se vuelven reactivas es lo que se conoce como “radicales libres” cuyo exceso es causante, entre otros problemas, de una aceleración en el proceso de envejecimiento a este nivel.

       De acuerdo a lo indicado, mientras no se restablezca la armonía en el plano subatómico indicado, la recuperación del normal y natural buen estado de salud será sólo una utopía. Y para que ello ocurra debemos trabajar sobre la causa que actuó como estímulo sobre nuestra conciencia (entendida como “la mente del alma), poniendo en marcha a partir de ella el proceso de la enfermedad.

      b) La causa o motivo de esta desarmonía en el plano subatómico (cuántico) de la existencia (plano físico) está directamente vinculado con un desequilibrio de la conciencia (plano espiritual) cuya manifestación concreta es una alteración en el nivel de la autoestima.

       La autoestima gesta (según su estado) la actitud espiritual–mental que marcará el perfil de los patrones de pensamiento que rigen la calidad de vida de las personas, generadora, a su vez, de nuestras emociones positivas o no.

       Cultivar la salud espiritual conllevará a un elevado nivel de autoestima y a pensamientos y emociones positivas.

       Pero además, se deberá educar ¡y no controlar! la mente.

       Lo señalado no es una simple cuestión semántica. Controlar significa generar algún tipo de tensión (para efectuar el control), paso inicial para un bloqueo o desarmonía posterior, que es precisamente lo que se pretende eliminar.

       Sólo con un espíritu elevado y una mente educada podremos influir sobre nuestra conciencia, armonizándola. Esto se manifestará en patrones de emociones y pensamiento acordes y coherentes con ello, lo que se traducirá en una restauración de la armonía desde nuestro nivel subatómico de la existencia hacia los planos superiores, generando lo que denominado un estado de “Súper Salud”.

      c) El origen del desequilibrio producido en la conciencia y por consecuencia del nivel variable o no de la autoestima, es múltiple y complejo.

       De cualquier manera, la “herencia integral”, el desarrollo psiconeurocorporal en el período de la niñez, agentes de tipo climático, alimenticios y psíquicos, el dosha tipo (características psicofísicas) de cada persona (en realidad, el descuido en atender las características que le son propias), el medio social donde la persona desarrolla su vida en comunidad, acontecimientos del diario vivir, etc., son sólo algunos de los factores que inciden de las más variadas formas o maneras en él.

      


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