Medicina ayurveda para profesores de yoga. Isidro Justo Fernández

Medicina ayurveda para profesores de yoga - Isidro Justo Fernández


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nos deja trampas a cada paso. Es el que nos hace permanecer más tiempo del saludable anclado en el “no puedo” dentro de nuestra limitada y temerosa zona de confort.

      Los que vivimos la magia de la vida, comprendimos en forma temprana, que no hay mayor pérdida que la de no haberlo intentado.

      Los que vivimos la magia de la vida, a los “no se puede” les respondemos siempre con un taxativo “y que”.

      Los que vivimos la magia de la vida pateamos el tablero e iniciamos un nuevo ciclo inmediatamente después del ciclo que acaba de finalizar. Que si es fácil, no, quien dijo que lo es. La incertidumbre suele quemar, pero una vez iniciado el camino con fe, se retrae y solo nos focalizamos en el poder de la intensión.

      Los que vivimos la magia de la vida no nos lamentamos de lo que no se logró, solo agradecemos la experiencia y con mayores armas emprendemos otro proyecto, o el mismo, pero más enriquecidos. A las trampas impuestas por nuestro cerebro cortical, le jugamos una pulseada con nuestro cerebro límbico y reptiliano. Solemos ganarle la pulseada al muy ingrato, pues arremetemos con el fuego de la semilla Y el poder de las emociones.

      Los que vivimos la magia de la vida podemos identificar las trampas del cerebro comprendiendo que sólo los que actuamos con gratitud y apasionadamente estamos condenados a la obtención de nuestros sueños.”

      Analizar las funciones de cada uno de nuestros tres cerebros servirá para discernir mejor el comportamiento humano y su relación con los estados de salud/enfermedad.

      Por su parte el Sistema Nervioso Periférico se divide en dos: el sistema nervioso de la vida de relación y el sistema nervioso autónomo.

      El sistema nervioso periférico está constituido por nervios y ganglios. Los nervios se agrupan en:

      • Craneales

      • Raquídeos

      Los nervios craneales son 12 pares: unos son sensitivos, otros son motores y otros son mixtos.

      Por su parte los raquídeos constituyen 31 pares que se dividen, como las vértebras, en: cervicales, dorsales, lumbares, sacros y coccígeos.

      Este sistema nervioso básicamente conecta los órganos receptivos (ojos, oídos, piel) con los órganos efectores (músculos, glándulas). (Carpenter, M.B. (1994).

      El sistema nervioso autónomo – un sistema efector – tiene una acción periférica que cumple mediante dos tipos de fibras: preganglionares y posganglionares. Las primeras son mielínicas y realizan sinapsis con las células de los ganglios, mientras que las segundas son amielínicas, o escasamente mielinizadas, haciendo sinapsis con el órgano efector. (Houssay B. y colaboradores, 1976).

      En medicina se admiten dos grandes divisiones en el sistema autónomo:

      • El toracolumbar (simpático)

      • El craneosacro (parasimpático)

      Funciones del simpático: una de las características más destacadas de la fisiología del simpático es la de actuar como un todo, como una unidad, de manera extensa y difusa. El simpático activa las funciones e inerva los siguientes órganos: corazón, pulmones, páncreas, estómago, intestinos (grueso y delgado), riñones, vejiga y glándulas suprarrenales. Su actividad determina que el organismo obre en forma masiva, constituyéndose en uno de los principales agentes reguladores de la homeostasis (estado de equilibrio dinámico en que se encuentra el medio interno). (Kandel, E.R., Schwartz, J.H. & Jessell, T.M., 2001. Guyton, A. C. & Hall, 2006).

      Funciones del parasimpático: en contraposición al simpático, su acción es localizada, actuando sobre un determinado órgano sin afectar a los demás que reciben su inervación. Su acción es protectora y conservadora de las fuentes energéticas del organismo. El parasimpático desactiva las funciones y enerva, entre otros, el corazón, pulmones, estómago y páncreas.

      Finalmente podemos establecer el control central del sistema nervioso autónomo: “Los cuerpos celulares de las neuronas preganglionares se encuentran en el sistema nervioso central y sobre ellos ejercen una serie de influencias que regulan la descarga normal de impulsos que llegan a los efectores viscerales. Estos cuerpos celulares son en cierta forma una vía final común a la que convergen impulsos reguladores provenientes del neuroeje: médula espinal, bulbo, cerebelo, hipotálamo, sistema límbico, formación reticular y corteza cerebral” (Houssay B. y otros, “Fisiología Humana”).

      Le propongo profundizar estos conceptos, como los de la organización anatómica del sistema, no solo en la bibliografía citada sino en otras como: Curtis H., Sue Barnes N., 1994; Villee C.A. y otros, 1994, o más actualizadas aún como Guyton A.C., Hall J.E., 2016.

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      (Fuente: Manual MSD versiónpara público en general)

      El Sistema Inmunológico

      El sistema inmunitario es el sistema de defensa del cuerpo contra organismos infecciosos y otros agentes invasores. A través de la denominada “respuesta inmunitaria”, el sistema inmunitario ataca a los organismos y sustancias que invaden el cuerpo en prevención de las enfermedades que podrían provocar.

      El sistema inmunitario está integrado por una red de células, tejidos y órganos que colaboran entre sí para proteger al cuerpo. Unas de las células importantes implicadas en la respuesta inmunitaria son los glóbulos blancos, denominados “leucocitos”. Los hay de dos tipos básicos, que se combinan entre sí para localizar y destruir a los organismos o sustancias que provocan enfermedades.

      Todas las sustancias que el organismo no reconoce como propias, frente a las cuales éste desarrolla una respuesta inmune específica, se conocen como antígenos.

      De cualquier manera podemos definir la respuesta inmunológica como “un mecanismo fisiológico general ante una gran diversidad de sustancias extrañas, infecciosas o no, y que esta respuesta puede tener efectos beneficiosos, indiferentes o perjudiciales para el sujeto en quien se desarrolla la reacción antígeno–anticuerpo”, precisando a los antígenos como “sustancias capaces de provocar la producción, por el cuerpo, de otras sustancias con las que se combinan específicamente (anticuerpos), o de células específicas sensibilizadas frente a ellos, cada una con sus propiedades bien definidas”, en tanto que los anticuerpos se describen como “sustancias producidas en respuesta a un antígeno y capaces de combinarse específicamente con él”.

      Podríamos agregar que “la formación de anticuerpos corre a cargo de las células de las estructuras del sistema linfático, principalmente de los ganglios y del bazo. En algunos casos el antígeno es metabolizado previamente por células macrofágicas antes de ser tratado por las células linfoides”, (según la descripción que del tema brindan Balcells Gorina A., Carmena Villalba y otros, 1976).

      De la definición citada podemos deducir que el sistema inmunológico incluye distintos tipos de células que actúan de diferentes maneras y están ubicadas en diversos órganos, ganglios, glándulas y hasta en la piel del ser humano.

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      Principales integrantes del Sistema Inmunológico humano

      (Fuente: “Biología”, Curtis–Barnes)

      Hay estructuras que detentan una especial importancia en la acción de este sistema. De todas ellas me referiré a la que integran leucocitos, timo, ganglios linfáticos y bazo.

      Los leucocitos (glóbulos blancos) se originan principalmente en la médula ósea de los huesos largos, desde donde alcanzan el torrente sanguíneo. Son un tipo de células que incluyen, a su vez, células de diferentes características denominadas neutrófilos,


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