Viaje al centro de tu ser. Ramón Vila Ventayol
quedes lamentándote de que no lo hiciste. Si después de un tiempo ya no te mueve igual y te sientes desanimado, busca otro sueño, otra motivación, otro motor. Como bien dicen: «La vida es el viaje, el trayecto, no el destino». Es más memorable toda la anécdota de cómo lograste un sueño, de cuánto trabajaste, de todo lo que hiciste para lograrlo, que el logro mismo.
Una de las maravillosas ventajas y beneficios de la meditación es que nos ayuda a disfrutar del momento presente con más intensidad. Cuando hacemos consciente lo que somos hoy, lo que tenemos hoy, y lo aceptamos y lo abrazamos, podemos vivir más intensamente nuestra vida.
Si vivimos conscientes y presentes el hoy, tendremos un pasado armonioso que solo nos hará sonreír y un futuro paciente y bien planeado al que no tendremos prisa por llegar.
Hay otra famosa frase que usaré para cerrar este capítulo: «Vive cada día como si fuera el último día de tu vida» y así cada día. Como se menciona en la historia de Osho, cuando vives plenamente cada segundo y aceptas y agradeces tu realidad, estarás tranquilo y no tendrás miedo de dejar este mundo, ya que lo que has vivido hasta ahora fue vivido plenamente y no te arrepientes de nada y no tendrás pendientes que resolver que te hagan aferrarte a la vida sin razón. Así que vivamos nuestra vida conscientes, plenos y entregados para que el día que nos toque abandonar este mundo lo hagamos tranquilos, satisfechos y con una sonrisa en el rostro.
No podemos saber cuándo vamos a morir, puede ser dentro de cincuenta años, puede ser mañana, ¿por qué esperar más tiempo para reconciliarme con esa persona o conmigo mismo?, ¿por qué esperar a cierta fecha para ir a ese lugar especial?, ¿por qué esperar más días para decirle a esa persona que la amas?, ¿por qué seguir dejando tu vida pasar?, ¿por qué esperar más para empezar a vivir?
CAPÍTULO VII
APEGO Y EXPECTATIVA
Decidí hablar de estos dos conceptos juntos, apego y expectativa, ya que las considero dos de las principales razones de la infelicidad del ser humano y son dos de las más grandes «enfermedades» de nuestro tiempo y si entendemos qué son y cómo trabajan en nosotros, tal vez podremos llegar a dominarlas en lugar de que ellas nos dominen a nosotros.
Estos dos conceptos también son parte de la gran basura mental que debemos desechar o que podemos trabajar con la meditación.
Primero vamos a definirlos. El apego hacia una persona se define como una vinculación afectiva intensa, duradera, de carácter singular, que se desarrolla y consolida entre dos personas por medio de su interacción recíproca y cuyo objetivo más inmediato es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza, ya que esto proporciona seguridad, consuelo y protección.
Esta definición tomada de Wikipedia es simple pero muy completa a la vez. La primera parte habla de una vinculación afectiva intensa, ya sea que nos enamoramos de alguien o simplemente hablamos del amor de una madre o un familiar. Después habla de una interacción recíproca, generalmente es una interacción igualitaria de las dos partes, se acostumbran una a la otra, se necesitan y se procuran. En la segunda parte se habla de un objetivo inmediato en esta relación que es buscar seguridad, consuelo y protección.
El apego como tal es un fenómeno de comportamiento natural, no tiene por qué ser siempre negativo, simplemente es sentir una afinidad por algo o por alguien, y esto nos hace agruparnos y querer voluntariamente estar cerca de alguien porque nos aporta y nos hace sentir bien, igualmente con alguna actividad o algún lugar. Si no se cumplen estas condiciones entonces no es un apego positivo, si confundimos el amor con posesión o el querer estar juntos al deber estar juntos, a obligaciones más que voluntades entonces el apego se convierte en algo negativo.
Como vemos, en ningún momento en la pasada definición se habla de amor, ya que el apego y el amor generalmente no se incluyen ni se comparan; muchas veces el apego nos lleva a una necesidad enfermiza y a sentimientos negativos como los celos o la posesión, y eso destruye la relación. Al final siempre se habla de que el amor debe ser libre.
El apego no solo se produce hacia las personas, también podemos crear apego a los objetos, lugares, rutinas o circunstancias. Aquí la definición de apego puede cambiar un poco ya que la interacción entre las partes no es igualitaria, solo tú interactúas con el objeto o situación, los cuales simplemente existen inconscientes e inertes. Teóricamente, es más fácil deshacerse de este tipo de apegos ya que solo depende de ti. En cambio, con una persona se da un intercambio de opiniones y un diálogo que generalmente dificulta o retrasa el proceso.
El apego normalmente se crea en base a la frecuencia con la que se interactúa con esta persona, objeto o situación. A muchos padres e hijos les es difícil separarse al momento de casarse o de irse a la universidad, ya que desde que nació el hijo no se han separado realmente, o cuando debes dejar una casa donde creciste o donde llevas años viviendo, el cuerpo siente cierta tristeza o nostalgia producida por el apego, el cual no es más que costumbre y miedo o incertidumbre de lo nuevo.
El apego es algo natural en el ser humano, al nacer en una familia estamos apegados a ella naturalmente, pero es la convivencia y la interacción la que fortalece los lazos del apego o los debilita. El apego siendo algo natural no tiene que ser algo negativo si se entiende, sentimos afinidad y ganas de estar con ciertas personas que queremos o que procuramos y eso es bueno, ningún ser humano por naturaleza debe estar solo, ya que somos seres naturalmente sociables y tendemos a agruparnos. Pero cuando el apego se convierte en posesión es cuando comienza a producir sentimientos negativos en ambas partes.
Algunos padres o parejas tienden a confundir el sentimiento afectivo con pertenencia física, la pertenencia existe ya que claramente descendemos de nuestros padres, fuimos creados por ellos y claramente tenemos un lazo afectivo y energético, pero no físico. Asimismo, con la pareja: la hemos elegido libremente y tal vez decidimos casarnos y firmar un papel, pero aún así, no nos pertenece. Los hijos, la pareja, la mascota o cualquier persona con la que elegimos estar, y tal vez procuramos o mantenemos, no nos pertenece por el simple hecho de haberla ayudado a crecer o por pagarle las cuentas o por firmar un papel ante notario. Así que si comenzamos a restringir su libertad sin razón y les prohibimos hacer cosas o simplemente no los dejamos ser como quieren ser porque nos creemos sus dueños, entonces el apego se ha convertido en algo negativo y para resolverlo hay que trabajar en ello antes de que sea tarde y las personas se alejen de nosotros.
Existen casos donde sucede lo que acabo de decir y las personas nos dejan. Nuestra pareja se va, nos engaña, nos divorciamos, los hijos deciden alejarse de los padres, muchas veces son cuestiones ajenas al apego, pero otras el apego enfermizo tiende a ser el culpable y lo que necesita una relación enferma es distancia. La distancia física es la manera más efectiva para ponerle fin definitivamente a una situación así, pero el apego es un sentimiento interno, así que, aunque la persona no está ya, el «dolor» que sentimos es el apego aferrado a nuestra mente. Nada más. Frases como «me falta el aire si no estás», «sin ti no puedo vivir», «no sé qué haré sola» y miles más como estas solo están generadas por una mente cegada, por un apego negativo «avanzado». Estamos acostumbrados a esa persona, muchas veces hemos perdido nuestra propia identidad y nuestros propios anhelos por estar con alguien o nuestros padres no nos permiten hacer nada así que no sabemos cómo reaccionar cuando rompemos con eso. Nuestra mente entra en pánico y genera frases como estas. Pero… ¿saben algo? Es lo mejor que les puede pasar.
Personalmente, sufrí unos cuantos momentos como este, la primera ruptura es dolorosa, la segunda es un poco menor y de pronto entiendes que todo «puede» terminar en algún momento; eso no quiere decir que no debo entregarme al máximo a cada relación o momento. Al contrario, pero vas aprendiendo a lidiar con esas emociones de pérdida y puedes controlar mejor tu mente y no generar frases autocompasivas y deprimentes que lo único que hacen es hundirte en un hoyo que ni siquiera existía.
El apego es parecido a una adicción, al tabaquismo, a las drogas, al alcoholismo, es comparable ya que nos cuesta trabajo acabar con ellos cuando nos damos cuenta de que nos causan daño, ¡solo que en este caso es más fácil! En los casos de adicciones con sustancias tu cuerpo está intoxicado y te pide la sustancia, ya que así lo has acostumbrado y al intentar dejarlo tu cuerpo sufre modificaciones y tu mente te condiciona