Ética promiscua. Dossie Easton
como «principal» y al resto como «secundarias» (o con una jerarquía de cualquier tipo), sino, en su lugar, mantener cada relación de manera independiente y con el menor número de reglas posible.
El anarquismo busca evitar jerarquías en todas las áreas de la vida, un objetivo idealista que puede ser más complicado de lo que parece. Es beneficioso que nos cuestionemos los límites y estructuras que nuestra sociedad da por hechos, por lo que el anarquismo es una fuente rica de exploraciones «fuera de la norma» para ver cómo pueden ser la vida y el amor cuando evitamos imponerles una estructura.
Normalmente, la anarquía relacional valora más la libertad que el compromiso, por lo que quienes la practican prefieren reducir a un mínimo los acuerdos y otras promesas sobre la conducta sexual o romántica. Esto no quiere decir, por supuesto, que todo el mundo tiene carta blanca para ser alguien horrible. Incluso en el anarquismo más libre se necesitarían ciertos conocimientos básicos respecto al sexo seguro, a la ausencia de abuso físico o emocional, y cosas similares, para sentir la seguridad suficiente como para relacionarse con cualquier amante potencial. Y quienes practican la anarquía relacional siguen necesitando mejorar sus habilidades en la intimidad, la conexión y la expresión de cariño. Pero si eres el tipo de persona a quien le irrita la autoridad y piensa que las reglas están para ser rotas, entonces podrías encajar bien como anarquista relacional.
Vivir sin pareja
Para algunos putones, no tener pareja puede ser una situación temporal entre relaciones, un período recomendado para reponerse de una ruptura reciente, o un modo de vida a largo plazo elegido voluntariamente. Estar sin pareja es una buena manera de llegar a conocer quién eres cuando no estás intentando encajar como la otra mitad de alguien; aprender a vivir a solas contigo y disfrutarlo te da mucho para compartir con tu pareja cuando decides tener una. La promiscuidad sin pareja tiene sus propias alegrías y retos, por lo que le dedicaremos mucho más espacio más adelante en este libro.
En nuestras culturas monogamocéntricas, los solteros suelen transitar por la Tierra de los Rollos de una Noche, en la que te vas a casa con un ligue, compartís un rato de sexo ardiente y a la mañana siguiente os miráis el uno al otro y decidís si la relación tiene potencial para toda la vida. Si no lo tiene, te largas con mucha vergüenza y, de conformidad con una regla no escrita, nunca volverás a estar a gusto con esa persona valorada-en-la-balanza-y-que-no-daba-la-talla. El sexo entendido como un casting ocurre porque la mayoría de gente carece de un guion para la intimidad sexual que les guíe en el territorio intermedio entre el trato con una persona completamente desconocida y el compromiso total.
Las personas sin pareja pueden salir con varias personas de diferentes maneras. Una característica distintiva es la distancia a la que mantienes a tus amantes. Por lo que una forma de promiscuidad sin pareja incluye el tener amantes que no tienen interacción, y desde luego nada de información, entre sí. Esto evita complicaciones a costa de limitar ciertos tipos de intimidad, como la oportunidad de apoyo mutuo y el desarrollo de una comunidad.
O puedes elegir el presentar a tus amantes entre sí, quizás almorzando un domingo. Esto puede parecer una locura, o imposible, o una receta para el desastre, pero no lo critiques si no lo has probado. Tus amantes tienen mucho en común —tú, por ejemplo— y podrían gustarse mutuamente.
Si no tienes pareja y tienes un modo de vida sexual abierto, debes prestar atención a cómo estás cubriendo tus necesidades sexuales, emocionales y sociales. Puedes hacerlo de infinitas maneras. Lo importante es darte cuenta de tus necesidades y anhelos, para así poder cubrirlos siendo completamente consciente de ello. Si finges no tener necesidades de sexo, de cariño, de apoyo emocional, te estás mintiendo: terminarás intentando cubrir tus necesidades a través de métodos indirectos que no funcionan muy bien. Las personas que hacen esto suelen ser llamadas manipuladoras o pasivo-agresivas, términos, en nuestra opinión, para personas incapaces de satisfacer sus necesidades de una manera directa.
Cuando comprendas qué es lo que quieres y lo pidas, te sorprenderá lo a menudo que la respuesta es «sí». Piensa el alivio que podrías sentir cuando alguien te pida apoyo, o un abrazo, o te deje saber de otra manera cómo satisfacerle. Piensa en lo competente y maravillosamente bien que te sientes cuando de verdad puedes ayudar a otra persona, sea ofreciendo un hombro sobre el que llorar o esa estimulación precisa que lleva a un orgasmo perfecto. Dale a tus amistades la oportunidad de sentirse bien satisfaciéndote a ti también.
«Casi monogamia»
Acuñado por el periodista especializado en sexo Dan Savage en 2011, el término «monogamish» [casi monógamo] se ha extendido rápidamente, lo que nos hace pensar que quizá se venía necesitando una palabra como esta desde hace tiempo.
La casi monogamia consiste en el acuerdo entre los dos miembros de una pareja de que su vínculo tiene prioridad sobre cualquier conexión externa, pero que las aventuras ocasionales son aceptables y quizá incluso deseables para mantener encendida la llama. Muchas parejas casi monógamas aceptan terceras personas previamente acordadas en su cama de vez en cuando o llegan al acuerdo de tener una velada de «todo vale» para aventuras de una noche. Hemos oído de no pocas parejas que llegan a un acuerdo de excepciones de una noche en el caso de gente famosa a quien se desea: «De acuerdo, si consigues que Dan Savage se quiera acostar contigo, adelante, no lo dudes», lo cual, sospechamos, sería una especie de casi monogamia fantasiosa.
Para muchas parejas a quienes les excita la idea de un devaneo ocasional fuera de su relación, pero que no están preparadas para dar el salto al poliamor, un acuerdo casi monógamo es el pie que pueden meter en el agua para probar a qué temperatura está.
Vida en común
Hay múltiples formas de relaciones abiertas para quienes tienen pareja, incluyendo la monogamia en serie, en la que las parejas que se tienen están separadas en el tiempo, y la tan popular no monogamia no consensuada, conocida también como infidelidad. Nosotras pensamos que estos modos de vida son amor libre inconscientemente, pero tus autoras se sienten más libres y más seguras cuando aman abiertamente.
Es axiomático que las relaciones abiertas funcionan mejor cuando en una pareja se cuidan el uno del otro y de su relación en primer lugar, antes de incluir a otras personas en su dinámica. Por lo que la pareja de putones debe estar dispuesta al trabajo que explicaremos más adelante en este libro para comunicarse bien y lidiar con los celos, inseguridad y territorialidad siendo plenamente conscientes. Las parejas necesitan saber y comunicar sus límites, llegar a acuerdos y mantenerlos, y respetar sus propias y mutuas necesidades. Parejas y grupos necesitan también asegurarse de nutrir su propia conexión para mantenerla feliz, en buen estado y satisfactoria.
Las parejas pueden tener una relación secundaria aparte de la principal, o un cierto número de amantes sin organizar en ninguna jerarquía. Las relaciones varían respecto a lo estrechas o distantes que son emocional y físicamente, y respecto a cuánto contacto hay. Algunas pueden ser a corto plazo, mientras que otras pueden durar varios años o incluso la vida entera; algunas pueden suponer quedar dos veces a la semana, otras dos veces al año.
Las parejas nuevas en la no monogamia tienden a gastar mucha energía en definir sus límites. Normalmente, al principio se centran más en lo que no quieren que haga su pareja —las actividades que les hacen sentir, por alguna razón, inseguras o directamente aterrorizadas— que en sus auténticos deseos. Para muchas parejas marcar esos límites constituye un primer paso necesario al entrar en el desconcertante mundo de la promiscuidad. De todos modos, según las parejas van perfeccionando el manejo de los límites de la relación, tienden a centrarse más en lo que les gustaría disfrutar, y entonces buscan la estrategia para hacerlo más seguro. Cómo crear y seguir esta curva de aprendizaje se aborda con detalle en el capítulo 18, «Cómo abrir una relación ya existente».
Una mujer que conocemos tiene un estilo de vida que consiste en tener dos parejas principales a largo plazo, una de cada género, tejiendo una red inmensa con sus otras parejas y las parejas de sus parejas principales. Sus relaciones han durado muchos años, que han incluido la crianza de hijos y nietos, y sus ex parejas son aún miembros activos de su familia extensa.
En algunas relaciones abiertas, cada miembro de la pareja busca amantes por su