Despertar contemplativo. Carlos Samaniego

Despertar contemplativo - Carlos Samaniego


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a conformarnos con los que nos dijeron nuestros padres y abuelos, los que nos trasmitieron los maestros. De manera que pocos quieren más (o mejor, quieren), pero no se animan a trabajar por ello.

      El mundo te dará estás consignas: “¡Corre!”, “¡Desoriéntate!”, “¡Resígnate!”.

      Mucha gente vive hiperactiva, se levantan temprano, trabajan, van al gimnasio y ocupan todo su tiempo convirtiéndose en rehenes del reloj. Tampoco logran la paz y la armonía deseadas, es precisamente porque van afuera y no adentro, en su interior, luego de esto surge la desazón, la desesperanza, el fastidio y por último la resignación. Se pierde la fe y el vivir de forma nociva y enfermiza se naturaliza.

      Todas estas conductas nos conducen lejos de nuestra realidad. Si olvidamos lo natural de la vida: reír, intimar, crear, perdonar y amar, no daremos en el blanco. Si no estamos dispuestos a orar, a cultivar nuestra vida espiritual, estaremos ineludiblemente destinados al fracaso. Es la razón por la que el amor solo aparece en las telenovelas, pero es un amor ficticio; el amor verdadero incomoda, incomoda porque es genuino, limpio, sano y construye puentes donde todos ven grietas y abismos.

      Está en cada uno la decisión de ser personas de bien o no, está en nosotros disfrutar y agradecer lo que la vida nos pone en el camino y sortear cada obstáculo, o solo renegar, retroalimentar el dolor, el rencor y el odio. Si te alejas de tu misión personal, si renuncias a tus dones, el universo no pondrá obstáculos en tu camino, no tendrás menos valía por ello, pero estarás limitando tus sentidos espirituales. La sed y el hambre te acompañarán a lo que traducirás como frustración, y solo será la desconexión contigo.

      Verterte al exterior por vanos placeres es un camino dulce al comienzo, pero lleno de tristezas, nada en efecto suple el regocijo de fluir. Si te impones ante tu ego, lo miras de frente y entiendes cuán innecesario es, le quitas el poder, lo desinflas.

      El ego es una coraza, una máscara. Todos en algún instante de la vida, consciente o inconscientemente, usamos máscaras, aparentando lo que no somos. El problema reside en que no podemos pasar la vida entera fingiendo, procurando ser lo que no somos.

      Algunos van a las iglesias, oran largas horas y cuando llegan a sus hogares, o en sus trabajos son personas totalmente diferentes, renegadas y sin esperanza; eso es hipocresía (una máscara).

      ¿Por qué muchos van a las iglesias y solo piden? Bendición, sanación, prosperidad económica, de manera que lo supremo es solo un medio para su conveniencia. Dios se convierte en un aliado que solo debe asentir a los reclamos y quejas. Sé agradecido, siéntete contento con lo que te “tocó”, porque estés donde estés, nada ni nadie te puede impedir de llegar adonde quieres, a tus metas más profundas, tu eres el mentor, o el suicida de tus sueños.

      Cuando hablamos de lo supremo, de los credos, muchas personas se mantienen en una infancia espiritual alarmante. No estamos en la vida para debatir, discutir sin sentido. No estamos para juzgar ni criticar a los demás, aquel que despotrique una doctrina tiene miedo, lo desconocido da miedo y habla a las claras de la propia inseguridad. Podremos parlotear todo el día, pero si juzgamos al prójimo, si nos carcome un celo inmaduro, esa comunión universal habrá sido solo una ilusión.

      Más que con palabras oramos con las obras, con todo lo que nos demande la vida en ese instante, sin alardes y con simpleza. Los primeros eremitas, conocidos como “padres del desierto”, batallaron grandes combates sobrenaturales, muchos de ellos solo meditaban en el nombre del Señor: “Jesús, ten piedad de nosotros”. Alcanza la intención profunda para entrar en la vida contemplativa, es transformarse internamente, el nombre de Jesús tiene un gran poder.

      Es el motivo por el que no te prometa el éxito, las riquezas de este mundo, mi único propósito es el que despiertes, no tengo otro, más que sacarte de tu zona de confort. Quiero que luches por encontrar la vida de espíritu, tu vida es mucho más sagrada de lo que crees, mucho más radiante, recuérdalo. No podemos medir la grandeza en cuanto a títulos, a los talentos que desarrollamos en la cotidianidad, no puede estar la vara elevada solo en el dinero, ya que hay gente adinerada y honores con mucha frustración. Por otro lado, personas gentiles y llenas de pasión, que no tienen puesta sus metas en otra cosa más que en trascender mediante pequeños gestos, como el cariño, la entrega diaria.

      Hay un desafío que debe afrontar cada alma, no importa el tiempo que transcurra, lo deberá enfrentar y decidir; esto es, vivir dentro de uno y dominar su mundo interior, o ser arrastrado viviendo fuera. Afuera es divertido porque vamos al cine, porque nos relacionamos con las personas que queremos, pero después de esto hay que volver a la casa, descansar y cargar fuerzas. Lo mismo ocurre en la vida interna, salimos por un rato, pero debemos regresar, cerrar los ojos y nutrirnos en la oración, reflexionar y expandir esa fortaleza.

      El alma que entre en sí, se relacione poco a poco con la vida interior, no medirá como antiguamente lo hacía, recogerá aguas frescas que le darán una lucidez radiante. No será indiferente en su entorno, obrará justicia y piedad, será religiosa, contemplativa, reverenciará la creación. Reverenciar la creación amando a cada ser con sus tintes e improntas, la luz mella el corazón endurecido y viejo, le otorga la mirada fresca y perdida.

      Todas las personas tienen objetivos trazados, sueños por cumplir, algunos medios dormidos y otros a flor de piel. Los sueños son elementales para no bajar los brazos, está genial presionarse, pero es bueno tomarse un tiempo, como cuando hemos amasado y damos espacio a que leve la levadura. Este descanso no debe ser ordinario, no es como el del sujeto que se apresura a llegar a su casa para reclinarse en el sofá y mirar la televisión, no te automatices, estás llamado a sorprenderte a cada instante, a saborear la cotidianidad, la experiencia sencilla del amor.

      El don más grande del universo es el amor, nadie lo acepta tal cual es, ya que el amor verdadero trae lágrimas y alegrías. Es como una rosa: tiene su fragancia, sus suaves pétalos y sus espinas; el apasionado de las rosas las valora tal cual son, las quiere tal cual son... Si se pusiera a quitarle la espina a una de ellas ya no sería la misma, su magia se perdería. Cuando amas a alguien sucede algo similar, lo aceptas con sus virtudes y defectos, con sus luchas y sosiegos; si intentas cambiar su personalidad drásticamente solo herirás sus sentimientos y al igual que la rosa con el tallo dañado, se marchitará.

      Entendemos tan poco del amor, nosotros, los hombres; apreciamos a los que nos estiman, o cuántas veces damos con el pleno conocimiento de obtener algún rédito. Caminamos como turistas, con miedo a lo desconocido, no como simples viajeros, desligados; nos cuesta tanto tratar con el prójimo que es más fácil huir al mundo virtual, pero estás escapando, entiende eso. Si no te permites mirar a los ojos a la persona que tienes enfrente te pierdes de vivir, de encontrarte tú, de renacer.

      Tomar el hoy con gratitud es un gran paso, es dominar al hombre viejo que quiere saltar del pasado al futuro y viceversa. Salir de la mente es sacudirse del polvo y luchar por la corona de la vida, el alma entra en el no tiempo, en la poderosa unión con el todo. Sin los dones de Dios, sin los lazos de pureza la mente se vuelve indomable, eso se refleja a diario en las personas frustradas, las que se sugestionan medrosas a perder el trabajo y se forman una idea de que sostienen algo. Al fondo de esas decepciones o temores se esconde la incertidumbre a tomar diferentes horizontes. Sé que es duro quedar sin empleo, te aseguro que se abrirán nuevas puertas, surgirán ofertas impensadas; puede que pases oscuridades, luchas, hasta ciertas privaciones. Hay un tiempo para perder y otro para triunfar, un tiempo para soltar y otro para recoger. Nunca apoyes tu universo en la corriente exterior, ni en un amor o un maestro, el linaje humano es débil, falla a diario. No bases tu esperanza en un político ni en los que se tienen por poderosos, a estos les corroe tu libertad, te quieren ver mendigando o adulando su imagen. Mejor eleva tu mirada al cielo y ora, abraza una pertenencia sobre tus pensamientos, que sean tuyos y puedas deleitarte en ellos. Todo el mundo te querrá dar un plan de escape, pero ese plan encierra espada y látigo, todos los que te ofrezcan algo misericordioso traen detrás sus propias reglas, trabas y amarguras.

      Si echamos una mirada realista por la vida de Jesús, entenderemos que en ningún momento vino por el mundo, sus riquezas y sus fuerzas. Él se manifestó por las almas y a sanarlas; a ungir las heridas del enfermo, a dar luz en las áreas oscuras


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