El almacén de los recuerdos. Denise Arredondo

El almacén de los recuerdos - Denise Arredondo


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comprendí la gravedad de mi situación, estos tres años sin vos me envejecieron por completo, tragué todas mis tristezas, todas mis lágrimas y eso terminó acabándome por dentro. Al verte allí, siendo tan feliz, comprendí que nunca tomaste ningún tren, que siempre estuviste acá, en el mismo lugar, y que todas aquellas cartas que te escribí nunca tuvieron respuesta, pero sí las leías. Ahora es donde me pregunto si al irte ya tenías preparada otra vida, otra sonrisa, otras manos, y pienso que fue egoísta de tu parte dejar un final abierto entre nosotros dos, porque sabías que yo siempre volvería. También pienso que ahora tendré que volver y comenzar a borrar recuerdos, no dejarlos almacenados para que cuando llegue el siguiente agosto estar vacío de vos. Y quizá me corresponda tomar este tren, irme de acá para borrar nuestras memorias.

      ***

      Olvidos

      Cuántos olvidos llenos de vos habitan en mi memoria, los recuerdos navegan de punta a punta, dejándome en el final de la noche, casi tan llena de nada, tan llena de caminos que logré transitar sin vos.

      Hoy, al igual que ayer tu ausencia me pesa, cargo con todos los desamores con los que alguna vez me crucé, con todas las líneas que no llegué a dibujar en tu piel.

      Me sobran besos y también toneladas de café, me sobran estrellas y la luna se fue para no volver. Como vos, que te fuiste y sé que ya no volverás.

      Ahora es justo donde me doy cuenta de que todos mis cuentos llegaron a su final. Porque no hay historias que contar si vos no estás aquí.

      No hay otros besos que quiera descifrar, otras manos que quiera tocar y ni una nueva historia que quiera relatar.

      Te llevaste con vos todo lo bueno que tenía, te llevaste quince poemas de amor y un cuento sin final.

      ***

      Si estuvieses acá

      Si estuvieses acá, te estaría contando todo lo que me costó salir a verte en ese primer encuentro, te contaría que estuve más de una hora pensando en qué ponerme, si te gustaría un vestido o si quizá te parecía mucho y que unos jogging estaban bien.

      La verdad es que a esta altura no sé qué hubieses preferido, la verdad es que ya no importa, porque ya no estás acá compartiendo mi felicidad.

      Ahora estás allá contemplando otros ojos, otros labios, y yo estoy en este lugar tratando de contarte que me quedé con la duda de qué hubiese pasado si eso que tuvimos nosotros no hubiese sido fugaz, sino un amor real.

      Qué hubiese pasado si no hubiera ido con aquellos jogging, si no hubiera estado una hora esperándote y mentirte cuando llegaste diciéndote que recién había llegado, me gustaría saber si te gustó mi mirada y aquel peinado, si no te parecía raro verme un poco maquillada a pesar de que llevaba esos jogging tan desgastados.

      De paso te quiero contar que nunca más volví a usar esos pantalones, porque estaban llenos de tu recuerdo, tampoco volví a peinarme igual (lo llamé en mis delirios “peinado de la mala suerte”, porque quizá eso fue, quién sabe, lo que hizo que no te quedaras acá).

      Tampoco volví a enamorarme (tan perdidamente) por miedo de tener esa suerte de volver a verte.

      Yo me quedé con mil dudas, no sé cómo te quedaste vos, pero yo me quedé pensando en todo lo que pudimos ser y lo poco que fuimos. Tengo tu recuerdo un poco borroso, pero aún está. Me gustaría saber si todavía te queda algo de mí o decidiste olvidarme en aquel abril.

      ***

      Primera vez

      La primera vez que la viste una sonrisa se dibujó en tu rostro. Una sonrisa a la que ella respondió.

      Dijiste unas palabras y siguieron su rumbo, hablaron de sus vidas, de sus gustos, de las personas y de quién sabe algo más.

      En ese momento la deseabas, pero la veías inalcanzable.

      Los segundos fueron minutos, los minutos fueron horas y las horas fueron días.

      Preguntaste si la podías volver a ver, a lo que ella respondió amablemente que sí. Esos días se convirtieron en rutina, una rutina bella, agradable y llena de sentimientos.

      El primer beso fue acompañado de emociones ocultas, de miedos interminables, y de preguntas que quizá hoy tengan respuestas. Todo se fue acomodando a la medida de sus corazones, a la medida de sus cuerpos, de sus labios, del tiempo.

      Hoy la amás.

      Hoy te ama.

      Y qué rápido han pasado esas horas, esos días, esos segundos.

      Hoy es tuya.

      Hoy sos suyo.

      Y el miedo de perderse uno al otro jamás tendrá fin.

      La ama.

      Lo ama.

      Se aman.

      Y en sus corazones saben que ese amor va por mucho más.

      ***

      Cuesta decir adiós

      Tu desinterés era la razón más grande para irme de vos. (Pero cuesta tanto decir adiós). Estaba sumergida en una ola de recuerdos sin fin, casi todos me llevaban a vos.

      No sabía para dónde ir, si vos no estabas aquí. (Qué haría en mis otoños sin tener tu compañía rondando en un abril).

      No podía disfrazarme de olvido y tratar de reemplazarte (nadie podía igualarte), eras el caos más grande mi vida.

      Yo ya no podía seguirte, tus pasos eran más rápidos y me ponías demasiados obstáculos. (Yo jamás te hice eso a vos) y no logro entender por qué lo quisiste así.

      El dolor más grande fue que me vieras llorar y no me dieras ni una sola palabra, ningún roce para poder darme la paz que con tu falta de amor me habías quitado.

      Tuve que sujetar mis manos muy fuerte para que no busquen escribirte, mis dedos no aguantaban más, extrañaba tu piel, estaba tratando de arrancar cada parte de mí para que no corrieran a buscarte. (Me lo hiciste tan difícil).

      Siempre me pregunto cómo habrás hecho vos para no extrañar lo que fuimos nosotros dos, cómo pudiste hacerlo tan fácil y encontrar otro calor para que te brinde lo mismo que te dio mi amor.

      Quizá desde un principio siempre lo quisiste así, pero nunca lo percibí. Es que me enamoré y nunca imaginé un fin.

      Ahora estoy aquí, pensando qué hare sin vos, buscando olvidar los recuerdos que me traerá este abril.

      ***

      Fácilmente reemplazados

      La gente se aleja, los lazos se cortan, la gente muere, el recuerdo desaparece.

      El amor se rompe, el amor florece, los olvidos se escapan y alguien nuevo aparece. En el ciclo de la vida somos fácilmente reemplazados, somos un pasado o un presente para la gente. Somos lazos que se rompen, somos usados para las figuritas de un álbum. Nuestra esencia deja una marca, pero esa marca solo es un recuerdo y los recuerdos son olvidos, los recuerdos se transforman en otros recuerdos y esa esencia se desvanece al ser reemplazada por otro tacto.

      Nos olvidan como si nunca hubiesen vivido. Somos reemplazados fácilmente, como las hojas de un árbol cuando el otoño cae, somos reemplazados por quienes menos esperábamos. Un día despertamos y fácilmente fuimos reemplazados.

      Por qué será que uno puede borrar todo en un abrir y cerrar de ojos, mientras que el otro se queda esperando y sufriendo una catarsis de emociones sin fin. ¿Por qué será? Qué sentirá el otro al olvidar tan fácilmente, qué sentirá al tocar unas nuevas manos, qué sentirá al estar en una nueva piel. Es que tan fácil somos reemplazados. Nos convertimos en pasado, mientras vivimos el presente, aparecemos y desaparecemos, dejamos marcas, dejamos una parte de nuestra alma.

      Nos repartimos de par en par, un poco por allá, un poco por acá. Pero ¿con qué nos quedamos nosotros si el otro se lleva gran parte de nuestros caminos? ¿Con


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