Razón, lenguaje y reconocimiento en América Latina. Oscar Pacheco

Razón, lenguaje y reconocimiento en América Latina - Oscar Pacheco


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de Argentina y su dirigencia en este ordenamiento mundial en donde el rol periférico parece no ser fácilmente superable.

      Recanati nos invita a revisitar algunos aspectos de la obra del filósofo argentino-mexicano Enrique Dussel. El autor elige algunos de sus tópicos para considerar la vigencia de su pensamiento: la crítica al eurocentrismo, la necesidad de replantearnos la Modernidad y la relectura de la categoría levinasiana del Otro.

      Por último Rossolino realiza un interesante ensayo donde analiza y compara los resultados del Atlas de las creencias religiosas y las opciones del Episcopado argentino en los últimos años. Aquí descubre algunos puntos de sintonía así como ciertas divergencias y desencuentros entre la encuesta y las opciones pastorales de la Iglesia Católica Argentina.

      Agradecemos el esfuerzo de quienes participan con sus textos que ofrecemos como aporte de nuestra Facultad para seguir repensando nuestra América Latina. Textos que intentan ser un ejercicio de racionalidad situada, en busca de legitimidad intersubjetiva y abierta a un reconocimiento crítico como metodología del pensar latinoamericano.

      Dr. Oscar Pablo Pacheco

      Dr. Carlos Javier Asselborn

      1- Dichos textos aparecen en una colección titulada Modernidades, legitimidad y sentido en América Latina, Gustavo Cruz, Carlos Asselborn y Oscar Pacheco (editores) EDUCC, 2017 (en prensa).

      Universidad del Salvador

      Introducción

      Fuentes documentales

      Las fuentes documentales para el análisis serán diecisiete piezas sermonarias pronunciadas durante celebraciones religiosas posteriores al resultado de las batallas o aniversarios de hechos políticos destacados como ya se comentó. Indicamos a continuación esas fuentes. Casi la mayoría de las piezas oratorias a analizar son éditas (Martínez de Sánchez, 2010:12):

      Sermón de gracias por el nacimiento de los príncipes (San Alberto, 1784);

      Oración fúnebre por Carlos III (San Alberto, 1789);

      Sermón en acción de gracias a la Virgen del Rosario (Grela, 1806);

      Oración Congratulatoria a Nuestra Señora del Rosario (1807) (Castellanos, 1891: 153-169);

      Sermón de acción de gracias por la recuperación de Buenos Aires (Terrazas, 1807);

      Oración Fúnebre por los fallecidos en la invasión inglesa (Rodríguez de Olmedo, 1807);

      Sermón del 25 de Mayo (1814) (Martínez de Sánchez, 2010:110-122);

      Oración patriótica (1814) (Martínez de Sánchez, 2010:123-137);

      Sermón del Pilar de 1815 (IEA, Documento N° 11662);

      Sermón (1816) (Martínez de Sánchez, 2010: 138-142);

      Oración patriótica (1817) (Martínez de Sánchez, 2010:143-158);

      Sermón de acción de gracias (1817) (Martínez de Sánchez, 2010:159-173);

      Sermón sobre el aniversario del 25 de Mayo (1819) (Martínez de Sánchez, 2010:174-186);

      Sermón patriótico (1821) (Martínez de Sánchez, 2010:187-195);

      Sermón del 25 de mayo de 1822 (Martínez de Sánchez, 2010:196-205).

      Imagen sacralizada de la monarquía, la dinastía y el rey

      “El Rey Sabio es el apoyo y firmeza de su pueblo”

      (San Alberto, 1784:48-49)

      La oratoria sagrada ofrece la posibilidad de acercarnos a esa operación simbólica central en la elaboración de un imaginario sobre el sistema político y sus protagonistas (Clissa, Maggi y Berdini, 2011:1); tanto de la monarquía y el monarca, sobre todo si tenemos en cuenta que el rey español era un rey ausente en tierras americanas. La imagen de la monarquía que se trasladó a los súbditos del rey durante la etapa de dominación hispánica fue una imagen sacralizada. El obispo José Antonio de San Alberto en el “Sermón de acción de gracias” por el nacimiento de los infantes Carlos y Felipe de Borbón de 1784, es un ejemplo de ello. Describe las características generales de un monarca, para luego hacerlo con Carlos III, que comparará continuamente con el modelo de rey del Antiguo Testamento, David (San Alberto, 1784:1-2, 12). El mismo concionador, en el sermón fúnebre de Carlos III, comparará a éste con Moisés (San Alberto, 1789:21); con Salomón afirmando que “Murió Carlos el magnífico, como Salomón: magnifico en sus promesas, en sus gracias y sus liberalidades”, (San Alberto, 1789:8, 15) y con soberanos cristianos, al decir que era “Principe tan bueno, y aun mejor que Teodosio” (San Alberto, 1789:6). El mismo prelado, citando la Biblia, asimismo explicará que la felicidad de la monarquía “depende del cultivo de las Artes; del apoyo de la Justicia; del fomento de la Legislación; del conocimiento de lo útil, necesario, y pernicioso, y sobre todo, de la pureza y estudio de la Religión.” (San Alberto, 1784:45).

      La continuidad de la monarquía y de la dinastía es delineada:

      La succesion continuada de los Imperios es la que asegura sus felicidades. El sagrado depósito de la Fe: la pureza é integridad de las costumbres: la inviolable observancia de las santas Leyes; el amor y fidelidad de los Pueblos, todos estos exes, sobre que rueda y gira seguramente el bien de un Estado, se afianzan en la succesion, no interrumpida de los Soberanos, asi como peligran en su mudanza ó alteración. (San Alberto, 1784:19-20).

      Luego de la muerte de Carlos III, el obispo concionador se referirá al rey como un eslabón de la cadena de monarcas españoles: “los futuros Annales de España le atribuirán con justicia el titulo de Grande, como á los Sanchos; el de Católico, como a los Fernandos; el de Sabio, y Casto, como á los Alfonsos; y el de Prudente, y Animoso, como a los Filipos.” (San Alberto, 1789:32).

      El nacimiento de los Infantes provoca regocijo al verse en ellos el futuro de la monarquía: “Los Principes se regocijaron en haber dado un nieto a Carlos III, á si mismos un hijo, y á España un heredero. Todo el Reyno se tomó la enhorabuena, de poseer una prenda que le aseguraba el dulce y paternal gobierno de los Borbones.” (San Alberto, 1784: 7).

      España es un reino privilegiado por Dios porque le otorga un Rey y Príncipes “cuyo carácter es la humanidad, la docilidad, y la obediencia á vuestra santa Ley” (San Alberto, 1784: 43). “Asi la España, esta porción escogida de la Iglesia, se gozará de ver continuarse la generación bendita de unos Principes, cuyo carácter es el Catolicismo, y su mayor gloria es ser los Primogenitos de la Iglesia.” (San Alberto,


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