Modernidades, legitimidad y sentido en América Latina. Indagaciones sobre la obra de Gustavo Ortiz. Oscar Pacheco
que ‘nunca sabía qué hacer en el campo de batalla’”, la traición de Urquiza, son momentos ineludibles para una correcta interpretación. Ortiz describe el periodismo militante de Hernández, quien en 1863 pregunta desde el diario El Argentino de Paraná “¿no se puede ser liberal sin matar?”.
Del autor y su época se pasa ahora a ubicar el marco histórico-social de la obra. Ortiz critica las interpretaciones del poema que olvidan el contexto social del autor y la obra. Este olvido en realidad oculta intereses de clase. Por eso las interpretaciones terminan creando mundos fantásticos, oníricos o metafísicos (Ortiz, 1972: 120). Para reconstruir dicho marco se hace uso de variantes dependentistas: existe una contradicción “fundamental y estructural”, imperio-nación, expresada también en la antinomia “oligarquía portuaria-interior del país”. De modo que a nivel político, se trata de la antinomia “unitarios-federales”; económicamente opera la oposición entre librecambio o desarrollo nacional autónomo y culturalmente se trata de la contradicción entre civilización o barbarie (Ortiz, 1972: 121).
No se olvida pasar revista a los estudios sobre el poema gaucho; las hay serias y meritorias (Leuman, Lugones, Martínez Estrada, Borges, Astrada, entre otros), “algunas verdaderamente insulsas, apenas entusiastas; el resto, lamentables” (Ortiz, 1972: 121). Lugones se equivoca al afirmar que el “gaucho se fue”. No se fue, lo echaron. Astrada, a pesar de su metafísica europea, “muestra entre otras cosas que es posible ser filósofo en serio y pensar y ayudar a formar la conciencia histórica argentina” (Ortiz, 1972: 123). La interpretación de Julio Mafud “no alcanza a superar el nivel de la mediocridad” (Ortiz, 1972: 123).
Luego de este largo derrotero Ortiz nos anoticia de su intención: interpretar al Martin Fierro “desde la óptica del pueblo” porque “el pueblo es el único sujeto de la cultura nacional”. Y el pueblo para interpretar tiene una categoría excluyente: la dominación. Ese es el lugar donde irrumpe “el ser latinoamericano”; “ese es el modo de ser, de habitar su mundo el hombre latinoamericano: la opresión” (Ortiz, 1972: 124). Siguiendo otra vez a Heidegger y a Hölderlin afirmará que “el poeta se anticipa al pensador”.
Lejos de las interpretaciones románticas y melancólicas, Ortiz propone una lectura donde prima la acción. Lo hace señalando las categorías de esta lectura popular del poema: la dicha, la pena, el despojo, la violencia, los condenados, el ethos de la libertad, la palabra y la protesta social. Aquí su interpretación “tropieza” con el indio: “En el payador, la palabra se hace canto, vehicula sentimientos y estados anímicos. Sobre todo, sirve para la comunicación. A diferencia del indio que lanza alaridos y gruñe (sonidos), el ‘cristiano’ posee el don de la palabra” (Ortiz, 1972: 134). La prisión, la resistencia, el desprecio de los poderosos son también analizados a partir del poema. Categorías que describen las vicisitudes del gaucho, que siempre es pobre y que para Ortiz es el pueblo. El indio parece ser lo totalmente otro, “[e]l indio y su mundo respiran amenaza y hostilidad: es el mundo de la naturaleza indomada” (Ortiz, 1972: 141). No entra como sujeto portador de una supuesta cultura nacional. Compartiendo con el gaucho el ethos de la dominación, Ortiz no lo incluye en su lectura “desde el pueblo”. Respecto al viejo Vizcacha afirma:
rodeado de perros, viviendo en una cueva, mugriento, almacenando chucherías, comiendo vacas ajenas, Vizcacha y su filosofía del “no te metás” representa la numerosa clase media argentina…La oligarquía y los imperialismos la han nombrado tutora, educadora y protectora del pueblo… Vizcacha y la pequeña burguesía, víctimas los dos, aman más la vida que la libertad (Ortiz, 1972: 140).
El gaucho es aquel que se resiste a la dominación con su espíritu indomable y un abismo media respecto a los “puebleros”: “son dos mundos, dos lenguajes. Y aunque estos digan entenderlos, pronuncien arengas, protesten solidaridad y …escriban sobre el Martín Fierro” (Ortiz, 1972: 142).
El trabajo culmina con una sentencia del poema que repica sobre los intelectuales despistados y alejados del pueblo:
De los males que sufrimos
hablan mucho los puebleros
pero hacen como los teros
para esconder sus niditos:
en un lao pegan los gritos
y en otro tienen los huevos
(citado en Ortiz, 1972: 143).
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