La soledad del lector. David Markson
Rothko se suicidó cortándose la parte interna de los brazos a la altura de los codos con una hoja de afeitar de doble filo.
Antes plegó un pañuelo de papel sobre uno de los filos para no cortarse los dedos.
Pero ¿quién eres? No eres del castillo, no eres del pueblo, no eres nada.
Sargento Joyce Kilmer. Alan Seeger. Teniente coronel John McCrae.
Pergolesi escribió su Stabat Mater a los veintiséis. Y murió el mismo año.
Una mujer de una pierna con una pollera notoriamente corta.
En Rapallo, durante años, Ezra Pound pasaba dos noches por semana con su esposa Dorothy y cinco noches con Olga Rudge.
Y tenía hijos de ambas.
Voltaire era antisemita.
¿Altera el tono de la soledad que el Protagonista sí tenga hijos?
¿La realza, si tal vez están en un lugar muy lejano?
¿Es factible que el Protagonista haya perdido todo contacto con ellos?
¿Por qué Kafka, por una vez, no lo llamó judío y terminó con la cuestión?
¿Cómo habría cambiado nuestra percepción de su obra si lo hubiera hecho?
Matisse, consultado sobre la piel verde:
No estoy pintando una mujer. Estoy pintando un cuadro.
Rupert Brooke murió por una picadura de insecto. Alban Berg también.
Hegel, Schelling y Hölderlin compartían la habitación cuando eran estudiantes de teología.
La muerte de Sócrates de Jacques Louis David muestra a Platón sentado y desesperado. En el Fedón, Platón dice que estaba enfermo y no estuvo presente.
François Marie Arouet.
Bueno, yo ahora aquí estoy completamente solo.
Georg Trakl murió de una sobredosis de cocaína, supuestamente deliberada. La hermana de Trakl, Margarete, también se suicidó. Parece ser evidencia de incesto.
Modigliani murió de tuberculosis en un pabellón para indigentes.
Whistler estaba convencido de que Bret Harte era mejor escritor que Dickens o Thackeray.
Según la leyenda, Safo se tiró al Egeo tras haber sido rechazada por una amante. No se sabe nada de su edad. Aunque de hecho ya empezaba a tener canas.
¿L. ahora aquí está completamente solo?
Ayer a las ocho de la noche murió madame Bérenge, la conserje.
Una de las mecenas de Joyce ofreció pagarle el análisis con Jung. Joyce rechazó la idea.
Más adelante, sin éxito, Jung sin embargo trabajaría con la hija trastornada de Joyce, Lucia.
Aristóteles suponía que las mujeres tenían menos dientes que los hombres.
Cada tanto: al Protagonista se lo ve detenerse distraídamente entre las tumbas. Pocas lápidas son elaboradas. Abundan los yuyos. Se acumulan las hojas.
Los nombres ya se han vuelto familiares.
Muchas de las fechas de muerte son extremadamente lejanas.
Unas cuantas, no.
Para su sorpresa, una tarde el Protagonista encuentra una bandera estadounidense en miniatura colocada junto a una de estas últimas. Nadie entró o salió que haya podido ponerla ahí, hasta donde él vio.
Alguna vez te amé, Atis, tiempo atrás.
Al descubrir que su mujer tenía un amante, Carlo Gesualdo hizo matar al hombre, después mató él mismo a su mujer.
Y después a su hijo menor, ante la posibilidad de que el chico no fuera suyo.
Mientras escribía madrigales seguía cantando.
Durante las campañas del desierto, T.E. Lawrence llevaba en su mochila un Esquilo y un Aristófanes, ambos en griego. También una Morte d’Arthur y el Oxford Book of English Verse de Quiller-Couch.
Era capaz de leer a lomo de camello.
Dante la menciona solamente como su Comedia. Fue Boccaccio el que la llamaría Divina.
¿Alguna vez el Protagonista le hablará a la mujer?
¿Hay una mujer?
Todos hemos salido de debajo de El capote.
Chi il bel sogno di Doretta.
Caravaggio incorporó varios autorretratos desagradables en sus lienzos. Uno de ellos es la grotesca cara de ojos vidriosos en la cabeza cortada de Goliat.
Harriet Shelley se ahogó intencionalmente.
Can grande della Scala.
G.K. Chesterton era antisemita.
Hay ciento siete mil pareados rimados en el Mahabharata. En total es casi quince veces más largo que La Ilíada.
Que una mujer estudie los Vedas es señal de confusión en el reino. Así dice.
Edipo tirano.
A unas cuadras en ese mismo barrio del cementerio en decadencia, un pequeño y solitario almacén mal iluminado. Hay también un restaurante sin gracia, con pocos clientes.
El Protagonista come en gran medida de latas.
Lo que significa que la casilla va a necesitar gas además de electricidad.
Thomas Chatterton tenía diecisiete cuando compró arsénico, a crédito, para suicidarse. Fue enterrado en una fosa común.
Un brazalete de brillante cabello alrededor del hueso.
Wallace Stevens le dijo a Robert Frost que sus poemas eran, demasiado a menudo, sobre cosas.
Frost le dijo a Stevens que los suyos eran sobre chucherías.
Tolstoy y Gandhi mantenían correspondencia.
Tchaikovsky murió de cólera, en San Petersburgo, tras tomar agua de la canilla, sin hervir.
Entre las cajas del Protagonista, varias con discos de fonógrafo más que con libros.
Lorine Niedecker pasó años de su vida adulta fregando pisos en un hospital de Wisconsin.
Nombres de los muertos.
Un rumor de larga data insistía en que Guillaume Apollinaire era hijo de un cardenal, o incluso del Papa. El padre de su madre había sido oficial superior en la Guardia Papal.
El segundo mandamiento se tomaba tan literalmente en el gueto lituano cuando Chaim Soutine era chico que cuando trataba de dibujar era castigado físicamente.
Las tumbas de desconocidos.
Martin Heidegger era antisemita.
Y tenía un retrato de Pascal en su estudio. Mientras que firmaba sus cartas “Heil Hitler”.
Maya Lin.
John Berryman se suicidó a los cincuenta y siete saltando desde un puente. Cuarenta y cinco años antes su padre se había pegado un tiro junto a la ventana de Berryman.
Horacio estableció que un escritor debería dejar a un lado un poema terminado durante nueve años. Y recién entonces decidir si vale la pena publicarlo.
Una o dos cuadras más allá del almacén, donde el barrio declina hacia un abandono aún más evidente, hay una lúgubre taberna frecuentada solamente por un remanente de ancianos. La televisión, si está encendida, solo pasa deporte. Nadie se entromete si el Protagonista se sienta en silencio con un único trago. De todas maneras, no va seguido.
De hecho, a Soutine una vez lo golpearon tan fuerte por bosquejar un retrato que se lo compensó por daños y perjuicios.
Y