Diario de Nantes. José Emilio Burucúa
Odiseo en el mundo moderno.
Una nota algo sombría al terminar la jornada. El presidente de la universidad transmite a los estudiantes y al personal varias consignas de seguridad del programa Vigipirate. La mayoría de los mandatos parecen razonables, pero uno suena algo amenazante, casi totalitario, pues fomenta la delación. Lo traduzco: “Señalar las acciones o los comportamientos manifiestamente anormales que podrían hacer pensar que un acto malévolo será cometido”. Recuerdo la película Minority Report.
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17 de noviembre
Día del militante peronista. No soy militante, menos peronista, de manera que no es mi día.
Sudhir Chandra y otros colegas proponen una declaración de los fellows ante los acontecimientos de París, que sería enviada a los medios a manera de mensaje de condolencias. Después de varias intervenciones y retoques queda más o menos así:
Nosotros, fellows y personal del Instituto de Estudios Avanzados en Nantes, expresamos nuestro dolor profundo y nuestra consternación ante la violencia absurda descargada sobre personas inocentes en varios sitios de París. Extendemos nuestras simpatías de corazón a las familias enlutadas. Lo ocurrido en París no es sino una manifestación de la violencia terrorista, siempre en aumento, que puede golpear a cualquiera, en cualquier parte del mundo. Ahora, frente al hecho de que el pueblo francés ha sido su blanco reciente, queremos asegurarle que nosotros, representantes de cinco continentes y varias fes e ideologías, anhelamos acompañarlo en esta hora de crisis.
En momentos de tantas pérdidas humanas y de tanto daño infligido a una nación, no es fácil conservar el sentido de equilibrio y no ser arrastrado por pasiones como la ira y la venganza. Medidas razonables para mejorar la seguridad pueden ser necesarias y seguramente habrá de adoptárselas. Al mismo tiempo, es imperativo no actuar en un sentido que sólo perpetuaría un ciclo interminable de violencia y contraviolencia y pondría en peligro nuestros valores de libertad, igualdad y fraternidad para todos los seres humanos. Prestemos oídos al consejo atemporal de Buda: “El odio que se alimenta del combustible de las justificaciones debe ser conjurado por el agua de la compasión, no alimentado con la leña de las razones y las causas”.
Pero Sam Truett objeta el tono del segundo parágrafo (en cuya redacción intervine a propósito de la Liberté-Égalité-Fraternité) por considerar que contiene una admonición a los franceses que está fuera de lugar. Comprendo a Sam, pero no comparto su reparo al punto de querer suprimir el parágrafo. De todas maneras, su contrapropuesta es buena, de altas miras, y está muy bien redactada. Aquí va:
En tales momentos de pérdidas humanas y tragedia nacional, la ira y los pensamientos de venganza resultan naturales. Pero esos sentimientos pueden fácilmente hacernos olvidar hasta qué punto nuestras relaciones a través de las fronteras están marcadas también por la amistad y la empatía. No perdamos la esperanza. Recordemos que nos movemos en este mundo también en medio de una multitud de amigos. Seguiremos trabajando codo a codo para estrechar los lazos de comunidad y entendimiento mutuo que nos mantendrán juntos a través de este tiempo oscuro.
Circulan también un texto de Edgar Morin y otro de Paul Krugman, que me facilitó Nicolás; ambos van en el mismo sentido de nuestro pasaje objeto de controversia.
A las cuatro de la tarde, nos reunimos Gabriela Patiño, los senegaleses, Margret Frenz y yo. Babacar quiere involucrarnos en un proyecto que abarque el estudio de problemas contemporáneos de la India, el África Occidental y América del Sur, a partir de una perspectiva histórica. Menciono la experiencia del programa intercontinental sobre la historia de la esclavitud atlántica, donde descolló Marisa Pineau. También cito el caso del proyecto “Desigualdades” que dirige Elizabeth Jelin, en el que participan Juan Carlos Torre y Carlos Reboratti, y cuenta con el apoyo de investigadores alemanes. Mis colegas del IEA me piden que haga los contactos necesarios. Nuestra idea consiste en planear estudios comparativos acerca de “La vida de la infancia y de la juventud entre el sur y el norte del mundo”. Los temas a considerar podrían clasificarse según los ítems siguientes: educación, comunicación, lenguajes, salud, representaciones, niñez y trabajo, niñez y criminalidad, niñez y guerra. Mor Ndao se compromete a redactar las primeras páginas de la idea.
Me pego el faltazo a la conferencia de los martes. Johan van der Walt, profesor de leyes en Luxemburgo, habló sobre “La revolución del efecto horizontal y la cuestión de la soberanía”. Al parecer, la corte constitucional de Alemania ha sentado jurisprudencia acerca de casos en los cuales el ejercicio de los derechos fundamentales afecta las relaciones horizontales, es decir, de igual a igual, entre los individuos particulares. El despliegue de tales vínculos ejerce cada vez mayor influencia en los casos tradicionales de “efectos verticales”, esto es, en las relaciones entre individuos y autoridades estatales, de modo que la práctica misma de la soberanía se ve más y más afectada por los intereses y las acciones que unen a los ciudadanos entre sí, por fuera o en los intersticios del sistema constitucional. Un nuevo concepto de democracia se anuncia en semejante transformación. Pero no escuché al orador. Sí concurrí a la cena, que compartí con Rimli, Dmitrii, los senegaleses y Sara Keller, una historiadora francesa, joven e inteligente, quien trabaja en el estado de Gujarat en la India. Rimli, habitante de ese mismo estado, contó que las bebidas alcohólicas están prohibidas allí y que, para tomar vino, por ejemplo, es necesario disponer de un certificado médico donde se asiente que los antepasados directos e indirectos del interesado han sido todos alcohólicos, borrachos si lo decimos en criollo. Rimli confiesa que le gusta comer con vino y trata de procurarse uno de tales certificados. Lamentablemente, no lo ha conseguido todavía. Sara confirmó la tirria gubernamental contra los alcoholes desde hace largo tiempo. Su campo es la historia del siglo XVII en esa región del subcontinente, por eso sabe que, a fines de esa centuria, el maharaj Shivaji quería comprar cañones a los franceses de Surat y sometió entonces a armas y armeros a varias pruebas de tiro. Los franceses erraban a propósito los disparos y pretextaban que, sin vino, perdían la puntería. El maharaj ordenó satisfacerles el deseo de beber alcohol. La puntería fue perfecta y Shivaji compró los cañones al mismo tiempo que autorizó el despacho de vino a los franceses. Rimli se refirió enseguida a sus contactos con la cultura bengalí y elogió una novela, obra del bengalí Aktaruzzamann Elias, Khoabnama, que podría traducirse como La interpretación de los sueños: se trata precisamente de la historia de un campesino que sueña y evoca los movimientos del agua en el delta del Ganges, un sitio donde nunca se sabe bien ni se puede determinar dónde comienzan o dónde terminan la tierra y el agua. De golpe, ese mundo de realidades y supra o intrarrealidades se desmorona cuando se produce la tragedia de la partición política entre la India y Pakistán en 1947. Escrita en numerosos idiolectos del bengalí, prácticamente intraducible, Rimli cree que es la mejor novela que ha leído en su vida.
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18 de noviembre
Sigue la discusión alrededor del texto de condolencias que los fellows queremos enviar a nuestros compañeros franceses de trabajo. Houben reclama precisiones eruditas de las citas que hacemos. Si nosotros no cultiváramos la práctica, ¿quiénes entonces? La réplica de Sudhir no tiene desperdicio. La transcribo:
Gananath Obeyesekere es uno de los más grandes intelectuales respecto de quien tenemos el privilegio de decir que vive entre nosotros. Él cita a Buda con las palabras que transcribí. Si una autoridad como la suya es sospechosa, pocas cosas deberían ser aceptadas sin sospechas. Por lo demás, nada de lo que Buda dijo y aceptamos como auténtico sobre la base de la opinión de los eruditos puede ser probado, en último análisis, ni tenido por más que una atribución. Pero ese no es mi argumento en las circunstancias actuales. La cita trae consigo la autoridad de Obeyesekere, y ello debería ser suficiente para una declaración como la nuestra. Si confiar en Obeyesekere es un insulto al estatuto científico del IEA y de otros miles parecidos, poca cosa incontrovertible conservaría el privilegio de ser dicha.
A todo esto, Dmitrii Tokarev también se alza contra el segundo parágrafo:
Mientras que acuerdo completamente con el primer parágrafo, aún tengo reservas importantes respecto del segundo. Pienso que el gobierno francés podría haber encontrado respuestas adecuadas frente a los ataques previos del terrorismo y que si no lo