Una guía para la enseñanza de historia ambiental. Emily Wakild

Una guía para la enseñanza de historia ambiental - Emily Wakild


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estudiantes están hambrientos de enfoques humanistas y problemas impulsados por la ciencia. Esto es especialmente cierto porque las humanidades pueden ser atractivas, flexibles y experimentales en lugar de ser inaccesibles por el dominio obligatorio de las teorías cuantitativas.2 Una de las principales ventajas de la historia ambiental es que se trata de un pasado y presente tangibles, lo que la convierte en una notable herramienta para comprender la sociedad.3 La historia ambiental puede atraer a una amplia variedad de estudiantes precisamente porque proporciona un enfoque expansivo y creativo que se basa en el mundo material que los alumnos observan cambiar frente a sus ojos. Reconocer las fuerzas geológicas, los fenómenos climatológicos y otros organismos en nuestras reconstrucciones del pasado humano proporcionará una imagen más completa de cómo, cuándo y por qué los humanos han podido contar sus propias historias y forjar sus propias sociedades anidadas y conformadas por restricciones y posibilidades ambientales.

      Los humanistas han pasado décadas contextualizando y explicando las variadas experiencias humanas a través de divisiones raciales, étnicas, de clase, de género, generacionales y educativas, pero podemos hacer más. Descuidar los temas ambientales ya no es éticamente razonable. Dejar al medioambiente fuera de la historia es imaginar que los humanos viven en un mundo diferente, lo que podría ser un ejercicio apropiado para el futuro, pero no le hace justicia al pasado. Todavía queda por verse si nos dirigimos o no a un “giro” ambiental o no humano que cambie la investigación teórica sustantiva a la par con el “giro cultural” de las décadas de los ochenta y noventa.4 No obstante, el cambio de atención e interés hacia las relaciones entre los seres humanos y no humanos capta la creciente preocupación desde varias direcciones. Para hacer que los estudiantes piensen sobre lo que significa, en el pasado, presente y futuro, expandir nuestro entendimiento de la humanidad y que consideren que los humanos no están solos, debemos ser deliberados en nuestras elecciones y provocativos en nuestra planificación.

      En este libro encontrará una amplia discusión de lo que significa el diseño del curso y por qué es importante, lo que no encontrará es un resumen de historiografía. Esto, porque sentimos que muchos historiadores hablan mucho sobre esto y excluyen el diseño del curso. Si hay una cosa que es universal en cualquier departamento de historia es que a los historiadores les encanta hablar de libros.

      La respuesta más común de un profesor a quien se le pregunta cómo enseñar algo es una lista de lo que se debe leer. Si bien es un comienzo, dicha bibliofilia puede sustituir falsamente una conversación real sobre la mecánica de la docencia y el aprendizaje. La mayoría de los historiadores pueden discutir libros en el happy hour, pero los métodos de enseñanza son temas más típicos de reuniones de docentes y evaluaciones jerárquicas. Hay muchas razones para esto, pero una de ellas es que pocos historiadores escriben sobre sus propias experiencias de enseñanza. Es aún menos probable que escribamos sobre la pedagogía como un proceso o esfuerzo compartido. Sin embargo, los métodos, las evaluaciones, el ritmo, las preguntas y la organización guían la forma en que nuestros libros favoritos llegan a los estudiantes y lo que aprenden a hacer con ellos. Debido a esto, nuestro objetivo es convocar una conversación sobre cómo, no solo qué o por qué, se puede enseñar historia ambiental. Más allá de los libros que asigne o el contenido que cubra, cómo reúna las lecturas y el contenido y lo que los estudiantes hagan con ellos generan un plan de estudios y guían un curso.

      Con esto en mente, este libro tiene dos objetivos interrelacionados. Nuestro objetivo es, primero, proporcionar estrategias para diseñar un curso nuevo sobre historia ambiental y, segundo, brindar ideas para imprimir la historia ambiental en los cursos existentes. Usted es el único experto en sus cursos, su plan de estudios y sus restricciones; solo usted puede decidir el enfoque apropiado. Nosotras podemos ofrecer estímulos, inspiración y una conversación sobre cómo y por qué diseñar con intención. Sugerimos pocas y muy básicas definiciones y descripciones de la historia ambiental como un campo académico. Si desea ponerse al día con las últimas investigaciones, le sugerimos que lea la excelente revista Environmental History o los numerosos ensayos y debates historiográficos disponibles.5 Además, tendrá la oportunidad de analizar varios textos y argumentos en nuestras discusiones sobre los materiales de enseñanza. Ningún recurso o académico resume cómo se debe llevar a cabo la historia ambiental, los caminos son diversos.

      La necesidad de discusiones específicas sobre la técnica se agudiza por la abundancia de consejos tangenciales. Como ocurre con muchas cosas en nuestro mundo moderno, hay mucho material disponible (planes de estudio, libros de texto, antologías de fuentes primarias, colecciones editadas), pero si no sabe lo que está buscando o por qué lo requiere, es difícil localizar lo que necesita. Intentamos eludir estos problemas al compartir nuestras experiencias de planificación, enseñanza y reflexión con colegas. Explicamos modelos y tareas específicas para revelar las convicciones que dan forma a nuestras elecciones y exponen las formas en que se han desarrollado en nuestras aulas. Creemos que un enfoque sistemático para la planificación de un curso brinda una instrucción intencional, que a su vez les permite a los estudiantes aprovechar el pasado como una perspectiva que va más allá de un solo libro o un solo curso. El resto de esta introducción proporciona algunas formas de acercarse al campo en expansión y explica cómo los métodos históricos son fundamentales para enseñarlo.

      La historia ambiental es la historia de las interacciones humanas con el resto del mundo natural, lo que se manifiesta de muchas formas, escalas y estilos. No tiene preferencia geográfica ni temporal; puede ser tan particular como una ardilla gris o tan expansiva como una economía alimentada por petróleo.6 Ellen Stroud ha señalado que la importancia de la historia ambiental radica en su materialidad expansiva. Ella sostiene que el entorno no es equivalente a la raza o el género como una categoría de análisis, sino que forma el mundo en el cual todas las categorías de análisis existen7. Como tal, la historia ambiental puede ser una meta historia para sintetizar todas las historias y, sobre todo, sugiere que nuestra comprensión del pasado está incompleta si no tenemos en cuenta cómo las fuerzas y los actores no humanos han desempeñado un papel en la historia humana.

      La historia ambiental comparte el espacio con los estudios ambientales y la historia natural, pero vincula más cuidadosamente nuestro lugar colectivo en varios tipos de naturaleza con cambios y continuidades a través de las divisiones sociales, políticas, culturales y económicas. La suposición más común acerca de la historia ambiental es que cuenta la historia de cómo las personas han tratado de defender algo llamado medioambiente con legislaciones, reservas naturales, protestas u otras tácticas. Esto simplifica considerablemente el campo con demasiado enfoque en el lado humano de las cosas, aunque el objetivo tampoco está enfocado exclusivamente en la naturaleza. Si bien la historia natural podría describir la vida y los hábitos del salmón, la historia ambiental también explicaría cómo los humanos han capturado, consumido y conceptualizado el salmón.8 Los estudios medioambientalistas y la historia natural contribuyen con el contenido de la práctica de la historia ambiental, pero ninguno de los dos proporciona todo el abanico de posibilidades.

      La sofisticación actual de la historia ambiental proviene del hecho de que es tanto un campo antiguo como uno nuevo. El campo histórico, como fuente de búsqueda, cursos y formación, ha existido durante unos cuarenta años, pero la idea de examinar la naturaleza y la cultura como entrelazadas es mucho más antigua. Dos interpretaciones amplias —progreso y declive—caracterizaron mucho los primeros trabajos. Investigadores en muchos campos, especialmente geógrafos, antropólogos y algunos historiadores, incluyeron el medioambiente en la historia como parte de una interpretación progresiva del pasado humano que en gran parte imaginaba la civilización como un proceso constante de aprendizaje para controlar y manejar la naturaleza humana, primero a través de la agricultura, luego a través de las ciudades, industrias y tecnologías de hoy en día. Desde este punto de vista, la solución a los desafíos ambientales probablemente surgiría de la innovación y el progreso, como supuestamente lo ha hecho antes. La visión contraria, la declinación, vio la modernización como una caída en desgracia. Desde un punto de vista declinista, la agricultura marcó la salida de la armonía que conduce a más dificultades y crisis exponenciales. Ambos enfoques están llenos de problemas simplistas y ahistóricos: ambos suponen que todos estamos juntos en el proyecto


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