Ética bíblica cristiana. David Clyde Jones

Ética bíblica cristiana - David Clyde Jones


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, según Nygren, excluye todo amor propio. “Es el amor propio que separa al hombre de Dios, impidiendo que se entregue sinceramente a Dios, y es el amor propio que endurece el corazón en contra del prójimo.”106 El amor propio es el adversario principal del cristiano, que debemos vencer. Nygren dice de Lutero que “se ha apartado tanto de la idea tradicional, la cual descubre un mandamiento de amarse a sí mismo en el mandamiento de amar al prójimo, que él considera que este mandamiento en realidad prohíbe todo tipo de amor propio.”107 Hay algo parecido en Calvino, quien dice que el amor propio es “el padre de toda iniquidad”, y que “es una pasión venenosa que nace dentro de nosotros y permanece profundamente en nosotros.”108 El hecho de que aparece en el segundo gran mandamiento no significa que sea en sí un mandamiento. Calvino arguye:

      “Por el contrario, en toda la Ley no se dice una sola palabra para dar normas al hombre sobre lo que debe hacer o dejar de hacer para su provecho particular. Pues como los hombres por su misma naturaleza están mucho más inclinados de lo justo a amarse a sí mismos, y por más que se aparten de la verdad, siempre permanecen aferrados a este amor, no fue necesario darles ley alguna para inflamarlos más en este excesivo amor de sí mismos. Por donde se ve manifiestamente que no es el amor de nosotros mismos, sino el amor de Dios y el del prójimo el cumplimiento de la Ley; y, por tanto, que el que vive recta y santamente, es el que vive lo menos posible para si mismo; y que nadie vive peor ni más desordenadamente que el que vive solamente para sí y no piensa más que en su provecho propio, y de esto sólo se cuida.

      “Incluso el Señor para mejor exponer el afecto y amor que debemos tener a nuestros prójimos nos remite al amor con que cada uno se ama a sí mismo, poniéndolo como regla y modelo, pues no hay afecto ni amor más vehemente que éste. Y debemos considerar diligentemente la fuerza de la expresión. Pues no debemos entenderla como neciamente lo hicieron algunos sofistas, los cuales pensaron que Dios mandaba que cada cual primeramente se amase a sí mismo sobre todas las cosas, y en segundo lugar amase a su prójimo; sino más bien ha querido transferir a los otros el amor que naturalmente nos tenemos a nosotros mismos. De aquí lo que dice el Apóstol; que la caridad “no busca lo suyo”.

      “Y así, el Señor no ha establecido una regla en cuanto al amor propio, la cual deba estar subordinada al amor al prójimo. Pero él muestra que la emoción del amor, la cual por nuestra depravación natural reside dentro nosotros, debe ahora ser extendida a otros a fin de que con no menor solicitud, alegría y entusiasmo estemos dispuestos y preparados para hacer bien al prójimo como a nosotros mismos.”109

      A pesar de la importancia de Calvino, es difícil entender como un “amor vehemente”, especialmente cuando surge de una naturaleza “depravada”, podría darnos una regla sana para juzgar nuestra conducta hacia los demás. No hay nada en el contexto de Levítico que nos lleve a la conclusión de que un amor propio indebido sea la pauta para saber cómo amar a los demás. Lo que se pide es que amemos a otros como nos amamos a nosotros mismos, sin ni una leve sugerencia de que el amor propio sea depravado.

      Por supuesto, existe un amor propio depravado, llamado philautos en la descripción de Pablo de la naturaleza humana en los últimos días:

      “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos [philautoi], avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural [astorgoi], implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites [philēdonoi] más que de Dios [philotheoi]” (2 Timoteo 3.1-4).

      Philautos tiene las mismas connotaciones negativas en griego como la palabra egoísta en español. Se usa aquí para hablar de un amor propio que excluye a los demás, un amor propio que ni tiene el afecto natural de relaciones humanas, un amor propio que coloca el placer en el lugar de Dios. Sin duda, el egoísmo es un pecado; es adoración de sí mismo, egolatría. Pero tal como la existencia de la idolatría no elimina un amor apropiado de la creación de Dios, la existencia de la egolatría tampoco niega la legitimidad de un amor apropiado de sí mismo como la imagen de Dios. El enfoque de Calvino no permite hacer una distinción entre el amor propio egoísta, y el respeto propio como criatura de Dios. El deseo loable del teólogo de animar al amor y a las buenas obras, y su deseo de dejar al lado distinciones escolásticas que solamente quitan fuerza a la Palabra de Dios, han fallado en este caso. El amor egoísta no sirve como paradigma, y esto podría explicar por qué Calvino no mostró mucho interés en el mandamiento.

      EL AMOR PROPIO COMO ALGO NATURAL

      Un segundo enfoque del amor propio es verlo en un sentido amoral. Según este enfoque, el amor propio no es ni pecaminoso ni bueno; es simplemente una característica humana que se da por sentada en el mandamiento. Como lo expresa John Stott, “El amor propio no es una virtud que la Biblia aprueba, sino un hecho acerca de la humanidad, algo que la Biblia reconoce y utiliza como una pauta.”110 Tal como deseamos y buscamos el bien de nosotros mismos de una manera natural, también debemos desear y buscar el bien del prójimo. Según este enfoque, no es necesario mandarnos a amarnos a nosotros mismos, porque lo hacemos naturalmente. El amor propio, aunque no es pecaminoso, tampoco es moralmente positivo.

      Posiblemente el mejor argumento para este enfoque está basado en las instrucciones de Pablo para los maridos en Efesios.

      “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, ...Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” (Efesios 5.25, 28-30).

      A primera vista, esto se ve convincente. Si nadie ha odiado su propia carne, ¿no significa esto que el amor propio es algo natural, y no una obligación moral? Podría indicar simplemente que el ser humano tiende a cumplir ciertos deberes morales, cuando es para su propio beneficio. Por ejemplo, la gente normalmente cuida su propio cuerpo, y esto es un deber moral. Sin embargo, esto no describe cómo funciona la naturaleza humana siempre. Pablo no está haciendo una afirmación absoluta. No es difícil pensar en ejemplos de prácticas dañinas, como el abuso del alcohol, tabaco, y drogas, que algunos siguen haciendo, aunque saben que no son buenas para su salud.

      La afirmación general de Pablo no excluye el hecho de que algunos se odian y se hacen daño, algo que los psicólogos frecuentemente tienen que tratar. Pablo tampoco ignoraba el hecho de que algunos se destruyen a sí mismos, como en el caso del suicidio. Judas es un ejemplo de esto.

      Si el abuso del cuerpo es moralmente malo, ¿por qué no es moralmente bueno cuidar el cuerpo? Es sano vivir de acuerdo con las normas morales de Dios, incluyendo el cuidado de sí mismo. Un libro lo explica bien:

      “Podría parecer innecesario hacer un compromiso especial para cuidar a sí mismo, ya que todos tienen el instinto de vivir. Sin duda, el deseo de vivir, crecer, y funcionar bien es innato. Es el fin de todo organismo. Sin embargo, en el caso de los seres humanos, que no viven solamente de acuerdo con sus instintos, sino que son libres en lo más profundo de su ser, este compromiso no se da por sentado; es una decisión que la persona tiene que tomar.”111

      A veces pasa inadvertido el hecho de que la interpretación del amor propio como algo simplemente natural introduce un error en el mandamiento; según este enfoque, el mandamiento usaría el término “amar” en dos sentidos distintos. Sería como decir, “Ama a tu prójimo moralmente, tal como te amas a ti mismo naturalmente”. ¿Cómo puede servir como pauta moral algo que es simplemente un fenómeno natural? No es realista pensar que podamos convertir un instinto orgánico natural en un paradigma moral para nuestra conducta hacia los demás.

      EL AMOR PROPIO COMO ALGO MORAL

      El enfoque tradicional del amor propio como una obligación moral tiene sus raíces en Agustín.

      “Es imposible que alguien ame a Dios, sin amarse a sí mismo. Incluso, solo el que ama a Dios también ama a sí mismo de una manera


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