Ética bíblica cristiana. David Clyde Jones

Ética bíblica cristiana - David Clyde Jones


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la obra producida por la fe, la conducta guiada por el amor, y la perseverancia inspirada por la esperanza (1 Tesalonicenses 1.3).

      La fe, la esperanza, y el amor siempre trabajan juntos, pero hay un cierto orden en la relación, como lo experimentaba Lutero. Incapaz de amar a un Dios vengativo, Lutero estaba desesperado, hasta entender que la justicia de Dios es un don recibido solo por fe. Después, testifica, “Sentí que había nacido de nuevo, que había pasado por las puertas del paraíso mismo”.65 La fe de la justificación engendra esperanza y se expresa a través del amor (Gálatas 5.5-6). Por lo tanto, la fe es la virtud clave, que abre el camino a la esperanza segura y al amor liberado.

      LA LIBERTAD CRISTIANA

      La Reforma produjo dos obras clásicas sobre la motivación en la vida cristiana, el libro La libertad del cristiano de Lutero (1520), y el capítulo “Libertad cristiana” en la primera edición de la Institución de Calvino (1536). Lutero publicó su tratado junto con una carta abierta al Papa León X, cuando estaba todavía esperando lograr la reconciliación con Roma. Lutero decía que esta obra contenía la vida cristiana entera en forma abreviada. John Dillenberger comenta, “Si queremos seleccionar un solo documento breve que resume el contenido y el espíritu de la fe de Lutero, seguramente La Libertad del cristiano sería el primero”.66

      El propósito de Lutero era defender la doctrina de la justificación solamente por fe, y mostrar sus implicaciones para la vida cristiana. “Nuestra fe en Cristo”, escribió, “no nos libera de las buenas obras, sino de las opiniones falsas acerca de las buenas obras, es decir, de la presunción necia de que la justificación se logre por buenas obras.”67 Lutero descubrió que el motivo de mostrarse digno de la salvación era ego-céntrico e inútil. El evangelio de la justificación por la fe hace que las buenas obras sean innecesarias para ser aceptado por Dios. “Por lo tanto, [el cristiano] debe guiarse en todas sus actos por este pensamiento, y debe contemplar una sola cosa, para que pueda servir a los demás y traerles beneficio en todo lo que hace, considerando nada más que la necesidad y la ventaja de su prójimo”.68

      Para Calvino también, la libertad cristiana era un asunto pastoral de suma importancia práctica. “Hay, pues, que considerar que la libertad cristiana, con todas sus partes es una realidad espiritual cuya firmeza consiste totalmente en aquietar ante Dios las conciencias atemorizadas; sea que estén inquietas y dudosas del perdón de sus pecados, o acongojadas por si las obras imperfectas y llenas de los vicios de la carne agradan a Dios, o bien atormentadas respecto al uso de las cosas indiferentes.”69 La doctrina de la justificación es la respuesta al primer problema, la doctrina de la adopción es la respuesta al segundo problema, y la doctrina de la creación es la respuesta al tercer problema. Los puntos principales de Calvino son los siguientes:

      Primero, al buscar la seguridad de su justificación delante de Dios, las conciencias de los creyentes están arriba y fuera del alcance de la ley, aunque la ley continúa instruyéndonos acerca de lo que es bueno, para nosotros que ya hemos sido aceptados por Dios. En segundo lugar, en el proceso de la santificación, las conciencias de los creyentes no están obligadas por la necesidad de le ley; al contrario, han sido salvos para que, “libres del yugo de la Ley, espontáneamente y de buena gana obedezcan y se sujeten a la voluntad de Dios. Porque como quiera que se ven perpetuamente atormentadas por el miedo y la congoja mientras están bajo el imperio de la Ley, jamás se decidirán a obedecer alegremente y con prontitud al Señor, si primeramente no han logrado esta libertad”.70 Aquí Calvino explica las implicaciones de la adopción: “Que nos convenzamos de que nuestros servicios son gratos a Dios nuestro Padre misericordioso, aunque sean imperfectos.”71 En tercer lugar, con respecto a las cosas externas que ni son prohibidas ni mandadas, (lo que llamamos la adiaphora), las conciencias están libres para usar los dones creados por Dios, tal como él ha querido.72

      La libertad cristiana y la libertad de conciencia son los temas del capítulo 20 de la Confesión de fe de Westminster. El primer párrafo ayuda especialmente, dando un resumen de la doctrina expresada por Lutero y Calvino del siglo anterior.

      “La libertad que Cristo ha comprado para los creyentes que están bajo el Evangelio, consiste en su libertad de la culpa del pecado, de la ira condenatoria de Dios y de la maldición de la ley moral; y en ser librados de este presente siglo malo, de la servidumbre de Satanás y del dominio del pecado; del mal de las aflicciones, del aguijón de la muerte, de la victoria del sepulcro y de la condenación eterna; como también en su libre acceso a Dios, y en rendir su obediencia a EL, no por temor servil, sino con un amor filial y con intención voluntaria.”73

      El “temor servil” se refiere a una conformidad a la ley moral motivada por la amenaza del castigo. Esto no es la obediencia que la Biblia pide. Como observó Agustín, “si uno obedece el mandamiento por temor al castigo, y no por amor de la justicia, entonces obedece en el espíritu de servidumbre y no libertad—y por lo tanto realmente no obedece ”.74 El “amor filial”, sin embargo, es un motivo que busca agradar al Padre celestial, produciendo una obediencia verdadera de una mente dispuesta. La gloria del evangelio es que crea tal motivación. Por supuesto que viene con luchas interiores, tal como el apóstol Pablo mismo testifica (Romanos 7.21-25).75

      Los pasajes clave que hacen un contraste entre el amor filial y el temor servil son Romanos 8.14-15 y 1 Juan 4.18.

      “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”

      “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”

      La palabra traducida “castigo” es kolasis, usada solamente aquí y en Mateo 25.46. Se refiere a la justicia retributiva, o la satisfacción penal. (Vea por ejemplo el verbo kolazō en 2 Pedro 2.9.)76 Los objetos de esta kolasis son los injustos; (“el castigo...es ajeno a los hijos de Dios que han sido perdonados y que lo aman.”77) En consecuencia, la motivación de evitar los castigos amenazados en la ley es sub-cristiana. Como dice el gran himno de Toplady, “Sólo Cristo es un Amigo, de esto prueba nos mostró, pues para llevar consigo al culpable, se humanó. Del cristiano, el castigo con su llaga Él pagó. Hallo a Cristo Amigo fiel, ¡Bendito quien fía en Él!”78

      Debemos notar que las Escrituras usan la palabra temor en dos sentidos distintos. Hay un temor que significa terror y miedo del desastre, y hay un temor que significa honrar a una persona.79 El temor en el sentido de terror nos hace huir y escondernos; el miedo en el sentido de honrar nos lleva a maravillarnos en adoración. El evangelio remueve el temor en el sentido de terror como una motivación en la vida cristiana. El castigo no tiene poder para rehabilitar a nadie. Como dice John Murray, “Aun la demostración de ira no crea un odio del pecado; incita a amar más el pecado y produce enemistad con Dios.”80 Es necesario quitar el miedo del castigo para que el amor domine como motivación en la vida cristiana. Ya que amamos a Dios, es un amor reverente. Dios es majestuoso en su santidad, y sus actos de amor en la salvación inspiran asombro. La única respuesta apropiada a la crucifixión del Señor de la gloria es el temblor. Los creyentes temblamos frente al juicio justo de Dios en contra del pecado. Ya no tenemos miedo de ser castigados, pero nos impresiona el acto asombroso: Cristo murió por nuestros pecados; Dios le hizo ser pecado al que no conoció el pecado; él llevó nuestros pecados en su cuerpo en la cruz.

      Cuando las Escrituras nos dicen que debemos “ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2.12), no significa que vivamos una vida de ansiedad, como si nuestra salvación dependiera de nosotros. Vea el contexto de los dos versículos completos:

      “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2.12-13)

      El verbo traducido “ocupaos” (katergazomai) aparece


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