Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego
conversaciones que realizaron con él sus compañeros, Conrado deserta dejando el equipo, el fusil, las cartucheras con una carta en la que señala su imposibilidad emocional para seguir en el proyecto y su deseo de ir lejos a trabajar como agricultor. Este hecho permite conocer la posición del ELN a este respecto en esa primera etapa de implantación67.
El reglamento interno del ELN, considera la deserción como un delito y a este, como “aquellos actos que de manera deliberada y en materia grave van en contra de la Organización, el pueblo y la revolución”. Cuando la deserción es sin agravante, que sería el caso de “René”, existe una serie de sanciones específicas en las que se contempla la suspensión de tareas y funciones, la remoción de responsabilidades, el desarme temporal, la suspensión de sus derechos políticos y la expulsión de la Organización, esto para el caso de que sea capturado. Cuando la deserción es con agravantes (homicidio, traición, delación, suplantación) esta se convierte en un crimen y no tiene sino un tipo de sanción: la pena de muerte (ELN, s. f., Reglamento interno del ELN, Fallas, delitos y crímenes, arts. 9-14).
A mediados del mes de septiembre, en medio de las limitaciones y las dificultades existentes, Fabio Vásquez Castaño se ve en la necesidad de salir del país para atender en Cuba una serie de insubordinaciones de un grupo de hombres, que se estaban preparando como cuadros conductores en la isla para regresar e incorporarse en la guerrilla del ELN. Entre ellos estaba José Ayala, Mario Hernández, Antonio Vásquez y Julio Portocarrero, entre otros. A pesar de los esfuerzos realizados por Fabio para conseguir apoyo para el impulso del proyecto, la situación creada por el grupo imposibilitó acceder a todo tipo de ayuda.
El 12 de diciembre de 1964, llegó al campamento Fabio acompañado por Mario Hernández, José Ayala y Wilson. Fabio encontró el grupo guerrillero en condiciones lamentables, la carencia de recursos económicos, la escasa y deficiente alimentación y la huella que fue dejando en el grupo las inclemencias de la selva y los problemas internos, obligaban a buscar una salida urgente a la situación antes de que el grupo muriera sin haber nacido a la luz pública.
Comenzó entonces a considerar seriamente la necesidad de realizar una acción militar que cumpliera tres objetivos: obtener ventajas de tipo económico, adquirir a través de ella material logístico (armas, municiones, víveres y medicamentos) y, para él lo más importante, elevar la moral de los combatientes, consolidar la confianza de los campesinos de la zona en la Organización y dar a conocer al país la existencia del Ejército de Liberación Nacional.
Ocho días después de su llegada oficializó la incorporación permanente de quienes habían llegado con él. Ese veinte de diciembre se dio la orden a los 22 hombres con que contaba el foco guerrillero del ELN, de preparar los equipos para salir al combate. La noticia fue recibida con júbilo. El objetivo: la toma de Simacota.
La toma y el manifiesto de Simacota
Al comenzar la última semana de 1964, un grupo compuesto por 22 hombres, bajo la conducción de Fabio Vásquez y Medina Morón68, inicia la marcha de acercamiento hacia el objetivo militar de su primera acción guerrillera: la población santandereana de Simacota, con aproximadamente cinco mil (5000) habitantes.
Simacota, afirma Bautista, reunía las exigencias para el tipo de acción que se buscaba: quedaba a considerable distancia del cerro de los Andes, asiento inicial de la guerrilla y que constituía hasta ese momento su zona de apoyo más firme e importante, hacia la cual, realizada la acción, se haría de nuevo el repliegue. Poseía, además, una sucursal de la Caja Agraria, en la que se pensaba encontrar recursos económicos que aliviaran la situación; había droguerías y almacenes de víveres y solamente existía allí un puesto de la Policía con cinco agentes, por lo cual sería fácil tomar la población. El batallón más cercano quedaba en El Socorro, ubicado a una hora por carretera; la cortada de los hilos telefónicos y telegráficos debía impedir un rápido aviso a la tropa. A esto se sumaba el conocimiento de la zona por parte de uno de los guerrilleros que les permitía transitar por trochas para llegar al pueblo (Entrevista con Nicolás Rodríguez Bautista, 1992-3).
Después de una fatigante marcha, el grupo guerrillero integrado por 26 hombres y una mujer, Paula González Rojas (Mariela), llegó la noche del 6 de enero a un kilómetro del perímetro urbano de Simacota69. En la mañana del 7 de enero de 1965 la guerrilla entró a Simacota después de haber puesto fuera de combate a los agentes de la Policía dándolos de baja. Una vez eliminada toda posibilidad de resistencia, la guerrilla se hizo dueña de la población, ubicándose estratégicamente y convocando a la población a una reunión en la plaza principal. Un grupo se emboscó en la carretera que conducía hacia el Socorro, en la cual colocó algunas minas previendo la llegada de la tropa. Se cortaron los hilos telefónicos, pero la telefonista alcanzó a dar parcial aviso al batallón de El Socorro.
Unas dos horas estuvo Simacota bajo el control de la guerrilla, al cabo de las cuales arribó una pequeña patrulla militar: al entrar la patrulla se hicieron estallar las minas y se hizo fuego sobre la tropa muriendo dos soldados. Sin embargo, el intercambio de disparos con el Ejército produjo la baja de Pedro Gordillo (Parmenio). Uno de los primeros y más entusiastas militantes del ELN.
La acción de Simacota tuvo como resultados materiales, la baja de tres policías, tres soldados, un suboficial de la Policía, la recuperación de cuatro fusiles 7mm y algunas armas cortas, dos fusiles punto treinta, cerca de sesenta mil pesos tomados de la Caja Agraria y de la sucursal de Bavaria; tuvo dos desertores y días después sufrió la captura de dos guerrilleros, además de la muerte de Parmenio.
La aparición pública del ELN, su primera acción de Simacota, estuvo acompañada de un manifiesto en el que en enunciados breves se buscaba expresar el punto de vista de la Organización acerca de la educación, la propiedad agraria, las condiciones de existencia de los obreros, los pequeños y medianos productores, asumir una posición antiimperialista y dar a conocer el inicio de la lucha revolucionaria. No había otro objetivo, por el momento, que el de derrocar el Gobierno convocando a los protagonistas del conflicto social y llamando al pueblo liberal y conservador, a hacer frente a la oligarquía de ambos partidos.
El manifiesto firmado por Fabio Vásquez Castaño y Víctor Medina Morón, con los seudónimos de Carlos Villareal y Andrés Sierra, definía algunos elementos que en el transcurso de los meses habían de hacerse más evidentes en el discurso de la Organización y se constituirían en la base de su declaración programática:
Primero, buscaba darle a la lucha una perspectiva que superara la tradicional confrontación partidista liberal-conservadora, inscribiéndola en un conflicto de carácter social interclase. Pero, contrario a lo que otros movimientos políticos, que desde la década del treinta venían pregonando el mismo discurso, el que Jorge Eliécer Gaitán había sintetizado en la fórmula país nacional vs país político, este reivindicaba el carácter violento de la confrontación en el anuncio de la constitución misma del Ejército de Liberación Nacional.
Segundo, asumía una actitud claramente antiimperialista y, por lo tanto, se inscribía en el discurso de la liberación nacional, en el que otros movimientos políticos de oposición en Asia, África y Oceanía venían insistiendo. En gran medida son estas dos actitudes las que definen el nombre de la Organización y;
Tercero, si bien se plantea “una patria digna para los colombianos honestos” el manifiesto no iba más allá de buscar, por lo menos en lo enunciado, “derrocar el actual gobierno de engaño y de violencia”, el que identificaba en las personas del régimen Valencia-Ruiz Novoa-Lleras.
La manera como el ELN entiende y analiza la toma de Simacota, y el significado del manifiesto son plasmados en un documento escrito por Jaime Arenas, titulado “Simacota: una línea de acción revolucionaria para el pueblo” y que fue publicado posteriormente como documento oficial de la Organización, con el título de “Significado político-militar del Manifiesto de Simacota”. En él, el ELN, reivindica la toma de esa población santandereana y le da una dimensión político-ideológica en el universo de un tipo de representaciones a través de las cuales va creando su propio imaginario revolucionario, dentro de un contexto social e histórico específico, que no solo busca explicar, sino transformar radicalmente.