Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego

Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018) - Carlos Medina Gallego


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dotado y disciplinado, que garantice las conquistas populares, defienda la soberanía nacional y sea el más firme apoyo del pueblo para defender su proyecto de sociedad y Estado revolucionario (ELN, 1972, Principios programáticos del ELN, Compendio)71.

      Nótese que el programa concebido tiene en lo fundamental un carácter democrático-popular y que en él no aparece un énfasis de tipo socialista. Se trata básicamente de una aproximación a condiciones específicas del desarrollo del país en niveles de dependencia que lleva a pensar en la construcción de una vía de transición para un momento en que se caracteriza la sociedad colombiana a través de variables tales como la miseria, el hambre, el analfabetismo, el desempleo, la falta de vivienda y “todo lo que sea el fruto de la injusticia social de un sistema caduco y oprobioso: el capitalismo imperialista”.

      Muchas de las propuestas del programa se fueron materializando en la práctica como consecuencia de las lógicas del mismo desarrollo capitalista. Desde luego, no con el mismo enfoque y desde la misma concepción política que lo proponía el ELN, pero, sí como resultado del inevitable proceso de desarrollo y crecimiento del país en los años posteriores y de los conflictos sociales que fueron madurando y desarrollándose en su interior (Entrevista a Nicolás Rodríguez, 1992-3). Estos enunciados programáticos alimentaron la lucha del ELN hasta la realización de la primera Asamblea Nacional de la Organización promediando la década de los ochenta.

      Balance general de los orígenes del ELN

      La lectura que hemos hecho sobre los orígenes del ELN nos coloca frente a una oferta de posibilidades analíticas que resulta importante abordar de manera puntual. Esto con el propósito esencial de comprender el comportamiento de la Organización en el tiempo y establecer los fundamentos de una cultura política, que la une a sus propósitos estratégicos y la diferencia de otras organizaciones, en la manera de implementar sus procesos tácticos y comportarse frente a la realidad del país, y frente a ellas mismas como actores sociales, políticos y armados.

      Comencemos afirmando que el ELN busca sus anclajes históricos en las luchas de resistencia comunera del siglo XVIII y las guerras de independencia del siglo XIX. Se remonta en las razones reivindicativas de su lucha social y política a los procesos de los años veinte y establece sus causalidades inmediatas en los procesos de violencia de los años cincuenta y las alianzas excluyentes del Frente Nacional.

      De ese fundamento histórico, toma en consideración los imaginarios reivindicativos básicos que definen su cultura política, en torno a las luchas de independencia y liberación nacional, a la defensa de la soberanía y la libre autodeterminación de los pueblos, a la lucha por el mejoramiento significativo de las condiciones laborales y de calidad de vida de los trabajadores del campo y la ciudad. Se inscriben en la lucha por la tierra y en la necesidad de una reforma agraria que democratice su propiedad y favorezca los procesos productivos agrarios de los campesinos pobres, hasta llegar a los enunciados discursivos que reivindican la transformación revolucionaria de la sociedad y el Estado y la construcción del socialismo.

      El ELN ubica sus antecedentes inmediatos en las dinámicas de evolución de la violencia bipartidista y de la manera como la confrontación se desarrolló mediante la lucha armada, a través de las guerrillas liberales y posteriormente en las alianzas bipartidistas del Frente Nacional. En este sentido, el ELN es consecuencia del régimen de exclusión de la alianza bipartidista y se constituye como la primera generación de hijos de la Violencia, recibe la influencia de la Revolución cubana y desarrolla inicialmente un modelo de confrontación al Estado inscrito en la teoría del foco insurreccional. De esta forma, el ELN surge del fervor revolucionario de los jóvenes comunistas y liberales impactados por el proceso revolucionario cubano, en un contexto de exclusión política que los justifica.

      La Organización une en sus imaginarios de origen, el pensamiento liberal y el comunista, se nutre de los jóvenes del Partido Comunista que han sido impactados por la Revolución cubana, de las juventudes del Movimiento Revolucionario Liberal, así como de miembros de experiencias políticas y armadas que no lograron trascender como el Movimiento Obrero, Estudiantil y Campesino (MOEC) de convicciones de izquierda. Se asienta en sus orígenes en territorios de influencia comunista y de la guerrilla liberal de Rafael Rangel en Santander, incorporando a la Organización viejos guerrilleros liberales y militantes del Partido Comunista Colombiano.

      La Organización surge en el contexto de procesos de colonización agraria y ampliación de la frontera agrícola, su base social es predominantemente campesina, lo que hace que las reivindicaciones y la cultura campesinas pronto se instauren en sus imaginarios y en su forma de percibir la lucha revolucionaria. Los procesos sociales y políticos, las formas de ver el mundo, el tiempo y las relaciones de construcción de las organizaciones son cooptadas por las costumbres campesinas, donde las relaciones de parentesco, compadrazgo y vecindad son la base esencial del crecimiento, la unidad y la seguridad de la Organización. En esa relación surgen las diferencias entre el campo y la ciudad, entre campesinos y citadinos, entre militantes e intelectuales.

      El ELN surge en torno a un mito fundacional que se construye desde referentes de sentido distinto, según la percepción que la Organización tiene de las razones de sus orígenes. El ELN construye su propio mito, como parte del compromiso de la juventud con las transformaciones revolucionarias de la sociedad; no es la respuesta a una declaración de guerra institucional, como en el caso de las FARC, sino que es la Organización la que desde una concepción de guerra insurreccional le declara la guerra al Estado a través de una acción militar: la toma de Simacota. Así, Marquetalia y Simacota constituyen los mitos fundacionales de las dos organizaciones.

      En torno a este mito, la Organización levanta sus propios héroes (Bolívar, José Antonio Galán, por ejemplo), definen los personajes que constituyen sus referentes de autoridad (Fabio Vásquez Castaño, Camilo Torres Restrepo) y va estableciendo sus listas de mártires (Jorge Gordillo, Parmenio). En relación con ellos y con su ejemplo van construyendo los símbolos, significados y sentidos que definen su cultura política, sus formas de comportarse y de actuar, de constituirse en sujetos y actores sociales y políticos, elementos que les dan identidad y los van diferenciando uno del otro.

      El ELN desde el comienzo, en desarrollo de la concepción del foco insurreccional, unió de manera indisoluble lo político y lo militar, y no creó ningún organismo que mediara las relaciones políticas con la población, teniendo en consideración la premisa, que terminó convertida en principio, de que el ELN se constituía


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