Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego
Santander, Camilo hace llegar a Fabio una carta, en la que aún refleja su clara concepción cortoplacista y el entusiasmo que despierta en él la multitudinaria acogida que tiene su presencia en distintas regiones. En ella pone en conocimiento del ELN las dificultades por las que atraviesan sus relaciones con los “camaradas”, y solicita que se defina la situación de Jaime Arenas que tiene la posibilidad de viajar a Praga a ocupar un cargo en el secretariado de la Unión Internacional de Estudiantes. Camilo solicita que Jaime lo siga acompañando como asesor político y se dedique a la administración del periódico (Torres, 1986).
El 8 de agosto, cuando se apresta a viajar a Medellín, se entera de la decisión del gobernador de Antioquia de no permitir su presencia en la ciudad. Ante la negativa de la empresa Avianca de venderle pasaje, contrata un avión de Cessna para cumplirle a la Asociación Sindical de Antioquia. Su presencia en Medellín generó una situación de orden público motivada por la decisión del gobernador de no permitir una concentración pública en la plaza de Cisneros.
Los incidentes en Antioquia pusieron de presente que una nueva situación de orden público se colocaba al frente de la actividad de Camilo. La declaratoria de estado de sitio, promulgada por la administración Valencia, a raíz de los incidentes de mayo, hacían la labor proselitista más difícil. Pero, en Medellín se había hecho evidente que el clero y el Gobierno no estaban dispuestos a permitir que la acción política de Camilo se desarrollara libremente. Mediante la fuerza y el discurso se comenzó a enfrentar su activa labor de agitación y educación política.
Entre febrero y agosto de 1965, Camilo desarrolla una intensa labor social y política que lo conduce, al agotar los espacios legales, a las filas del ELN. Durante este periodo enfrenta las jerarquías eclesiásticas, renuncia a su condición sacerdotal, impulsa el proceso del Frente Unido y su periódico, lidia con la izquierda dogmática y tradicional, se reúne con los dirigentes del ELN y discute con ellos sus puntos de vista sobre el camino de la revolución colombiana, intensifica sus giras proselitistas en las distintas ciudades del país hasta encontrarse con la persecución y la represión institucional.
A medida que transcurría el mes de agosto, Camilo iba agotando el espacio de las relaciones intergrupales, su discurso sobre la unidad chocaba con sus pronunciamientos políticos cada vez más radicales. La coyuntura electoral contribuía a que se presentaran los roces con aquellos sectores que no habían desechado las elecciones como vía política de confrontación y veían en ella posibilidades de crecimiento del trabajo popular, en particular con el Partido Comunista. El peso que iba tomando el discurso de Camilo comenzaba a presionar a sectores políticos que se habían mantenido cerca de su labor, con el fin de usufructuar para su beneficio la dimensión de su imagen, pero que encontraban ahora que sus posiciones chocaban con sus intereses grupales. El pronunciamiento de Camilo sobre las elecciones, publicado en el primer número del Frente Unido generó actitudes de distinto tipo en todos los sectores, pero afectó más a aquellos que sabían que la posición de Camilo podía restarles resultados electorales en la confrontación que estaba por darse. El Partido Comunista, el Partido Liberal, el Movimiento Revolucionario Liberal y la Alianza Nacional Popular, se inquietaron profundamente y trataron de conseguir que de alguna manera este la modificara. Sus esfuerzos estuvieron atravesados por el fracaso: Camilo marchaba firme en su posición radicalmente abstencionista.
Asumir una posición de esta magnitud, cuando apenas se iniciaba el proceso de convergencia de fuerzas políticas y sociales de las más variadas tendencias, significó para el proyecto del Frente Unido el comienzo del fin. Los síntomas de disolución comenzaron a manifestarse en la distribución del semanario, que pronto se vio en la necesidad de disminuir la cantidad de periódicos puestos en circulación frente al hecho práctico de no contar con suficientes militantes para distribuirlo.
Pero más allá de este síntoma del conflicto político que giraba en torno al semanario y las posiciones de Camilo, lo que estaba abortando era el intento de lograr la unidad entre las diversas agrupaciones políticas y las tendencias ideológicas que representaban. Camilo ganaba adeptos para su causa de unidad popular, llenaba las plazas, los sindicatos y las universidades, pero, su verticalidad revolucionaria en aumento, su rompimiento a fondo con el sistema, el cierre a toda posibilidad de diálogo o acuerdo con las clases dominantes, iba alejando a los dirigentes de las fuerzas que comenzaron a su lado, pero que de pronto sintieron el peso de su discurso chocar con sus concepciones de lucha, sus propuestas coyunturales y sus proyectos a largo plazo.
Camilo se fue quedando con una masa de población que lo seguía, que asistía a sus conferencias y escuchaba sus discursos, los “no alineados” como los llamaba él y un pequeño grupo de asesores y activistas. Entre ellos estaban Julio César Cortés, Jaime Arenas, Hermías Ruiz, Galo Burbano y otros dirigentes estudiantiles, militantes o simpatizantes de la lucha armada y el ELN, pero eran insuficientes para dedicarse a la labor que Camilo consideraba urgente y prioritaria: la organización popular.
La captura de José Durán Nova con correspondencia del ELN en la segunda semana de agosto creó una situación difícil para los militantes de la red urbana. Fabio Vásquez alertó a José Manuel Martínez Quiroz sobre el arresto del correo de la guerrilla y le solicitó tomar las medidas pertinentes al respecto. Martínez Quiroz movilizó el material político y la logística que estaba bajo su responsabilidad, pero el 22 de agosto, fue detenido con otros dos dirigentes del ELN como resultado del trabajo de inteligencia realizado por los organismos de seguridad y la Policía militar en la ciudad de Bogotá. Camilo se enteró de la captura de José Manuel Martínez y sus compañeros por intermedio de Antonio Vásquez Castaño, hermano de Fabio y militante de la red urbana; discutió con este, Jaime Arenas y su secretaria, las condiciones particulares del incidente y las repercusiones de este hecho que tendría para su seguridad y la del grupo. Concluyeron que mientras no sintieran sobre sí la acción de los organismos de policía se mantendrían las rutinas normales, pero que dada la gravedad de la situación se reforzarían los mecanismos de protección y vigilancia.
La correspondencia entre Camilo y Fabio, motivada por esta preocupación, no fue muy abundante. Tres cartas se conocen de Camilo al jefe del ELN y una de este a Camilo, fechada el 7 de agosto de 1965, en la que le recuerda lo definido con él en el sentido de que el trabajo legal no puede desviarse del punto de vista de que es la lucha armada la vía revolucionaria (Carta de Fabio a Camilo, citada por Arenas, 1971, p. 83). Camilo recoge con gran disciplina las orientaciones que a través de la correspondencia van llegando desde la dirección del ELN, informa sobre sus actividades y las dificultades que va teniendo en sus relaciones con otras fuerzas. Días después de recibir la carta de Fabio, en la que además se prevé una situación difícil para el grupo y se deja traslucir la intención que tiene el ELN de contar con la presencia de Camilo en corto plazo, Camilo le escribe una misiva a Fabio en la que afirma estar totalmente de acuerdo con el contenido de su carta, le da un informe del estado de la situación política, de la forma como se desarrolla la cotidianidad del Frente Unido, de las limitaciones y dificultades que existen y de un plan inmediato. La carta permite detectar el entusiasmo y la devoción con que está desarrollando su compromiso; para esa fecha, según se deriva de lo expresado en el documento, ya Hermías Ruiz se encuentra en la guerrilla y solo quedan por partir, según lo previsto, Julio César Cortés y él.
Al finalizar la segunda semana de agosto y en medio de las dificultades de seguridad que existen en la ciudad, la dirección del ELN considera conveniente emprender una ofensiva contra el Ejército que les permita ganar un espacio de respeto militar en la zona de operaciones de San Vicente. Se trata básicamente de poner en práctica y ganar experiencia en el manejo de las tácticas militares de la concepción de guerra de guerrillas en el hostigamiento a las fuerzas regulares, a través del ataque sorpresa y el repliegue inmediato; el objetivo: doblegar la moral de los soldados de las fuerzas militares y ganar confianza en el desarrollo de la guerra.
El 15 de agosto se produce la emboscada Cruz de Mayo y el 17 el ELN vuela por primera vez, cerca de Barrancabermeja, dos oleoductos de propiedad de la Texas Petroleum Company y Cities Service. La reacción del Ejército es inmediata, a través de la Quinta Brigada, con sede en Bucaramanga, las fuerzas militares asumen la responsabilidad de combatir el grupo guerrillero en la región. La unidad militar