Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego
llamaba los “no alineados”, que en la práctica, no eran otra cosa que los sin partido.
Las condiciones en que Camilo fue levantando el movimiento que habría de constituirse en el Frente Unido, estuvieron rodeadas de dificultades permanentes; en el corto plazo de cuatro meses maduró su pensamiento político unitario, se definieron sus puntos de vista y su práctica social transformadora. No obstante, la confrontación permanente con las jerarquías de la Iglesia, la ofensiva de la prensa, la actitud de los intelectuales, de los partidos de izquierda y de sus militantes, fueron tornando prácticamente imposible el ideal camilista de la unidad popular y fueron conduciendo al sacerdote revolucionario, poco a poco, unas veces por voluntad propia, otras por el orden y gravedad de los acontecimientos, a su vinculación definitiva a la guerrilla del ELN.
Desde finales de 1964, Camilo se había propuesto construir una plataforma de unidad, sobre la base de su propio estudio de la realidad colombiana, que le permitiera dar impulso a un movimiento político capaz de imprimirle al país una dinámica distinta y conducir a los sectores populares al ejercicio del poder. Con este propósito central, Camilo se reunió con dirigentes políticos y gremiales progresistas, intelectuales y profesionales inconformes, para proponerles la elaboración de un estudio riguroso sobre los más apremiantes problemas nacionales que sirvieran de soporte científico a la propuesta unitaria.
A pesar de que las comisiones de trabajo se establecieron y se estuvo de acuerdo en la necesidad de este, febrero de 1965 llegó sin que se concretaran los informes. Camilo decide entonces darse a la labor de estructurar un material de trabajo, a manera de plataforma, con el objeto de que se constituyera en el punto de partida de una discusión que arrojara como resultado una reacción general de los comprometidos a través de la cual se fuera depurando un conjunto de ideas capaces de convocar la unidad nacional. Terminado el documento, Camilo lo da a conocer a los dirigentes y activistas políticos con los que mantenía relaciones, despertando efectivamente con su lectura las más disímiles reacciones; desde los que lo consideraban demasiado inconsistente, hasta aquellos que lo veían como una propuesta extremista. El documento fue adquiriendo en medio de la discusión nuevos elementos, pero lejos de constituirse en una declaración más amplia se hizo más beligerante y radical.
El 12 de marzo de 1965, Camilo dio a conocer en la ciudad de Medellín la que se constituyó como la plataforma del Frente Unido, después de asistir a una conferencia a la que había sido invitado por el Comité de Juventudes Conservadoras. El pronunciamiento público de Camilo generó la reacción de sectores de ese partido, en particular del representante de la junta directiva de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) —de la que Camilo hacía parte como maestro y decano—, quien lo acusaba de participar en política. Esta sería la primera de una serie de reacciones que desencadenaría la dinámica que comenzó a generarse cuando la plataforma se fue conociendo a nivel nacional y se vertió sobre ella un importante respaldo de organizaciones sindicales, estudiantiles y comunales.
Pronto la situación de conflicto con la jerarquía de la Iglesia, personificada en el cardenal Luis Concha Córdoba, se agudizó con la posición asumida por las directivas de la ESAP, que consideraban necesario el retiro de Camilo de las cátedras de la institución. Esta situación se hizo aparecer como una decisión interna de la Iglesia en la que prevalecía la voluntad del cardenal para que Camilo presentara renuncia a la ESAP y se dedicara a las funciones propias de su condición de clérigo. Camilo se vio cercado por unas condiciones laborales y económicas que no le ofrecían otra posibilidad que solicitar permiso para viajar a Lovaina como becario de la ESAP a obtener su doctorado en sociología75.
La situación política y la dinámica que articulaba el nuevo movimiento propuesto por Camilo no andaba muy bien. Pese a la acogida que la plataforma estaba tomando entre los sectores de base, los cuadros políticos y movimientos de izquierda (la misma dirección de estos), estaban enfrascados en acaloradas discusiones sobre el contenido ideológico de la plataforma, creando desde antes de su nacimiento las fisuras indispensables para que el nuevo organismo se deshiciera como propósito de unidad popular. Camilo perseveraba en sus propuestas, pero fue adquiriendo conciencia en la práctica de que la unidad del movimiento popular revolucionario requería mucho más que buena voluntad.
Las acciones realizadas por la naciente guerrilla del ELN lo colocaban en la perspectiva de relacionarse con un grupo del que hasta el momento era poco lo que se sabía y cuyas manifestaciones de vida se dejaban sentir muy de vez en cuando. Su curiosidad por el grupo, lejos de ser alimentada con nuevas acciones, se desvanecía en un silencio de meses. El ELN por su parte se mantenía informado del trabajo político y del avance del movimiento propuesto por Camilo, seguía de cerca a través de los militantes y simpatizantes de las redes urbanas los acontecimientos políticos, los debates y las decisiones que se tomaban en torno a Camilo y el Frente Unido. El conocimiento público de la determinación de Camilo de viajar a Lovaina a doctorarse en filosofía, inquietó a los miembros de la organización guerrillera que hacían parte del movimiento estudiantil y bajo cuya vigilancia se encontraba el sacerdote.
Notificada la dirección del ELN del interés de Camilo de ausentarse del país en viaje de estudios, esta dio orden de que fuese abordado por sus militantes y se estableciera con él una relación directa, sin otro propósito que el de canalizar para el ELN el trabajo político que el sacerdote estaba realizando. Mientras Camilo cumplía con los compromisos que había adquirido a nivel nacional, dictando cursos y conferencias, los directivos de la Federación Universitaria Nacional, preparaban para él un homenaje de despedida.
Mayo de 1965 fue un mes agitado para el movimiento de izquierda; la invasión a Santo Domingo por los marines norteamericanos generó una ola de protesta, cuyo principal centro de acción fueron las universidades. La Universidad de Antioquia, duramente reprimida por el gobierno de Guillermo León Valencia, despertó la solidaridad de las demás universidades del país y del movimiento estudiantil agrupado en la FUN. La muerte del estudiante Jorge Useche el 20 de mayo generó una explosión de protestas que llevó al Gobierno nacional a declarar estado de sitio un día antes de que la FUN, que tenía como presidente a Galo Burbano, militante del ELN, realizara el reconocimiento a Camilo.
En medio de una atmósfera de dolor y bajo el peso del estado de sitio, se llevó a cabo el 22 de mayo en los predios de la Universidad Nacional el homenaje a Camilo programado por la FUN. Camilo hizo en su discurso énfasis en la necesidad de la unidad y en las características que estaba asumiendo la lucha revolucionaria en Colombia en ese momento, haciendo un particular énfasis en la necesidad de la unidad revolucionaria por encima de las ideologías y los grupos76.
Ese mismo día Camilo fue abordado por los dirigentes de la FUN, integrantes del ELN, quienes le dieron a conocer el estado de la Organización, sus propuestas y acordaron con él una entrevista con los dirigentes del grupo guerrillero. Camilo asumió entonces su primer nombre de guerra: Alfredo Castro, y se enteró por medio del grupo que el seudónimo del entonces jefe del ELN, Fabio Vásquez Castaño, era Helio.
Camilo aplaza su viaje a Lovaina y continúa su acción proselitista dictando conferencias en universidades y sindicatos. Las relaciones con la Iglesia se deterioran cada vez más y el 18 de junio se produce un pronunciamiento del cardenal Concha en el que señala que es obligación de la Iglesia decirle a los católicos que el padre Camilo Torres se ha apartado conscientemente de las doctrinas y orientaciones de la Iglesia católica, preconiza una acción violenta y que sus actividades son incompatibles con su carácter sacerdotal y con el hábito que viste. Las explicaciones solicitadas sobre la peligrosidad de su plataforma, por el cardenal Concha, fueron contestadas por Camilo Torres Restrepo con los argumentos de las encíclicas papales de Vaticano II y las formulaciones teológicas de los teóricos eclesiásticos. Esto fue tornando la comunicación cada vez más difícil y llevando las decisiones de Camilo a su separación definitiva de la Iglesia y su reducción al estado laico, el cual solicita el 24 de junio, por medio de una pequeña nota dirigida al cardenal (Broderick, 1977). Entre el 25 y el 27 de junio, Camilo recibe respuesta a su solicitud y oficia su última misa en la iglesia colonial de San Diego. A partir de entonces inicia su vida al margen de las funciones sacerdotales.
A través de los medios de comunicación Camilo trata de explicar a la opinión pública las razones de su trascendental determinación.