Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego
integrantes del ELN a trasladar su campamento, a alertar las vías de aprovisionamiento y a modificar sus relaciones con las áreas de influencia en el campo y la ciudad, disminuyendo la ofensiva militar e intensificando el trabajo político.
Camilo mientras tanto veía transcurrir los días en medio de la angustia que le producía la detención de los dirigentes urbanos y la imposibilidad de comunicarse con Fabio, de quien en el momento dependía la decisión de emprender el viaje hacia el monte o continuar con el trabajo legal. Durante estas semanas visitó los Llanos Orientales y se dedicó al trabajo barrial en Bogotá. Asumió la discusión frontal en el interior del semanario sobre el problema electoral y el abstencionismo, pero esta vez dirigida contra los comunistas y los demócratas cristianos.
El cuarto ejemplar del semanario apareció el 15 de septiembre y estuvo dirigido contra la posición electoral de esos grupos, de los que Camilo cuestionaba el que se llamaran revolucionarios y progresistas, y que utilizaran las listas de los partidos tradicionales para poder tener participación en los órganos legislativos; en un titular de última página se afirmaba: “El Frente Unido, no es comunista ni demócrata cristiano”. Prácticamente hasta ahí llegaron las relaciones con la democracia cristiana, quedando seriamente averiadas las relaciones con el Partido Comunista.
La ruptura definitiva con la democracia cristiana y el desvertebramiento de la política de unidad propuesta por Camilo a los demás sectores sociales y políticos organizados, se produce en el Primer Encuentro Nacional Obrero, Estudiantil y Campesino, programado para los días 17 al 19 de septiembre en la ciudad de Medellín, al que había sido invitado por la Confederación Latinoamericana de Sindicatos Cristianos (CLASC). Aun cuando se trataba de un encuentro democrático con pretensiones de unidad, la dinámica del encuentro fue generando contradicciones insalvables, Camilo llegó acompañado por Jaime Arenas, Julio César Cortés, Álvaro Marroquín y Jaime Niño como delegados del Frente Unido. El primero de ellos hizo una intervención en la que fue deslindando campos con los demás sectores en torno a la definición de principios básicos de unidad, que se convertían por sí mismos en la negación de ese objetivo: la condena al imperialismo norteamericano y a su política de agresión con los pueblos en lucha por su liberación, el respaldo a la Revolución cubana, la definición de una posición abstencionista y el impulso a la lucha armada como vía fundamental para llegar al poder, generaron entre los asistentes las más airadas reacciones. Camilo apoyó la intervención de Jaime Arenas, explicó su posición, reafirmó sus puntos de vista y respaldó un proyecto de declaración política que no alimentara el anticomunismo de la democracia cristiana, ni la actitud electoral del Partido Comunista.
La reacción fue inmediata, Heliodoro Agudelo, representante y dirigente de la Asociación Sindical de Antioquia (ASA) de influencia demócrata cristiana, intervino para que en la declaración política se consignara una condena a los “imperialismos chino y soviético” y se eliminaran los párrafos de adhesión a la Revolución cubana; los demócrata-cristianos y los representantes del Partido Comunista intervinieron para condenar la posición abstencionista y la afirmación consignada en el proyecto de declaración de que la lucha armada era la vía principal para llegar al poder en Colombia (Arenas, 1971). El resultado del encuentro fue desastroso para el proceso de unidad propuesto: el PCC se retiró del Frente Unido y comenzó a circular una orientación a los militantes para que se sustrajeran de las actividades programadas por Camilo y el Frente Unido. La democracia cristiana y en particular el Comité Ejecutivo del Partido Socialdemócrata Cristiano, de la regional del departamento de Santander, sacó un pronunciamiento en el que señalaba que el semanario del Frente Unido estaba dirigido por marxistas-leninistas a través de Julio César Cortés y Jaime Arenas.
Con el título de “¿Qué sucedió en el Encuentro Obrero, Estudiantil y Campesino?” el 30 de septiembre de 1965, Camilo hace un balance del encuentro en el que afirma que este comprendía el desarrollo de dos temas generales, uno sobre política gremial y el otro sobre política general. Asegura que el encuentro aprobó por unanimidad las ponencias presentadas sobre problemas obreros, estudiantiles y campesinos, pero que se generó un acalorado debate en dos puntos que se hicieron álgidos dada la posición asumida por los sectores asistentes: el primero, la exigencia de la CLASC de que la denuncia del imperialismo se extendiera al soviético y chino o se suspendiera, y el segundo, generado por el bloque formado por la CLASC y Fedetav (Federación de Trabajadores del Valle), en torno a la ponencia presentada apoyando la abstención beligerante78.
La situación generada por la ruptura del Frente Unido hizo más evidente para Camilo, la necesidad de superar la etapa de proselitismo amplio, para entrar en una fase de organización urgente, de núcleos y comandos, constituidos principalmente por “no alineados”. Esta nueva necesidad estaba atravesada en lo fundamental por dos grandes dificultades: la carencia de dirigentes políticos con carisma y capacidad de organización y las precarias condiciones de seguridad en que quedó con la captura de los jefes de la red urbana de Bogotá, a quienes les decomisaron documentos, en los que no solo se daba plena prueba de la relación de Camilo con el ELN, sino, además, de su intención de unirse a la guerrilla en corto tiempo.
El mes de octubre comenzó con un incidente con la Policía Militar, que le costó a Camilo varias contusiones producidas por los golpes de bolillo. Se había organizado para el día 1.° una manifestación que fue disuelta sin mayores contratiempos por la Fuerza Pública y que puso de presente la disposición del Gobierno para detener el avance del Frente Unido, aún mediante el empleo de la fuerza en choque directo con los manifestantes, ya lo había hecho hacía unas semanas en Girardot, lo había repetido en Medellín y ahora lo implementaba en Bogotá. Camilo comenzó a sentir el peso de la inseguridad producida por los acontecimientos que ocurrían a su alrededor y a tener serios motivos para temer por su vida. La seguridad militar que le proporcionaba el ELN era insuficiente y seguramente ineficaz frente a un bien planeado atentado.
La dirigencia del ELN lo entendió así y da la orden en la primera semana de octubre de 1965 para que Camilo se incorpore a la lucha armada en las montañas de Santander. Antes de su partida Camilo intensifica su trabajo, escribe y hace publicar en la edición de Frente Unido del 7 de octubre, “El mensaje a los campesinos”, en el que se lanza en una ofensiva directa contra los gremios de productores agrícolas, el estado financiero representado en el Banco de la República, la oligarquía liberal-conservadora, la actitud norteamericana de agresión militar manifiesta en el desembarco de los marines en Santo Domingo, las Fuerzas Militares y el Plan Laso, para terminar llamando a la población campesina a unirse, a organizarse y prepararse para la lucha final (Torres, 1986).
Es particularmente significativo en el documento, la referencia que Camilo hace a los casos de Marquetalia79, El Pato80, Guayabero81 y Río Chiquito82 pues ellos representan en el momento la confrontación militar, en el camino de un nuevo conflicto social que supera el enfrentamiento entre liberales y conservadores, para inscribirse en una concepción de modernización de las estructuras agrarias a través de la vía del ejercicio de la violencia institucional. Los casos de Marquetalia, El Pato, Guayabero y Río Chiquito, eran de profundo conocimiento de Camilo Torres, no solo por la relación directa e indirecta que mantenía con esas zonas, la información que le traía la prensa, sino además, porque estaba enterado, así lo deja entrever el mensaje a los campesinos, del estudio realizado por una comisión de intelectuales franceses, sobre los cercos y las tomas llevadas a cabo por los militares en esas regiones.
También eran de conocimiento de Camilo las campañas de acción cívico-militar que, desde finales de 1962, venía desarrollando el Ejército dentro del marco de las estrategias del Plan Laso y cuyo énfasis principal se hacía en las operaciones psicológicas, de ahí su expresión: “El ejército empieza con la acción cívico-militar y acaba con los bombardeos, empieza sacando muelas y acaba metiendo bala. Los campesinos ya saben que los militares llevan en una mano el pan y otra atrás con el puñal” (Torres Restrepo, 1965).
La reflexión de Camilo sobre el movimiento campesino está claramente atravesada por el conocimiento de estos casos. Camilo no ve otra salida en ese momento para los campesinos, que prepararse para articularse desde sus posibilidades al desarrollo de la lucha armada.
El 9 de octubre, Camilo emprende lo que ha de ser su última gira como activista