La gerontología será feminista. Paula Danel
con una concepción monolítica de la vejez y de las mujeres?
La interseccionalidad constituye un aporte para pensar en las mayores en sus múltiples posicionamientos, con sus trayectorias vitales diversas y con procesos de adscripción identitaria de intensidad variable. ¿Contamos con desarrollos teóricos que nos permitan explicar la heterogeneidad en las formas de envejecer? ¿Los modos desiguales de acceder a bienes materiales y simbólicos, aparecen en nuestras producciones gerontológicas dando cuenta de las desigualdades que viven las mujeres a lo largo de todo el curso vital?
Desde los estudios dentro del campo de la edad, encontramos que Moody comenta la existencia de:
...una extraña tentación estructuralista ha conducido en forma reiterada a la cosificación (reification) del tiempo vivido y un abandono del tiempo histórico hacia una sucesión atemporal de etapas de la vida. (González, J. G. H,1993 :7).
Pues entonces, en la búsqueda desde los estudios de género y las epistemologías feministas asumimos junto a Scott que:
género sigue siendo útil sólo si va más allá de este enfoque, si se toma como una invitación a pensar de manera crítica sobre cómo los significados de los cuerpos sexuados se producen en relación el uno con el otro, y cómo estos significados se despliegan y cambian. El énfasis debería ponerse no en los roles asignados a las mujeres y a los hombres, sino a la construcción de la diferencia sexual en sí. (Scott, 2010: 9)
Y en ese sentido, nos preguntamos desde estas ideas de género, desde estas búsquedas de los significados de los cuerpos sexuados ¿Qué producciones la gerontología ha producido en clave disruptiva? ¿La gerontología hizo propio el debate de descentramientos binario? ¿Las y los mayores han sido mirados en su modo singular de autopercibirse? ¿Las diferencias sexuales y las relaciones asimétricas que el patriarcado y el capitalismo producen, han sido impugnadas desde la gerontología?
Arber y Ginn (1996) nos alertaban en su propicio libro “Relación entre género y envejecimiento” que es necesario considerar el género como base fundamental de la organización social, en la definición del status de las mujeres y los hombres al envejecer, de sus relaciones de poder y su bienestar. Es decir colocar el género en clave de estructuración al igual que la edad, la clase y la etnia.
Lawrence Cohen (1994) inaugura una propuesta de producción teórica denominada gerontología crítica, aunque claramente la criticidad había sido producida previamente en nuestra América. (4)
Por su parte, Moody (1988) afirma que la gerontología resulta un ensamblaje multidisciplinario de esquemas explicativos, en el que cada uno invoca términos teóricos que no se mueven dentro del mismo universo conceptual. La gerontología como disciplina se instala en un espacio liminar, de producción múltiple por lo que de acuerdo al mismo autor, es necesario un enfoque crítico que supere el estancamiento de la teoría gerontológica.
La Gerontología Crítica plantea que los constructos filosóficos y científicos surgen y sirven para recrear el variado ambiente socio-histórico y son, de algún modo, simples extensiones del conocimiento popular. En tanto y en cuanto los científicos sociales comparten el mismo horizonte pre-reflexivo, que sirve como soporte simbólico y material del mundo social que pretenden estudiar, esta perspectiva va a sostener la influencia (e influjo) de las creencias, los valores epocales, los significados contextuales y la cosmovisión de una sociedad dada, en las construcciones conceptuales que estos elaboren para describir y explicar el envejecimiento y la vejez. (Yuni y Urbano, 2008: 154)
La misma, se orienta a:
»Desnaturalizar el apego biologicista en la explicación de los procesos de envejecimiento y vejez,
»Comprender la configuración socio histórica que configura, contornea y da lugar a las personas mayores,
»Analizar las posiciones estatales en la producción de lo público, de cara a pensar las políticas de vejez y gerontológicas,
»Identificar los rasgos estructurales que organiza la sociedad (clase, edad, género) y las prácticas sociales que se desarrollan en la contemporaneidad.
En la búsqueda de argumentaciones desde la gerontología, nos alerta Cohen (1994) sobre lo problemático que podría significar continuar presentando argumentos alarmistas en clave demográfica. En varias oportunidades, señalamos preocupación en torno a lo que significa que las formaciones sociales no tomen decisiones anticipadas de los procesos de envejecimiento. Esto termina aportando a la construcción del envejecimiento como problema y no como temática o realidad.
Sin dudas la investigación es una fuente fundamental para nutrir la construcción del campo de la edad en torno a estas cuestiones y no se trata sólo de desagregar datos por sexo sino de indagar acerca de los efectos del género en las vejeces.
Farré (2008:49) nos advierte que en la investigación del envejecimiento femenino:
No basta con el deseo bienintencionado de incluir a las mujeres en la investigación para que nos encontremos con una investigación de género y habilitadora (…) una investigación en la que la diferencia sexual sea una categoría central de análisis y suponga, por lo tanto, una explicación requiere mucho más que la simple tarea de “añadir” las mujeres a los datos, como una escueta información estadística. Hay que conocer, estudiar, iluminar los procesos que intervienen y que dan forma al hecho investigado.
Acordamos con la autora en que es preciso reconocer la diversidad y la pluralidad de experiencias que tienen las mujeres a lo largo de su vida, y a través de las generaciones, que las convierten en una variedad de modelos desde los cuales la vejez de las mayores puede ser mirada, y a través de ella, los procesos de construcción subjetiva que acontecen en interacción con la dimensión normativa en la sociedad.
En el sentido que señala Morris (1997) la exclusión de algunos grupos de las descripciones de las mujeres, hace que los análisis feministas sean incompletos. Si entendemos que el feminismo, en tanto objeto en disputa, está asociado con la capacidad y oportunidad de elegir y con el control y decisión sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos, la invisibilización de algunos colectivos se torna preocupante.
El cruce de la Gerontología Crítica y los estudios feministas nos propone revisiones –profundas- tendientes a descentrar, a disputar significados, a producir otras narraciones y habitar nuevas escuchas. Nos invita a ponerle nombre a las formas en que resolvemos nuestros lazos sociales, nuestras interdependencias, y los modos en que asumimos y protagonizamos la afectividad, el amor y la sexualidad.
En un momento histórico para el feminismo en Argentina, más allá de la gran lucha de las jóvenes en las calles, se requiere una mirada libre de sesgo edadista mostrando que se trata de una revolución intergeneracional.
Sin las Ancestras feministas no podría haberse construido un movimiento de tal magnitud. Este pacto intergeneracional de las mujeres contra el patriarcado es un nuevo escenario que nos encuentra a todas resistiendo, vibrando, trabajando en el camino de cambiar el orden de género.
Por tal motivo, este libro apela a la retórica de nuestras luchas en tanto que si la gerontología no es feminista, implica que naturaliza relaciones sociales, invisibiliza opresiones y se desprende de las existencias corporales heterogéneas. Nuestra apuesta, nuestra pesquisa, es que la gerontología sea feminista y amplíe sus lugares de reflexión, sus espacios de enunciación y las banderas en búsqueda de la justicia social.
Sobre el libro
El libro está compuesto por nueve capítulos en la que las autoras asumen el debate antes expuesto (género y vejez) a la luz de preocupaciones previas que venían sosteniendo, abrazando y discutiendo.
La propuesta de la Editorial Fundación La Hendija de generar un libro que eche a rodar palabras en relación a los temas de envejecimiento y vejez, hizo posible el encuentro en un proyecto colectivo en el que asumimos el desafío de visibilizar el tema de las mujeres mayores en relación a los procesos de envejecimiento. Para esta empresa, la alianza sorora fue sustancial, encontrarnos en nuestros saberes y en nuestros interrogantes, animarnos a mirar aquello que no teníamos tan claro, y ponernos en diálogo desde nuestros