Repensar las desigualdades. Elizabeth Jelin
los mismos mecanismos institucionales a través de los cuales se ha reducido históricamente la desigualdad en algunas naciones a menudo han acentuado la exclusión selectiva de las poblaciones de los países más pobres, lo que aumentó así la desigualdad entre las naciones.
Por lo tanto, nos enfrentamos a un dilema similar a los que caracterizaron la expansión de los mercados mundiales a fines del siglo XIX. Ese fue otro período de incertidumbre, en el que el crecimiento de los mercados generó tanto una comunidad defensora de la globalización como también una reacción proteccionista. Los patrones actuales de estratificación, movilidad y desigualdad social podrían transformarse en el futuro como consecuencia de las mismas oportunidades generadas por el crecimiento de las desigualdades entre países durante gran parte del siglo XX –de manera similar a la forma en que Adam Smith planteó cómo el desarrollo desigual de la ciudad y el campo generó las mismas fuerzas del mercado que, eventualmente, pondrían fin a esa desigualdad–. Por otro lado, los intereses desafiados por esa transformación podrían participar en el tipo de reacción proteccionista experimentada en la primera parte del siglo XX para revertir tales desafíos (aunque el tamaño de la India y China, junto con sus vínculos con otros países en Asia y en otros lugares, podría contribuir a producir resultados muy diferentes de aquellos del siglo XX). Determinar dónde colocarse frente a estas opciones implicará decisiones difíciles para las fuerzas progresistas en el mundo occidental, pero es importante tener en cuenta que la necesidad de tomar tales decisiones representa, en sí mismo, un signo del privilegio relativo del que tales fuerzas han disfrutado hasta ahora.
Referencias
Albrecht, S. y R. P. Korzeniewicz (2014), “Global Wages and World Inequality: The Impact of the Great Recession”, en C. Suter y C. Chase-Dunn (eds.), Structures of the World Political Economy and the Future Global Conflict and Cooperation, Berlín, Lit.
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Hopkins, T. (1982), “World-Systems Analysis: Methodological Issues”, en T. Hopkins e I. Wallerstein (eds.), World-Systems Analysis: Theory and Methodology, Beverly Hills, Sage Publications.
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Williamson, J. (1991), Inequality, Poverty, and History: The Kuznets Memorial Lectures of the Economic Growth Center, Nueva York, Basil Blackwell - Yale University.
World Bank (2013), World Development Indicators, Washington DC, World Bank.
[3] Muchos de los argumentos en este capítulo se basan, en gran medida, en mi trabajo colaborativo con Timothy P. Moran y Scott Albrecht.
[4] “Los habitantes de una ciudad, reunidos en un solo lugar, pueden combinarse fácilmente. En consecuencia, los oficios más insignificantes realizados en las ciudades han sido incorporados, en algún lugar u otro; e incluso donde nunca se han incorporado, el espíritu corporativo, el recelo a los extraños, la aversión a tomar aprendices o a comunicar el secreto de su oficio, en general, prevalecen en ellos, y con frecuencia les enseñan, mediante asociaciones y acuerdos voluntarios, para evitar esa libre competencia que no pueden prohibir por ordenanzas” (Smith, 1976 [1776]: I, 141).
[5] Charles Tilly (1999: 36) señala que el enfoque en la desigualdad en tanto resultado relacional tiende a producir resistencia en las ciencias sociales. Para Korzeniewicz y Moran (2009), un registro relacional de este tipo solo puede construirse mediante su inclusión en el tiempo y el espacio.
[6] Esta idea ha sido el centro metodológico de lo que Terence K. Hopkins e Immanuel Wallerstein (1982) denominaron una perspectiva de los sistemas mundiales.
[7] “Recurrir a la voz, expresarse en vez de irse, para el cliente o miembro significa intentar cambiar las prácticas, políticas y resultados de la empresa en la que compra o de la organización a la que pertenece. La voz se define aquí como cualquier intento de cambiar, en lugar de escapar, de una situación objetable, ya sea a través de una petición individual o colectiva a la administración directamente a cargo, a través de una apelación a una autoridad superior con la intención de forzar un cambio en la gestión o a través de diversos tipos de acciones y protestas, incluidas aquellas destinadas a movilizar a la opinión pública” (Hirschman 1970: 30).
[8] El uso de datos ajustados de paridad de poder de compra (Purchasing Power Parity, PPP) altera estos hallazgos solo ligeramente. Para México, todos los deciles de país por debajo de MEX8 (en vez de MEX9) son de movilidad ascendente en USA2. Para Guatemala, los resultados son los mismos. Para la Argentina, todos los deciles de país por debajo de ARG7 (en vez de ARG9) son de movilidad ascendente en ESP2. Para Bolivia, todos los deciles de país por debajo de BOL7 (en vez de BOL8) son de movilidad ascendente en ARG2.
[9] Estas instituciones también brindaron oportunidades para que las poblaciones rurales (algunas sí, no otras) mejoraran rápidamente sus ingresos al mudarse a las áreas urbanas, lo que contribuye aún más a disminuir la desigualdad dentro de los países entre las naciones más ricas.
[10] Williamson (1991: 17), por ejemplo, sostiene que la disminución de la desigualdad en los países industrializados después de los años treinta fue principalmente el resultado de fuerzas pre-fisc que alteraron los retornos de los sectores de la fuerza de trabajo, calificados y no calificados, en favor de esta última e indica que para estas fuerzas fue clave “una erosión en la prima sobre […] habilidades, y [un] aumento relativo en la falta de mano de obra no calificada”.
[11] “Por lo tanto, toda reserva acumulada en manos de la parte industriosa de los habitantes del país, naturalmente, se refugió en las ciudades, como los únicos santuarios en los que podría estar segura para la persona que la adquirió” (Smith, 1976