El continente vacío. Eduardo Subirats

El continente vacío - Eduardo Subirats


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en tiempos pasados el Cid Ruiz Díaz». Sahagún no dudó tampoco en mencionar en su narración de la conquista de México la directa intervención divina «por cuyos medios (Hernando Cortés) hizo muchos milagros en la conquista de esta tierra».53

      El centro de gravedad de la crónica de Gómara lo constituyeron las oraciones de Cortés a sus soldados. Sabemos que estas arengas le fueron dictadas a Gómara por el propio Cortés. No son, por consiguiente, testimonios simples de un hecho histórico cumplido. Poseen más bien el rango de una autorepresentación. De acuerdo con ella, la codicia de riquezas y la gloria militar se armonizaban idealmente con la obediencia y servicio a la corona y, al mismo tiempo, con el significado apostólico de la conquista:

      En el conquistado centro simbólico de Mesoamérica, la recién creada representación del paraíso americano tenía que trocar necesariamente sus sensuales símbolos paganos por las imágenes abstrusas del infierno cristiano. Solo así se podía justificar su apropiación violenta. Dioses monstruosos, «mezquitas» en las que se celebraban sacrificios humanos, costumbres bárbaras que el español demonizó de inmediato, toda esta parafernalia que ha alimentado el barroco y los neobarrocos latinoamericanos constituían un elemento primordial en la justificación de la violencia colonial. La radical extrañeza de lo desconocido y lo imaginado legitimaba una guerra de destrucción que fundía y confundía sus conflictivos signos con el éxtasis multicolor de la gloria y la redención cristianas.

      La concepción virtuosa y heroica del conquistador como caballero andante, héroe civilizador y mesías, y del proceso de la conquista militar y la destrucción del indio como guerra santa de salvación respondía también por una perspectiva medieval en cuanto a la forma literaria bajo la que se dio expresión: la crónica de Indias. Muy particularmente en este primer siglo de la colonización americana estas crónicas cristalizaron como legitimación moral y estética de irisaciones míticas y místicas a sus hazañas de guerra y expolio, y genocidio y vasallaje.


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