Autismo. Lia Pistiner de Cortiñas
Las emociones como vínculos
Las impresiones sensoriales son un vínculo con el mundo externo, con el no-yo y con el propio cuerpo. Las emociones son un vínculo con la realidad interna y con el mundo humano. Son dos sistemas de vínculos. En los funcionamientos autistas nos encontramos con ausencia de vínculos es decir, no-vínculos, experiencias emocionales aplanadas, reducidas a eventos sin significado.
Bion sostuvo que las emociones tienen la función de vincular. En ese sentido describió tres vínculos L (amor), H (odio) y K (conocimiento como curiosidad, como disposición a conocer). El mundo humano es un mundo de significados que están en función de los vínculos emocionales con el sí mismo: amor a sí mismo (L), odio a sí mismo (H) y disposición al conocimiento de sí mismo (K). El mundo humano realiza la transformación de inanimado en animado. Los seres humanos nos nutrimos de significados. El significado está ligado al sentimiento de existir y sentirse real en la medida en que hay una parte del self que siente e interpreta lo que siente. Los fracasos en el desarrollo de estos vínculos perturban también las relaciones con el sí mismo, con los objetos y la disposición al conocimiento.
No-vínculos
En el mundo autista fallan todos los vínculos y es notorio el fracaso del vínculo K, de disposición al conocimiento. Los terrores atávicos quedan encerrados y aislados por las barreras autistas y cualquier contacto emocional es evitado. Los objetos y vínculos animados se vuelven inanimados. En la zona autista no hay significado puesto que faltan las emociones y tampoco puede hacerse un aprendizaje por la experiencia emocional. En los funcionamientos psicóticos las emociones son atacadas, fragmentadas, evacuadas. Las fallas en el desarrollo emocional y cognitivo se deben a que las transformaciones se hacen en un medio de des-conocimiento activo (-K) vinculado al Super-superyó, descrito como conciencia moral sin moral que usurpa funciones del yo (Bion, 1962). En los fenómenos autistas lo que se produce no es un ataque ni una fragmentación violenta seguida de evacuación, sino una “no-relación” que puede llegar hasta ese vacío del páramo de no existencia. Nos encontramos con no-vínculos, experiencias emocionales aplanadas, reducidas a eventos sin significado.
La evolución de la conciencia y los vínculos primarios
Una de las características de nuestra especie es la de tener una infancia muy prolongada y dependiente de los cuidados maternos y paternos. Toda mente, en sus primeros pasos, necesita de otra mente para desarrollarse. Este desarrollo ocurre a través del interjuego proyectivo-introyectivo entre el bebé y sus objetos parentales. Ansiedades y sensorialidades primitivas, por medio de la identificación proyectiva, son evacuadas en la mente de la madre que las recibe, significa y transforma en algo tolerable. El bebé recibe de vuelta una parte de su personalidad, que ahora puede asimilar y junto con eso va introyectando la función α. El desarrollo de esta función está asociado al rêverie materno. Un factor del rêverie es la atención de la madre, que funciona como un hilo que reúne las sensaciones y emociones del bebé. En las madres deprimidas esta atención está ausente. Vuelvo a poner el acento sobre el hecho de que los bebés autistas tienen una intolerancia a la conciencia de la separación pezón-lengua, viven la separación corporal como un agujero en su propio cuerpo. Son bebés muy sensibles a los estados emocionales del objeto, sensibilidad que suele asociarse con una madre deprimida y un padre ausente. La madre deprimida, al no estar disponible psicológicamente para el bebé, también está ausente. Estos factores inciden en que la vivencia de separación en los bebés –que evolucionarán hacia funcionamientos autistas– tenga una cualidad terrorífica, como de una ruptura de su propio cuerpo y los lleve a desarrollar sensaciones espurias tranquilizantes que los condenan a la desconexión. María tuvo un destete traumático: su madre, cuya infancia también estuvo marcada por situaciones traumáticas de separación, cuando ella tenía 4 meses no toleraba la ansiedad de no poder medir cuánta leche tomaba María cuando estaba mamando del pecho, de modo que decidió darle mamadera. María se negó por bastante tiempo a aceptarla hasta que finalmente, el apostar a la vida la llevó a tomar la mamadera. Sospecho que se relacionó con la leche como alimento y no con la experiencia emocional del pecho y de mamar. El conflicto en relación a la boca y a la lengua se instaló de modo tal que impidió un destete adecuado y el uso de la boca y la lengua para desarrollar el lenguaje. Hasta los 4 años María no habló, luego del tratamiento con una fonoaudióloga pareció aprender a hablar pero era un lenguaje imitativo y hasta el día de hoy –a los 13 años– se chupa la lengua y se muerde el interior de las mejillas. Su hablar es un hablar imitativo, con el curioso rasgo de que la inteligencia está al servicio de lograr la imitación. F. Tustin (1992) se refiere a un amamantamiento deprimido en el que el par mamá-bebé no tolera situaciones emocionales intensas ni de separación ni de reunión.
Separación corporal traumática-Sensaciones autogeneradas: En estos niños el momento de conciencia de separación corporal fue traumático en la lactancia y como defensa todos los sentimientos fuertes fueron amortiguados. La forma de protección de las vivencias terroríficas de un cuerpo agujereado es envolverse en torbellinos de sensaciones autogeneradas que refuerzan la falta de atención hacia realidades compartidas y obnubilan la conciencia de las sensaciones normales. Son muy conocidas las descripciones de cómo estos niños agitan sus manos como aleteando, hacen rocking, etcétera.
Conciencia trunca-Objetos de sensación y barreras autistas: en el funcionamiento autista nos encontramos con una conciencia trunca, como mutilada. Los objetos de sensación, como aferrar un juguete, no para jugar sino por las sensaciones táctiles que generan, los movimientos cinéticos, como hamacarse, dar vueltas, etc., utilizados como protectores espurios y el desmantelamiento de la atención (Meltzer, 1975), que evita el sentido común y la relación entre los sentidos, son factores para aminorar el desarrollo de la función α y las funciones de la conciencia capaz de darse cuenta. En lugar de usar las impresiones sensoriales para formar imágenes sensoriales que puedan ligarse con experiencias emocionales, los niños autistas usan las sensaciones auto-provocadas al servicio del aislamiento, para establecer barreras que evitan el contacto. Los vínculos emocionales se anulan de modo tal que se oblitera tanto la relación con el sí mismo como con los objetos.
Pensamiento embrionario, evolución de la conciencia y privilegio de lo táctil
En una evolución hacia la conciencia del darse cuenta, las impresiones sensoriales y emocionales se combinan y forman los elementos ideogramáticos, matrices del pensamiento embrionario, aptos para formar pensamiento onírico, el pensamiento despierto de vigilia y el sentido común. Los desarrollos de Tustin y la hipótesis de la función α ayudan a comprender la importancia de investigar el modo en que el aparato psíquico usa las impresiones sensoriales. Podemos así diferenciar: 1) La función α usa las impresiones sensoriales para generar elementos α, que sirven para la transformación en pensamiento y el crecimiento mental; 2) La conciencia rudimentaria del bebé que usa las impresiones sensoriales como elementos β, para la identificación proyectiva. En los funcionamientos psicóticos, las sensaciones como elementos β patológicos, son usadas para las transformaciones en alucinosis; 3) En los fenómenos autistas los elementos sensoriales espurios se usan para generar encapsulamiento en un sistema no transformacional al servicio del aislamiento.
Ideogramas
Las impresiones sensoriales y emocionales transformadas en elementos α son usadas para formar ideogramas y el sistema ideogramático realiza el primer bosquejo de las ideas. Si la mente tiene que tener algún registro del dolor, que tenga durabilidad y pueda ser almacenado tiene que tener una imagen ideogramatizada: por ej., un rostro con lágrimas o frotarse un codo. Podemos considerar tres factores en el desarrollo de este primer bosquejo de ideas:
1 El sistema sensorio diferenciado en dos grupos: los sentidos distales y proximales.
2 La conciencia que se liga a las impresiones sensoriales que pueden usarse para registrar y almacenar experiencias.
3 La curiosidad, el vínculo K como disposición