Mundos y seres poshumanos en la literatura contemporánea. Sophie Dorothee von Werder
Mundos y seres poshumanos en la literatura contemporánea
Estudio comparado de Kafka, Borges, Santa Cruz, DeLillo y Bellatin
Sophie Dorothee von Werder
Literatura / Crítica
Editorial Universidad de Antioquia®
Colección Literatura / Crítica
© Sophie Dorothee von Werder
© Editorial Universidad de Antioquia®
ISBN: 978-958-714-959-3
ISBNe: 978-958-714-960-9
Primera edición: mayo de 2020
Motivo cubierta: El club de los descartados, ilustración de Elizabeth Builes
Hecho en Colombia / Made in Colombia
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A Valentina y a Darío. A mis amigos.
A Antonio. A mi madre
Introducción
En este momento hacemos parte de una transformación fundamental del mundo y la vida humana, debido al desarrollo de las tecnologías y sus diversas ramificaciones, entre otras, la ciencia de la información, la ciencia cognitiva, la farmacéutica y la ingeniería genética. En países desarrollados, el hombre1 no solo se mueve en un entorno cada vez más artificial y tecnológico; también trata de optimizarse a sí mismo, fusionando el cuerpo orgánico con otros elementos. Cada vez más se desenvuelve en mundos virtuales y desmaterializados. En este contexto de grandes cambios, surge la pregunta acerca de su identidad como especie y una posible nueva etapa evolutiva.
Las teorías sobre el hombre poshumano, que se presentan en el capítulo 2, son tan diversas como es complejo el fenómeno, por lo que no existe un marco teórico o conceptual coherente para el presente estudio. Dado que el término poshumanismo se puede referir tanto al hombre poshumanista como al hombre poshumano, unos reflexionan sobre la superación de las concepciones humanistas del hombre, mientras que otros se centran en su subjetividad híbrida a raíz del impacto de la reciente tecnificación del mundo. Ambas perspectivas están relacionadas, por lo que la terminología se suele usar de manera casi indiferenciada, razón por la que en el título de este libro se optó por lo sencillo, es decir, usar el término poshumano en su sentido amplio. De hecho, los diferentes planteamientos coinciden en apartarse de una concepción del hombre como sujeto racional y autónomo, la cual es remplazada por la de un ente fluido, descentrado y precondicionado por diversos factores. Esta idea ya fue formulada a finales de los años sesenta por los posestructuralistas, para el caso, Foucault o Lacan, quienes señalaron que las perspectivas de un individuo, incluida la autopercepción, forman parte de un conjunto imbricado de elementos que lo anteceden y lo sobrepasan, como determinadas estructuras de poder, una constelación familiar o un lenguaje. Las visiones más recientes focalizan la disolución de diferencias ontológicas entre humano y no humano, orgánico e inorgánico, original y copia, lo que plantea un cambio cualitativo y esencial más que conceptual, dado que reflexionan sobre un nuevo tipo de subjetividad híbrida y poshumana. Sin embargo, con respecto a las teorías anteriores, más que una contradicción se observa que el concepto se actualiza: se sigue considerando que el hombre poshumano no es libre ni racional, que aparece supeditado a diversos factores, no solo a un contexto social y un lenguaje, sino ahora también a las tecnologías, con las que está en constante contacto, de las que depende cada vez más o de las que es incluso un producto.
El presente libro sobre Mundos y seres poshumanos en la literatura contemporánea2 estudia las relaciones estéticas y temáticas que se establecen entre el fenómeno del poshumanismo y cinco obras narrativas, de Franz Kafka, Jorge Luis Borges, Guadalupe Santa Cruz, Don DeLillo y Mario Bellatin.
La pertinencia de la propuesta se fundamenta, en lo que se refiere a lo estético-formal, en la evidente interrelación entre el discurso literario y el tecnológico: aparte de que, desde sus principios, la escritura misma se corresponde con una tecnología, se observa que se ha establecido un diálogo entre la innovación técnico-científica y las formas y lenguajes literarios. Tecnología y literatura, como señala Hoeg (2000), “son producto de un determinado contexto sociocultural, por lo que es muy probable que encontremos influencias mutuas o relaciones recíprocas entre los dos discursos”.3
Últimamente constatamos, por ejemplo, que la pérdida de un centro, que sugieren los nuevos medios, también conduce a nuevas formas literarias. De esta manera, el hipertexto como escritura no lineal, con varios autores o lectores que a su vez se pueden convertir en autores, parece materializar conceptos como “muerte del autor” o “rizoma”, creados en los años setenta por Barthes, Deleuze y Derrida. Landow (1992) observa que, en las últimas décadas, literatura e hipertexto informático han convergido cada vez más, de manera que tanto los que trabajan en la informática como aquellos que se ocupan de la teoría literaria y cultural argumentan que: “debemos abandonar los sistemas conceptuales basados en las ideas de centro, margen, jerarquía y linealidad y sustituirlos por otros de multilinealidad, nodos, enlaces y redes”.4
Aunque la innovación estético-formal no sea el enfoque principal de este libro, ni se estudian hipertextos como tales, las anteriores consideraciones son pertinentes en el análisis de las novelas fragmentadas de DeLillo y Bellatin.
Para este estudio resulta más relevante, sin embargo, la capacidad de la literatura de mediar entre diferentes percepciones que se pueden tener de la realidad. Se reconoce que, en principio, los contenidos, incluso de la literatura llamada realista, son textuales y forman parte de una poética y de un determinado imaginario; pero, por otro lado, observamos que hasta las obras más herméticas inevitablemente fueron concebidas en un contexto concreto y están cargadas de referentes extraliterarios. Se parte, entonces, del supuesto de que un texto literario —sin desconocer sus particularidades, su carácter artificial y construido, ni la distancia que puede desarrollar con respecto al mundo real— siempre se relaciona con un entorno contemporáneo. En esta línea, se piensa que también la literatura posmoderna, considerada por algunos una “celebración de la arbitrariedad” (Klepper, 1996)5 o expresión “postcrítica” (Lachmann, 1990),6 aporta a un diagnóstico o una evaluación de un ambiente sociohistórico, aunque sea de manera oblicua o ello no se corresponda con la intención del autor.
De hecho, lo mismo se puede afirmar para los estudios literarios. Como observa Eagleton (1983), hasta una visión estrictamente estructuralista mantendrá nexos con un sistema político y un contexto cultural, “pues, a sabiendas o no, ha coadyuvado a sostener y fortalecer [los] postulados [de estos]” (p. 233) —estas reflexiones son relevantes en el estudio sobre Damas chinas, por lo que se retoman y amplían en el capítulo 6—.
Teniendo en cuenta lo anterior, para este estudio resulta especialmente adecuado el método comparado. Como no se cree en la autonomía o “pureza” de la literatura, no se la piensa como sistema cerrado o autosuficiente, y la apertura que implica este método nos permite dialogar con otras disciplinas e incorporar perspectivas desarrolladas por parte de los estudios culturales, la sociología o la filosofía. Incluso realizar estudios comparados y transdisciplinares resulta hoy en día muy apropiado, a fin de corroborar la discutida pertinencia académica y social de la literatura y de los estudios literarios.
Es necesario aclarar, no obstante, que de ninguna manera se pretende ilustrar con las obras literarias una teoría elaborada por otra disciplina.