Mundos y seres poshumanos en la literatura contemporánea. Sophie Dorothee von Werder
Berlín: Suhrkamp.
Landow, G. P. (1992). Hypertext: the Convergence of Contemporary Critical Theory And Technology. Baltimore: John Hopkins University Press.
1 El término incluye a mujeres y hombres. Se opta por él para facilitar la lectura, teniendo en cuenta que el uso de la terminología neutra, ser humano o ser poshumano, en algunas partes generaría confusión, dada la diferencia gradual entre los dos.
2 Producto derivado del proyecto “Sujetos poshumanos en la literatura contemporánea”, realizado con apoyo del Centro de Investigaciones y Extensión de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia y el Comité de Asuntos Profesorales del Consejo Académico (Res. 76 del 23 de agosto de 2017). Grupo GEL, Estrategia de Sostenibilidad 2018-2019.
3 “Technology and literature [...] are products of a given sociocultural context, then we should reasonably expect to find mutual influences or reciprocal relations between the two discourses” (p. 17). Todas las traducciones sin indicación de fuente española fueron realizadas por la autora.
4 “over the past several decades literary theory and computer hypertext, apparently unconnected areas of inquiry, have increasingly converged [...]. Those working in computing [...] and those working in literary and cultural theory [...] argue that we must abandon conceptual systems founded upon ideas of center, margin, hierarchy, and linearity and replace them with ones of multilinearity, nodes, links, and networks” (p. 2).
5 “die Zelebrierung der Beliebigkeit” (p. 327).
6 “die Post-Kritik-Phase der Literatur” (p. 519).
Parte 1
Teorías sobre el hombre poshumano
Resulta difícil elaborar un acercamiento teórico al poshumanismo, porque en realidad estamos tratando un fenómeno tan complejo que habrá que pensar más bien en una aproximación a los poshumanismos. Son muy distintas entre sí, por ejemplo, las visiones futuristas y ciborgeanas y aquellas que se centran en el fin del humanismo como sistema de creencias y valores. Adicionalmente, la extrema actualidad del fenómeno dificulta su análisis. Tendremos que referirnos, entonces, de manera sucinta, a asuntos de gran complejidad como el antihumanismo de los posestructuralistas, pero también a desarrollos recientes como la creciente fusión del hombre con las máquinas o la neoliberalización y la virtualización globales.
Es importante aclarar que, dada esta variedad de enfoques teóricos y conceptuales, no es posible presentar un marco teórico coherente para aplicarlo luego en el análisis de los textos literarios. Sin embargo, se procura proyectar una visión general de las diversas contextualizaciones teóricas del poshumanismo, haciendo énfasis en aquellas que serán especialmente relevantes para el posterior estudio de los textos (por ejemplo, las de Baudrillard o Heidegger).
Para comenzar, el término poshumanismo puede aludir, bien a la aparición del hombre poshumano, o bien a la superación de las concepciones humanistas del hombre. Ambas perspectivas indudablemente están relacionadas, y los términos se suelen confundir. En el siguiente apartado se hace referencia a Foucault y a Hassan para tratar de delimitarlos.
Cambios conceptuales y esenciales
Antes de hablar de poshumanismo es necesario aclarar que también el concepto de humanismo es muy ambiguo, y su significado se desplaza según cambian los contextos, aunque suele mantener alguna relación con el humanismo renacentista, es decir, con las ideas de Erasmo de Rotterdam, Giordano Bruno, Nicolás de Cusa, Tomás Moro, Nicolás Copérnico, Felipe Melanchton, entre otros. En el Renacimiento, un humanista era una persona conocedora de las culturas clásicas; aparte de eso, creía en el posicionamiento central del hombre y defendía valores como el individualismo, la libertad, el pensamiento racional y científico y la tolerancia.
Díaz Novoa (2009) observa que la exaltación humanista del antropocentrismo y del individualismo, y también de la cientificidad, está relacionada con el ascenso de la burguesía. Por un lado, esta exaltación tiene que ver “con el interés de la burguesía por conocer y representar la naturaleza, el hombre y la historia, desde el hombre mismo como centro, considerado como ser racional y sensitivo” (p. 55); por otro, tiene que ver con la tradición agrícola, comunitaria y religiosa del feudalismo, contra la cual “crece la importancia del individuo y del hombre, en cuyo contexto la razón adquiere un papel innegable. [...] el antropocentrismo, como ideología individualista, va apareciendo como un poderoso instrumento de acción social en los nuevos intelectuales” (pp. 58, 59).
Sin embargo, los humanismos en tiempos más modernos difieren en este punto: mientras que el humanismo capitalista enfatiza y hasta glorifica la libertad individual, el marxista tiene los valores de la comunidad y la solidaridad en primer plano. Por su parte, Uribe Ferrer (2018) critica los humanismos en la actualidad, que para él son el marxista, el existencialista y el democrático, porque le niegan al hombre “una trascendencia vertical o religiosa”. Su propuesta es un humanismo cristiano, en su opinión “la forma plena de humanismo” (p. 24), argumentando que ni este ni el cristianismo se deben interpretar como normas o doctrinas, sino como orientaciones de la vida.
Otra idea presente en varias concepciones del humanismo es la de un hombre que se construye y que se rige por la razón, por lo que hay mucha afinidad entre el pensamiento humanista y la educación. En esta línea, Savater (1990) explica: “Lo propio de la actitud humanista no es aceptar una naturaleza o esencia humana [...] sino propugnar la disposición autopoiética del hombre, obligado a inventarse e instituirse a sí mismo a partir de su libertad” (p. 11). Por su parte, Cuadros Contreras (2009) subraya que la antigüedad sigue siendo un ejemplo digno de imitación. Considera el humanismo “la concepción de un ideal de humanidad, de un modelo al que se quiere llegar. Esto es, por supuesto, algo ético, político y estético y así fue en Grecia en muchas manifestaciones de vida” (p. 7).
Foucault es uno de los primeros teóricos poshumanistas. En la última parte de Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas (1968) habla de la “muerte del hombre”; sin embargo, la muerte no se presenta como un hecho, sino como algo que está ocurriendo: “El hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento. Y quizá también de su próximo fin” (p. 375). En realidad, el autor no reflexiona sobre una extinción, sino que se refiere al hombre en cuanto construcción o autodefinición, y a las condiciones que en un momento determinado influyen en ellas. Así mismo, observa que el hombre racional es un invento moderno; por tanto, realiza la deconstrucción del sujeto-fundamento como conciencia coherente y constituyente y, a partir de esto, también del humanismo. Para el posestructuralista francés no existe, entonces, una naturaleza “humana” universal, porque el hombre siempre es un fenómeno histórico.
Castro (2005) advierte que para Foucault el hombre corresponde a “un acontecimiento de orden epistémico”, por lo que “resulta plausible la conjetura de que una eventual desaparición de las disposiciones fundamentales que han dado lugar al nacimiento del hombre conduzca a la consiguiente desaparición del mismo”
(p. 228). Es decir, a Foucault no le interesa la desaparición del hombre ni la aparición de uno cuya esencia sea otra, sino la reinvención o nueva concepción de este bajo otras condiciones y en términos distintos.
Con respecto a la reacción antihumanista de los posestructuralistas, cabe mencionar que fue tan contradictoria como el mismo humanismo por ellos criticado. Si bien este hizo énfasis en valores como el respeto, la autonomía y el individualismo, a la vez se convirtió en un sistema de valores altamente normativo y universalista, y con ello en un instrumento eficaz para la explotación o el sometimiento del que es diferente.
De esta manera, fue compatible con las políticas genocidas del mundo occidental.