Alamas muertas. Nikolai Gogol

Alamas muertas - Nikolai Gogol


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aparece entre ellos uno en el que se representa a Bagration, general ruso herido en Borodino. ¿Por qué entra Bagration en medio de los héroes griegos? ¿Está recurriendo otra vez al detalle ilógico (véa­se Mann, pp. 485-487) que desenmascara el supuesto orden del mundo, la supuesta racionalidad del cosmos? ¿Está, tal vez, Gogol aludiendo a la arbitrariedad de las asociaciones historicistas y a la endeblez de la proyección de unos relatos históricos en otros? ¿O se trata quizá, como he dicho antes, de que en realidad Bagration es el espejo en el que el Sobakievich-historiador se proyecta [como un intruso] junto a los héroes griegos? Todas las opciones resultan plausibles e incluso complementarias. En todo caso, Chichikov acude a Sobakievich, igual que al resto de los terratenientes, con el único propósito de «sacar partido» de sus pesquisas históricas. Aunque oculto hasta el último capítulo para el lector, éste ha de presuponer que los desvelos del héroe por conseguir las almas muertas se deben a algún oscuro fin económico que, aún a esas alturas de la obra no se acierta a vislumbrar. De igual modo, el fin auténtico (íntimo) de la búsqueda del historiador es la parte menos visible de su trabajo. Ello se ve acentuado por el hecho de que la búsqueda de almas muertas le resulta al lector tan inexplicable como a los propios terratenientes con los que se entrevista (véase Morson, pp. 215-216). Ahora bien, en este sentido, el punto culminante de la obra viene cuando los interrogantes que se plantea el lector son puestos en boca de uno de los personajes: Nosdriov. En el capítulo 8, el Chichikov-historiador tendrá un encuentro fatal con el que lo dejará por completo en evidencia. «—Tú, hermano, tú, tú... no me separaré de ti hasta que no sepa para qué has comprado almas muertas» (p. 256).

      Nosdriov ha sido quizás un personaje no demasiado tratado por la crítica; en cambio, como ya he señalado, contiene en sí una verdadera amalgama de papeles; es (una vez más) el autor, aunque también el lector... tal vez corrupto como él pero que no aguanta la falta de explicación de la empresa de Chichikov; a su vez, es el teórico de la historia... aquel que le plantea al historiador las cuestiones teóricas decisivas, que como señala Terry Eagleton son a menudo preguntas sencillas, directas, como las que hacen los niños («Mamá, ¿de dónde ha salido el capitalismo?»; véase p. 34). Nosdriov, personaje antipático donde los haya, desecho humano que alberga todas las corrupciones posibles, y frente al que está prevenida una sociedad (por otro lado, no mucho menos corrupta) es no obstante quien plantea directamente la cuestión más decisiva al que busca en el pasado, la cuestión por otro lado más deseada por el lector-espectador de la acción: «[...] para qué has comprado almas muertas». La pregunta de Nosdriov será el punto de inflexión de la trama. El teórico ha cuestionado el porqué de una actividad, la del historiador, cuyo sentido no se explicita en ningún momento, ni –es obligado recordar– se va a explicitar en la acción; habrá de ser el narrador cuasi-omnisciente de Gogol quien le desvele al lector la naturaleza de la búsqueda de Chichikov. Las razones, en todo caso, resultan tan mezquinas que sería imposible explicitarlas para justificar su tarea... sólo el historiador conoce las inconfesables razones de su actividad...

      Una de las claves que hay que tener en cuenta para entender Almas muertas (= «la eterna canción» = Rusia) en relación a la historia se hallaría en el artículo de Arabescos sobre las canciones ucranianas («O Малороссийских Песнях»). Gogol alaba esas canciones como fuente histórica aunque no pueda ser tomada al pie de la letra y no cuente con datos precisos... pues, en ellas, puede encontrarse el espíritu del pasado y, a través de ellas, se pueden «adivinar» los sufrimientos pasados del pueblo. Ese «adivinar» servirá para llenar los huecos que la historia no puede completar.

      No sorprende que Arabescos contenga indicaciones de sesgo antierudito, puesto que el libro no es sólo la suma del trabajo erudito de Gogol sino un adiós a la erudición y un giro final hacia la ficción. A través de Arabescos, el modelo para el historiador es el poeta y el más alto elogio que puede hacer a Schlözer [historiador] es alabarlo con los mismos términos que al poeta supremo, Puskin. (Fusso, 1993, p. 16.)

      La carrera de teórico de la historia de Gogol empieza en Arabescos, y lo hace de un modo tan sutil que nadie va a entender lo que significa esta obra en la que los artículos de teoría de la historia se alternan con relatos literarios. Arabescos da muestras del interés de Gogol en estudiar las complejas relaciones entre realidad y ficción; algo que llevará a cabo en unos términos que no se corresponderán con su tiempo. Sólo un autor así puede llegar a la creación de obras como «La nariz», «El capote» o Almas muertas. Arabescos acaba con el Diario de un loco, en el que se parodia a un historiador serio:

      Pero Poprichin, que representa una venganza paródica sobre las pretensiones de los historiadores, no fue el único signo del rencor con el que Gogol abandonó su carrera de historiador. Almas muertas será el trabajo que empiece inmediatamente después de publicar Arabescos. Ahora bien, mientras en sus artículos sobre historia, de raíz herderiana, Gogol reconoce el orden inmutable e inabarcable de la Providencia, en Almas muertas, el protagonista es el desorden, que se convierte en un fin en sí mismo y que es el que da vigor estético a la narración.

      Por otra parte, mientras que la historia universal de Schlözer (como se ve en su artículo «Шлецер Миллер и Гердер», «Schlözer, Müller y Herder») advertía al historiador sobre que no se podían rellenar los huecos del conocimiento con hipótesis, «en Almas muertas, esos huecos se convertirán en el espacio en el que la imaginación se vuelve hacia sí misma, sin ser trabada por los hechos» (1993, p. 52). Ello se verá con especial claridad en que, en la obra, se tratan dos mundos oscuros que el historiador no puede ver en los documentos: el de los campesinos rusos y el de los muertos.

      Gogol,


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