Alamas muertas. Nikolai Gogol
un hombre muy capaz; el coronel de la gendarmería decía que era un hombre sabio; el presidente de la Cámara, que era un hombre instruido y honorable; el jefe de policía, que era un hombre honorable y cortés; la mujer del jefe de policía... que era el más cortés y el más amable de los hombres. Hasta el mismo Sobakievich, que rara vez daba una opinión favorable sobre nadie, habiendo llegado bastante tarde de la ciudad y, al acabar de desvestirse, se tumbó en la cama junto a su escuálida esposa y le dijo a ésta: «Dusienka, he estado donde el gobernador pasando la tarde. He comido donde el jefe de policía y he conocido al consejero colegiado Pavel Ivanovich Chichikov[13]: «¡Un hombre muy agradable!» A lo que la esposa respondió: «¡Hmmm!» y le golpeó ligeramente con la pierna.
Ésa fue la opinión, tan halagadora para el visitante, que se formó en la ciudad sobre él y que se mantuvo hasta que una extraña cualidad suya y de la empresa o, como dicen en las provincias, de la «aventura», de la que el lector se enterará en breve, sumiese a casi toda la ciudad en una completa perplejidad.
[1] Éste es, sin duda, uno de los fragmentos que más ha dado que pensar a la crítica de Almas muertas. «La fantasía sólo es fértil cuando es fútil. La especulación de los dos campesinos no se basa en nada tangible ni conduce a ningún resultado material; pero así es como nacen la filosofía y la poesía; los críticos entrometidos que buscan moralejas podrían conjeturar que la rotundidad de Chichikov está condenada a acabar mal, porque tiene su símbolo en la redondez de esa rueda dudosa. Andriei Bielyi, que fue un entrometido genial, vio, en efecto, todo el primer volumen de Almas muertas como un círculo cerrado que giraba sobre su eje y tornaba borrosos los radios, con el tema de la rueda volviendo a saltar a cada nueva revolución del redondo Chichikov» (Nabokov, 1997, pp. 65-66) [N. del T.].
[2] Según la clasificación propuesta por Gibian (pp. 437-438), «consejero colegiado» es el sexto rango en la administración civil zarista. Sólo los 8 primeros podían considerarse nobles y tener siervos [N. del T.].
[3] El apellido Chichikov, a diferencia de otros, no parece referirse a ninguna palabra concreta rusa. La asociación del apellido a un pájaro, que hace Guerney (p. 651), tampoco me parece demasiado clara. Más interesante me resulta la asociación Чичиков (Chichikov) – чёрт (chiort = diablo)... Otro autor, esta vez reciente, como es Salman Rushdie, recurre a la «Ch» para aludir al diablo en su personaje Saladin Chamcha (véase Satanic Verses, The Consortium Inc., Dover, 1992 [ed. cast.: Los versos satánicos, trad. de J. A. Miranda Vidal, Barcelona, Nuevas Ediciones de Bolsillo, 2004]) [N. del T.].
[4] August Friedrich von Kotzebue (1761-1819), dramaturgo alemán de gran éxito en su época, que pasó largas temporadas en Rusia como embajador de Prusia y llegó a ser secretario del gobernador general de San Petersburgo e incluso fue enviado a Siberia a causa de uno de sus dramas. [N. del T.]
[5] El drama al que se alude aquí es a Die Spanier in Peru oder Rollas Tod (Los Españoles en Perú o La Muerte de Rollas), que habla de las luchas de los peruanos para zafarse del dominio español. Rollas sería un personaje movido por nobles sentimientos, enfrentado a Pizarro [N. del T.].
[6] Kora, personaje del mismo drama de Kotzebue, casada con Alonso y deseada por Rollas [N. del T.].
[7] Siempre según la clasificación de Gibian (pp. 437-438), éste sería el rango quinto en la administración civil zarista [N. del T.].
[8] El apellido Manilov parece tener que ver con el verbo манить (manit), que significa «atraer», «tentar», «seducir», «encantar» [N. del T.].
[9] El apellido Sobakievich alude claramente al sustantivo собака (sobaka), que quiere decir «perro». [N. del T.]
[10] El autor juega aquí, para plantear las asociaciones posteriores, con la palabra черви (chiervi, cartas de «corazones» de la baraja francesa), que resulta igual que el plural de червь (chierv = gusano → черви) «[...] y –dice Nabokov– «con esa inclinación lingüística de los rusos a alargar las palabras hasta su máxima extensión, se convierte en (chiervotochina = agujero producido por la carcoma), que significa literalmente “corazón comido de gusanos”» (1997, p. 74). [N. del T.]
[11] Pikienchiya (Pikentia) serían las «picas» adoptando una desinencia jocosa en latín macarrónico; Pikiendras sería una terminación falsamente griega; Pichura, tendría un toque a pájaros «que a veces se amplía hasta pichurusuj (convirtiéndose el ave, como si dijéramos, en un lagarto antediluviano, e invirtiendo así el orden de la evolución natural). La absoluta vulgaridad y el automatismo de estos apodos grotescos, en su mayoría inventados por el propio Gogol, le atraían como un recurso notable para revelar la mentalidad de sus usuarios» (Nabokov, 1997, p. 75). [N. del T.].
[12] El apellido Nosdriov podría estar relacionado con la palabra ноздря (nosdria = fosa nasal u ollar de los caballos), suscitando –¿quién sabe?– el carácter salvaje del personaje, que recuerda un animal bufando [N. del T.].
[13] Gogol parece cargar de pesantez y hasta de una cierta incoherencia el lenguaje de Sobakievich, algo que queda disimulado en numersoas traducciones que incluso sustituyen «he comido» por «he cenado» para ofrecer una secuencia temporal lógica [N. del T.].
CAPÍTULO 2
Hacía ya más de una semana que el forastero vivía en la ciudad, andando de aquí para allá por reuniones y comidas y pasando de esta forma, como suele decirse, unos ratos muy agradables. Finalmente, decidió llevar sus visitas más allá de la ciudad e ir a ver a los terratenientes Manilov y Sobakievich, tal como les había prometido. Quizá le impulsara a esto otra razón más importante, un asunto más serio, más cercano al corazón... Ahora bien, el lector irá conociendo todo esto poco a poco y a su tiempo, tan sólo si tiene la paciencia de leer el relato que aquí se presenta: muy largo y que tendrá, después de ensancharse y ampliarse a medida que se acerque hacia el final, un asunto que lo corone.
Por la mañana temprano, se le dio a Sielifan, el cochero, la orden de enganchar los caballos a la brichka que ya conocemos. A Pietruska se le mandó que se quedara en casa y vigilara la habitación y la maleta. No estará de más, para el lector, conocer a los dos siervos de nuestro héroe. Aunque, ciertamente, ellos no son unos personajes tan importantes sino que más bien son de esos que se llaman de «segunda fila» o incluso «de tercera»; aunque los principales desarrollos y resortes del poema no se sostienen sobre ellos y sólo en algunos lugares se refieren a ellos y los tocan ligeramente..., el autor ama extraordinariamente ser detallado en todo y, partiendo de ahí, pese a ser ruso, quiere ser cuidadoso como un alemán. Esto, por otra parte, no ocupará ni mucho tiempo ni mucho espacio porque no hace falta añadir cosas que el lector ya sabe, es decir, que Pietruska iba con una levita un poco ancha, de color castaño, que había pertenecido al señor y tenía, según la costumbre de la gente de su condición, una nariz y unos labios gruesos. Su carácter era más taciturno que locuaz; tenía incluso un noble impulso hacia la cultura, es decir, hacia la lectura de libros cuyo contenido no fuera complicado: a él le daba completamente igual un héroe de aventuras