La niñez del Perú en la mira: qué podemos aprender de los programas sociales. Enrique Vásquez H.

La niñez del Perú en la mira: qué podemos aprender de los programas sociales - Enrique Vásquez H.


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(objetivo, atendible y beneficiaria) es el primer punto fundamental para poder medir el margen de alcance del programa social (Sedesol, 2015c). Los criterios deben basarse en mediciones previas y análisis de intervenciones exitosas y fallidas experimentadas en el pasado (Wodon, 2012).

      1.2 Métodos de investigación y herramientas estadísticas de identificación. Los avances de investigación cuantitativa y cualitativa han ido en sintonía con los avances en el desarrollo, uso y acuciosidad de herramientas para poder identificar en teoría y campo a la población del programa social (Madueño, Linares, & Zurita, 2004). Resulta relevante saber escoger el método más pertinente, acucioso e incuestionable para abordar la realidad social que el programa intenta intervenir (Cecchini & Madariaga, 2011).

      1.3 Gama de perfiles de población. La definición de perfiles por edad, género, raza, estado civil, carga familiar, empleo, situación migratoria, religión, dominio geográfico, entre otros, ayudará a construir con precisión a los diferentes tipos de población objetivo y/o beneficiaria (Van Domelen, 2007). Esto ayudará a determinar qué tipo de intervención o enfoque es relevante para cada tipo perfil (Fernández, 2015, pp. 15-16).

      1.4 Construcción y validación de padrones. Es esencial definir y controlar el cumplimiento estricto de los términos de referencia del trabajo técnico de los responsables de recolectar, procesar, analizar y validar en campo la construcción de padrones de beneficiarios (Evalúa CDMX, 2016). Solo así se podrá garantizar que el proceso de identificación de la población por atender esté basado en pertinencia y transparencia. Además, es fundamental para la optimización de los recursos de un programa, a fin de evitar fraudes, errores de duplicación y superposición de beneficios (Banco Mundial, 2012b). Asimismo, con ello se previenen filtraciones de usuarios que no cumplen con las características necesarias para calificar como beneficiarios (ComexPerú, 2019).

      2. Provisión del bien o servicio público. Esta dimensión se centra en cómo se concibe y se operacionaliza la gestión de la producción y entrega del bien o servicio público como parte de cada intervención que busca aliviar o resolver brechas o tensiones sociales. Cuatro elementos son fundamentales para darle contenido:

      Figura 3 Elementos de la dimensión de la provisión del bien o servicio público de un programa social

      2.1 Definición técnica y operativa del bien o servicio que será entregado a los beneficiarios. Las lecciones aprendidas de evaluaciones previas, de estudios de costo/efectividad o de experiencias internacionales en la producción y entrega del bien o servicio han de servir de benchmark para concebir el proceso productivo y de entrega del bien público del programa (Pardo, 2003). Conocidas las características particulares de la población meta, es estratégico que el bien o servicio por brindar satisfaga las expectativas de contribuir a cerrar las brechas o acortar las tensiones sociales que el programa intenta resolver (Fernández, 2015). Además, se deben considerar las características de cada perfil poblacional, de manera que el bien o servicio ofrecido sea relevante para su caso particular (Madueño et al., 2004).

      2.2 Términos de referencia del proceso de producción y entrega del bien o servicio público. La claridad y la precisión de cada característica de los eslabones de la cadena de producción y suministro del bien o servicio público deben ser incuestionables (ONU, 1998a). Los detalles basados en estudios, pruebas e informes técnicos deberán traducirse en las especificaciones técnicas para todo el proceso (Cepal, 2010). A su vez, las especificaciones deben guardar estricta pertinencia entre la oferta del bien público y la demanda social por satisfacer (Devereux & Cook, 2000). Cualquier descalce ocasiona problemas en la efectividad del programa social.

      2.3 Deberes y derechos de los agentes involucrados en la cadena de suministro. La acción del programa social abarca el involucramiento de una serie de actores, que incluyen proveedores, subcontratistas, técnicos, operadores, receptores, veedores y población beneficiaria (OIT, 2016). Cada uno debe tener claro cuáles son sus deberes y derechos en toda la cadena de la provisión para que se asegure la efectividad de la entrega en las condiciones establecidas por el programa (Defensoría del Pueblo, 2011). De ahí que los requisitos especificados previamente en los términos de referencia de la intervención deban tomar en cuenta los puntos de vista de los actores involucrados.

      2.4 Definición de recursos legales, financieros y humanos responsables. El costeo de todos y cada uno de los eslabones de la cadena de producción y entrega del bien o servicio por parte del programa social debe hacerse bajo criterios técnicos estrictos (Banco Mundial, 2012b). Estos deben involucrar no solo el aspecto presupuestal, sino también el legal y la gestión del talento humano, a fin de que pueda asegurarse la puesta en marcha de la intervención sin tropiezos (Armijo, 2007).

      3. IEC (información, educación y capacitación). De manera creciente, la literatura académica alienta a los gestores sociales a ir más allá de solo asegurar la entrega del bien o servicio público (Fernández, 2000). Por ello, es importante tomar en cuenta cuatro elementos de IEC que pueden permitir cambios de patrones, actitudes y comportamientos de los agentes involucrados en el delivery del programa social (Abramo, Cecchini, & Morales, 2019). De esta manera, la dimensión IEC de gestión del programa, que complementaría la acción propia de la provisión del bien, posibilitaría incrementar la usabilidad y rentabilidad social del bien o servicio público. A saber:

      Figura 4 Elementos de la dimensión IEC de un programa social

      3.1 Acceso y uso de información. Los programas sociales necesitan desarrollar, en sus proveedores, colaboradores, operadores y beneficiarios, la capacidad de acceder a información y usarla para que la intervención, en sus diferentes dimensiones, logre cumplir sus funciones (Ribar, 2014). Un supuesto fundamental es que debe existir un óptimo sistema de información que ofrezca datos, conocimiento y proyecciones de problemas y soluciones del problema que el programa social busca atender (Suárez, s. f.).

      3.2 Educación para la formación de agentes de cambio. La formación en principios, valores y criterios para la acción que generen un cambio de patrones, actitudes y comportamientos es vital para que la rentabilidad de la inversión sea la esperada (Aritomi & Díaz, s. f.). Esto debido a que, si no se realizan cambios en las tendencias de los beneficiarios, o de sus padres, la transmisión intergeneracional de la pobreza puede persistir (Cecchini & Madariaga, 2011). Ciertamente, es un proceso lento, pero la producción y difusión de contenidos es un paso importante para generar el cambio esperado por el programa (Fernández, 2000).

      3.3 Capacitación técnica para operadores, proveedores, usuarios y evaluadores. Los responsables de cada uno de los eslabones de la cadena de agentes que participan de la intervención deben manejar los mismos conceptos, variables, indicadores, productos, procesos y resultados, a fin de lograr una sintonía en la operatividad (Grade, 2006). Para ello, es de valiosa importancia el desarrollo de contenidos y sesiones de capacitación técnica, sobre todo cuando todos aportan con la experiencia propia de la gestión en campo (Vásquez, 2006). Asimismo, resulta clave capacitar también a personas cercanas a los beneficiarios para que puedan cumplir un rol de soporte y apoyo de manera eficiente; es decir, a los padres y familiares de los niños, niñas y adolescentes beneficiarios (MIMP, 2017d).

      3.4 Protocolos IEC. El quehacer de acceder a información y usarla, y de brindar educación y capacitación a todos los agentes involucrados, debe estar regido por estrictos protocolos que garanticen la existencia de un valor agregado en el servicio público provisto (Fernández, 2000). De esta manera, la inversión en esta dimensión puede tener un proceso ordenado de implementación, supervisión y actualización que se ajuste a los productos, procedimientos y resultados esperados (Midis, 2019).

      4. Monitoreo y evaluación de impacto. La mejora continua de un programa debe basarse en las lecciones aprendidas de la gestión (Gertler et al., 2017). Para ello, la institución requiere monitorear y realizar evaluaciones de impacto, de carácter cuantitativo o cualitativo. La única forma en que esto puede realizarse es mediante el diseño de un sistema de información que permita sustentar los análisis pertinentes de la intervención


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