El principio de la presión. Dave Alred

El principio de la presión - Dave Alred


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capacidad para mantenerse presente en el momento, todo puede verse comprometido cuando estamos bajo presión y nos impide hacer cosas que podríamos manejar con facilidad en un entorno más relajado.

      Los deportistas de primer nivel experimentan estos efectos igual que cualquier otra persona y en el ámbito de los deportes profesionales abundan expresiones como “miedo escénico” y “ahogarse”. De todos modos, los deportistas han aprendido, mediante algunos de los métodos que describiremos en este libro, a manejar estos efectos mejor que nadie –desempeñarse regularmente delante de miles de espectadores suele producir esto en las personas. Pero todo el que ha visto una definición por penales sabe que nadie es inmune a la presión –ni siquiera los mejores.

      La presión se cobra lo mejor de cada uno en algún momento. ¿Quién de nosotros puede decir, honestamente, que no ha rendido bien en algún examen, entrevista, compromiso social o en el trabajo debido a los nervios? Cuando hacemos alguna de estas cosas, ya sea por motivos profesionales, sociales o simplemente por supervivencia, la presión inhibe y desafía nuestra capacidad para tomar decisiones. Entonces, para los propósitos de este libro, vamos a adoptar una definición clara y simple de la presión, a sabiendas de que el problema no es la presión en sí sino el impacto que tiene sobre nosotros:

      PRESIÓN: interferencia con la capacidad de concentrarse en un proceso, consciente o inconscientemente, provocando un deterioro en la técnica y una merma en el nivel de rendimiento.

      De esta manera, en el esfuerzo por hacer caer el bollo de papel dentro del cesto en la oficina, la presión surge de (a) el pensamiento de perder mucho dinero (había más de 1000 libras pendientes del resultado); (b) tener que rendir frente a un grupo grande de personas, muchas de las cuales no conoces; y (c) tener que rendir delante de tu CEO –es decir, la presión de ser capaz de rendir bajo presión.

      Que te haya ido bien cuando pensabas que nadie te veía no significa mucho cuando estás delante de una multitud. No tenías práctica real en estas condiciones, ni un proceso consciente ni una técnica aprendida que te dieran mejores chances de éxito. Tienes que acertar en el primer intento.

      Presión: la filosofía

      Si tuviera que ofrecer en pocas palabras una valoración de mi filosofía del coaching, diría: “volver a despertar una actitud juvenil en el aprendizaje y crear una mentalidad ‘sin límites’”.

      No importa quién seas –el mejor golfista del mundo, una enfermera en una sala de emergencias sobrecargada, el mejor pateador de rugby o un empleado entre miles en una gran empresa–, siempre puedes mejorar. En los márgenes de tu desempeño, puedes ser aún mejor y puedes aprender a disfrutar y a darle la bienvenida al desafío de mejorar y celebrar tu progreso.

      Los deportes de élite muestran a la perfección y en forma pura las ideas y preconceptos que tenemos acerca de la presión. ¿En qué otro lugar un jugador tendría que patear un penal frente un estadio lleno, con millones mirando por televisión, para ganar un torneo que sucede solo cada cuatro años y que para el jugador y su equipo podría significar la única chance de ganarlo?

      En los deportes los márgenes son muy finos y sin embargo los resultados son tan en blanco y negro: ganadores y perdedores. Solo en los deportes somos testigos colectivos y en forma pública de los efectos de la presión llevada al extremo. Un jugador puede ser el mejor del mundo y aun así errar un simple tiro desde doce pasos, un putt de un metro en un hoyo fácil, o tener una doble falta en un momento crucial. Más allá de la presión extrema bajo la cual se desempeñan paramédicos, soldados, bomberos, policías y otros profesionales por el estilo –cuyas decisiones pueden ser literalmente de vida o muerte–, sus actividades a menudo asombrosas, peligrosas y heroicas no suceden a la vista del público. Ninguna multitud juzgará cómo responden a la presión. De manera similar, quienes se dedican a profesiones menos peligrosas pero muy estresantes, como banqueros, abogados y corredores de inversión, no desempeñan regularmente sus tareas ante el escrutinio de las cámaras de TV –aun cuando algunos apreciaríamos saber qué ocurre exactamente detrás de las puertas.

      Es en los deportes, entonces, donde la aplicación y las consecuencias de la presión aparecen con claridad, donde el fenómeno puede estudiarse y comprenderse de manera más fácil. Los deportes son nuestro portal público al tormento físico y psicológico que la presión puede desencadenar –y a los héroes capaces de manejar y aprovechar sus efectos tanto para su gloria personal como para la gloria de sus equipos.

      A lo largo de más de veinte años de trayectoria en el deporte he tenido la fortuna de conocer a muchos grandes coaches y deportistas y aprender de ellos. Trabajé, entre otros, con los jugadores internacionales de rugby Jonny Wilkinson y Johnny Sexton, con los golfistas Luke Donald y Padraig Harrington, y con varios equipos de élite, incluyendo la selección de rugby de Inglaterra, los British and Irish Lions, la Asociación Británica de Judo y con los West Coast Eagles del fútbol australiano. También trabajé con deportistas cuyos nombres no son famosos pero tienen el mismo compromiso de asumir el desafío de mejorar su nivel, a su manera y según sus márgenes. Ayudarlos a desarrollarse ha sido muy satisfactorio. Y es también en los deportes –específicamente el golf– donde trabajé en mi propio progreso y redescubrí mi empatía con la angustia y las presiones de aprender y dominar cualquier nueva destreza.

      El deporte, de todos modos, es solo el punto de despegue. Fui profesor de escuela secundaria y trabajé durante varios años en tres grandes establecimientos enclavados en el cinturón de pobreza de la ciudad de Bristol. Estoy convencido de que esa experiencia docente creó los fundamentos más sólidos de mis habilidades como coach. Guardo una enorme gratitud hacia aquellos colegas que, en esta profesión frecuentemente subestimada, apoyaron y alentaron mis primeros avances.

      He sentido también las presiones que se pueden producir en la vida aparte de los deportes. He aprendido de ambos lados, con mi trabajo en los deportes modelando mi vida fuera de ellos y viceversa. Mi deseo de mejorar me motivó a completar un PhD en la Universidad de Loughborough al mismo tiempo que trabajaba la jornada completa, una buena experiencia pero que me dejó más preguntas que respuestas. Ahora hago mucho mejores preguntas.

      El Principio de la Presión

      El Principio de la Presión fue evolucionando a través de mis años de enseñanza, investigación y coaching. Es el resultado de la metodología que aprendí, adapté y fui creando a lo largo de mi trayectoria en deportes como golf, rugby, cricket, fútbol, judo, polo, fútbol australiano y otros, y del cúmulo de riquezas que la experiencia de vida tiende a ponerte en el camino. He visto con mis propios ojos las consecuencias que los extremos de presión pueden producir y he trabajado con personas de toda procedencia para ayudarlas a manejarlos.

      El Principio de la Presión no es una solución rápida ni un parche a la mano. Es una filosofía multifacética pero cuyas lecciones son simples. Podrás ver beneficios en el corto plazo, por cierto, y si te comprometes plenamente, los logros en el largo plazo serán enormes. Notarás las mejoras. Estarás mejor equipado para enfrentar la presión y desempeñarte a pleno.

      El Principio de la Presión comprende ocho aspectos que se entremezclan, y cada uno de esos aspectos será materia de un capítulo:

      Ansiedad: la fuente de muchos de los problemas que aparecen cuando estamos bajo presión, cuyos síntomas físicos pueden dominarse para un rendimiento efectivo.

      Lenguaje: la sangre que da vida a toda la cadena, nunca debemos subestimar su poder e influencia.

      Administración del aprendizaje: cómo podemos aprender con mayor eficacia y mejorar nuestras habilidades bajo presión.

      Equilibrio implícito – explícito: como mantenemos el equilibrio de información en nuestra mente.

      Conducta:el poder de la práctica efectiva.

      Entorno: cómo podemos manejar nuestras expectativas y nuestro entorno cuando estamos bajo presión.

      Apagón


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