El principio de la presión. Dave Alred
el impacto.
Pensar correctamente bajo presión: el componente final que completa el Principio de la Presión.
Estos ocho aspectos están interrelacionados, por lo que no hay un corte nítido entre cada uno de ellos; por el contrario, se alimentan unos a otros: siete hebras entrelazadas en torno al hilo común del lenguaje.
Este libro estudia no solo la importancia de la práctica per se, sino también cómo diferentes tipos de prácticas pueden prepararnos para un entorno de presión. Explica cómo aprendemos una habilidad en primer lugar y cuál es la mejor manera de ejecutarla cuando la presión se acumula. Ofrecemos técnicas para construir confianza y desarrollar una mentalidad positiva capaz de superar las interferencias mentales que pueden inhibirnos en los momentos cruciales de la vida. Hablaremos también del poder del cuerpo, y de la mente, para ayudarnos a lidiar con el estrés. Más allá de los deportes, veremos también qué podemos aprender de los Royal Marines, entrenadores de delfines, pilotos de guerra, skaters, vendedores de automóviles y el mundo de la publicidad.
Mi esperanza es que cualquier persona que quiera mejorar su desempeño en un entorno de presión pueda beneficiarse con este libro. Mi mensaje es que eres capaz de lograr mucho más, quienquiera que seas. Y no tengo todas las respuestas –yo también adopto la mentalidad de que no hay límites y siempre estoy aprendiendo y dispuesto a mejorar–, pero estoy a punto de compartir los resultados de mi experiencia como maestro, como alumno y como coach de algunos de los mejores del mundo en los entornos de mayor presión que se puedan imaginar.
1. ANSIEDAD
Sincronizar las mariposas
Hacia el final de 2011, el golfista inglés Luke Donald se encontraba a las puertas de hacer historia. Si terminaba lo suficientemente alto en el Campeonato Mundial de Dubai, se convertiría en el primer jugador de la historia en encabezar la lista de ganancias de ambos lados del Atlántico –los circuitos de la PGA de Estados Unidos y Europa. Su principal rival en Dubai era el ganador del US Open, Rory McIlroy, que todavía tenía chances de llegar a la cima de la lista de ganancias.
Luke sentía la presión con claridad. Su comportamiento me recordaba al de Jonny Wilkinson antes de los partidos de la selección inglesa de rugby: muy callado y concentrado. Viajé todos los días con Luke hasta el circuito y, antes de esa ronda final y decisiva, le escribí una nota de motivación para brindar una dirección clara y sin complicaciones. La nota terminaba así:
Alto en la ejecución y una mente implacable, sintiéndote excitado/nervioso, quizás incómodo –genial, es tu combustible para un buen rendimiento, un GRAN rendimiento.
Eso fue exactamente lo que produjo. Luke terminó la ronda seis bajo el par, y como Rory McIlroy se quedó, Luke terminó primero en la lista de ganancias europea –la carrera a Dubai–, se aseguró un lugar en la historia y consolidó su posición número uno en el ranking mundial, del que había desplazado a su compatriota Lee Westwood tras el torneo de la PGA en Wentworth, un poco antes de ese mismo año.
Aunque en los últimos dos días del torneo su nivel de energía no estaba tan alto como solía, Luke se había mostrado completamente comprometido en el gimnasio y produjo algunos números sobresalientes en las prácticas. Luego rindió donde realmente importa –un logro increíble.
Recién al año siguiente, en una entrevista durante el mismo evento en Dubai, reveló que no había disfrutado la experiencia de 2011. Dijo que había habido demasiada presión.
Sentir la ansiedad
Ya sea esa familiar pesadez de domingo a la noche antes de una semana de trabajo que asoma complicada o el nudo en el estómago antes de un examen, todos tenemos sensaciones de ansiedad. Aunque a menudo tenemos una buena razón para sentirnos ansiosos, como cuando, digamos, estamos a la espera de los resultados de un examen médico o afuera de un quirófano con un ser querido adentro, la mayoría de las veces la ansiedad cotidiana comprende más la percepción de una amenaza que una amenaza física real.
En su libro Sport and Exercise Psychology: The Key Concepts [Psicología del deporte y el ejercicio: Conceptos clave], Ellis Cashmore detalla varias formas de ansiedad, todas relacionadas con
una reacción emocional y cognitiva general a un estímulo o entorno particular donde están presentes la aprehensión y el temor.
Es esta reacción, basada en nuestras propias percepciones individuales, la que explica por qué una persona puede ver una situación particular como la esperada prueba de su temple –un desafío para estar a la altura– mientras que otra la vive como una amenaza y en consecuencia no puede rendir de acuerdo con su potencial cuando la enfrenta. Lo que percibimos como amenazante difiere de una persona a otra y son nuestras percepciones las que generan ansiedad antes que la situación en sí misma.
Las dos formas principales de la ansiedad son la ansiedad rasgo y la ansiedad estado. La ansiedad rasgo, como su nombre lo sugiere, describe un nivel generalizado de ansiedad, a diferencia de una respuesta a una situación temporaria. Alguien que experimenta niveles altos de ansiedad rasgo en compañía de otras personas vivirá como estresantes un conjunto de circunstancias que objetivamente no contienen amenaza, como ir al trabajo todos los días o asistir a una fiesta de cumpleaños.
La ansiedad estado, en cambio, es un trastorno temporario que involucra las tensiones producidas cuando alguien percibe una situación particular como amenazante. Esta ansiedad suele desaparecer luego de que se ha enfrentado el desafío, pero puede provocar un montón de problemas antes y durante el evento y comprometer seriamente el desempeño. Tal vez disfrutas de tu trabajo, pero el hecho de que hoy tengas una presentación importante frente al directorio puede ponerte extremadamente ansioso de verdad.
La ansiedad estado, o el estado de ansiedad, es la que abordo en mi trabajo, ya que por lo general se produce en torno a eventos y situaciones específicas que necesitamos afrontar. (En el mundo de los deportes muchos prefieren la expresión “miedo escénico”.) Una persona normalmente segura puede colapsar en la cancha de golf cuando la ataca la ansiedad estado. O puede ser un buen golfista hasta que la pelota termina en un bunker –una circunstancia específica del juego. El estado de ansiedad sobreviene cuando intentamos un desafío que está fuera de nuestra zona de comodidad, como jugar la final de una copa o hacer nuestra primera presentación ante nuestros nuevos compañeros de clase en la universidad.
Miedo escénico
Se acepta por lo general que la ansiedad –la percepción de una amenaza– produce tensión en el cuerpo y puede crear toda clase de distracciones emocionales que nos sacan de la tarea que tenemos delante. Estos pensamientos irrelevantes para la tarea interfieren con la concentración y nos impiden ejecutar eficientemente un proceso que, en otras circunstancias, podríamos hacer con facilidad. Para un deportista de élite, esto podría significar la incapacidad de ejecutar una habilidad motora básica bien practicada y tomar buenas decisiones.
Si volvemos a nuestro ejemplo de arrojar una bola de papel a un cesto, ¿hasta dónde el público creciente y la presión financiera producirían en ti un estado emocional de poca ayuda? ¿Te habría ido bien o el brazo se te habría vuelto pesado y la mente llena de pensamientos inútiles? ¿Habrías entrado en un estado de ansiedad?
Esta clase de ansiedad puede manifestarse de muchas maneras, incluso podrías sentirte extremadamente cohibido y pensar una y otra vez cómo harías para arrojar la bola, además de los síntomas físicos habituales: taquicardia, boca seca y transpiración. Pero en su esencia, la causa es bastante simple: miedo al fracaso.
La palabra “fracaso” se ha convertido en un componente poderoso de nuestro lenguaje. Nos permite pintar las cosas en blanco y negro y, más allá de nuestros esfuerzos, nos resulta sencillo ver como un “fracaso” cualquier cosa en la que no tenemos un 100% de éxito. Visto de esta manera, el fracaso