La paz: perspectivas antiguas sobre un tema actual. Gemma Bernado Ferrer
μοι ἰῆς ἐκ νηδύος ἦσαν,
τοὺς δ’ ἄλλους μοι ἔτικτον ἐνὶ μεγάροισι γυναῖκες.
τῶν μὲν πολλῶν θοῦρος Ἄρης ὑπὸ γούνατ’ ἔλυσεν·
ὃς δέ μοι οἶος ἔην, εἴρυτο δὲ ἄστυ καὶ αὐτούς,
τὸν σὺ πρῴην κτεῖνας ἀμυνόμενον περὶ πάτρης
Ἕκτορα· τοῦ νῦν εἵνεχ’ ἱκάνω νῆας Ἀχαιῶν
λυσόμενος παρὰ σεῖο, φέρω δ’ ἀπερείσι’ ἄποινα.
ἀλλ’ αἰδεῖο θεοὺς Ἀχιλεῦ, αὐτόν τ’ ἐλέησον
μνησάμενος σοῦ πατρός· ἐγὼ δ’ ἐλεεινότερός περ,
ἔτλην δ’ οἷ’ οὔ πώ τις ἐπιχθόνιος βροτὸς ἄλλος,
ἀνδρὸς παιδοφόνοιο ποτὶ στόμα χεῖρ’ ὀρέγεσθαι.
Recuerda al padre tuyo, Aquiles, a los dioses semejante,
que es de edad tal como yo,en el terrible umbral de la vejez,
también a él los residentes que a su alrededor están,
oprimen, mas ninguno existe que la maldición y ruina aleje.
Pero aquel, cuando sobre ti escucha que vivo estás,
se regocija en su ánimo, y guarda esperanza todos los días
de que verá que su amado hijo desde Troya regresa.
Sin embargo, yo soy totalmente desdichado, pues engendré los mejores hijos
en la ancha Troya, mas de ellos, puedo afirmar, ninguno ha quedado.
Cincuenta tenía cuando llegaron los hijos de los aqueos;
diecinueve tenía venidos de un único vientre,
a los otros parieron en mis palacios otras mujeres.
A los más el furioso Ares de rodillas doblegó;
y el que para mí era el último y que guardaba la ciudad y a los suyos,
a él tú recientemente asesinaste mientras defendía la patria,
a Héctor. Ahora por él he llegado a las naves de los aqueos
para liberarlo de ti, y traigo innumerables rescates.
Pero respeta a los dioses, Aquiles: de mí apiádate,
Por la memoria de tu padre.Yo soy mucho más digno de piedad,
y me he sometido a lo que jamás ningún otro terrestre mortal:
acercar a mi boca la mano del varón que asesinó a mi hijo.
En este pasaje se destacan las primeras palabras de su intervención: “μνῆσαι πατρὸς”. El imperativo corresponde al verbo μιμνήσκω, “recordar”, que comparte etimología con la palabra μνήμη, “memoria”. A continuación, πατρὸς, genitivo de πατήρ, “padre”. El siguiente verso está encabezado por el adjetivo τηλίκος que significa “de la misma edad”. Este término tiene el correlato ἐγών, forma enfática, que en este caso es el pronombre personal de primera. Príamo está interesado en convertirse en un reflejo de Peleo, el padre de Aquiles. De nuevo hay una asociación de imagen y palabra con el fin de persuasión, como antes lo hizo Atenea con Héctor. Posteriormente, se observa una seguidilla de verbos en pasado, imperfectos o aoristos: engendré, tenía, llegaron, parieron, doblegó, guardaba, asesinaste, defendía. Para lograr la piedad, Príamo tiene que situarse en el mismo tiempo del pasional Aquiles y para ello usa el adverbio ahora (Il. 24.501), pero vislumbrando un momento posterior (para liberarlo de ti). Ya casi en la conclusión de su discurso, Príamo cierra con una fórmula casi idéntica a la del inicio: μνησάμενος σοῦ πατρός (por la memoria de tu padre). Esta vez, el anciano deja clara la intención de tal petición: la búsqueda de la compasión.
Así como en sus palabras finales Héctor sugiere el pasado mediante la evocación de sus progenitores; de manera inversa, en su discurso Príamo hace mención de su descendencia, ya doblegada por los griegos, que es la evocación del futuro, un futuro fallido. Así pues, es posible ver que en el discurso de estas dos víctimas está manifestada la siguiente disposición temporal: por un lado, el uso de fórmulas que apelan al futuro para buscar una solución razonada; por otro, el empleo del pasado para apelar a la memoria que evoca tiempos más sosegados. Tal vez no hay pasaje que retrate esta última observación mejor que el siguiente (Il. 24.153-156):
ἔνθα δ’ ἐπ’ αὐτάων πλυνοὶ εὐρέες ἐγγὺς ἔασι
καλοὶ λαΐνεοι, ὅθι εἵματα σιγαλόεντα
πλύνεσκον Τρώων ἄλοχοι καλαί τε θύγατρες
τὸ πρὶν ἐπ’ εἰρήνης πρὶν ἐλθεῖν υἷας Ἀχαιῶν.
Y allí sobre ellas [las fuentes] tanques anchos cercanos hay
hermosos, pétreos, donde vestimentas relucientes
limpiaban las hermosas esposas de los troyanos y sus hijas
antes, en tiempos de paz, antes de que llegaran los hijos de los aqueos.
El victimario, cegado por su pasión, no atiende al tiempo, pasado o futuro. Su unidimensionalidad temporal le impide contemplar por las vías razonadas una respuesta. El planteamiento de estadios hipotéticos, de situaciones futuras, no está permitido. Su φύσις, y la fuerza física que de ella se derive, prima sobre su razón. Por otro lado, su actuar lo conduce a la destrucción de todo rastro de pasado que pueda existir de la víctima; por tanto, de su memoria. Ejemplos de ello se pueden encontrar en los diversos conflictos a lo largo de la historia; los genocidios, para nombrar solo uno de ellos, retratan perfectamente tal situación.
Las víctimas, por su parte, cuando en una súplica evocan a sus hijos, están proyectando un futuro, se están trasladando en el tiempo (χρόνος), aun cuando tal no sea más que un n οὐ χρόνος, una ucronía. Frente a esto, a la víctima no le resta otra alternativa que indagar en el pasado. La búsqueda de un cuerpo, de un desaparecido, de una verdad, es el trabajo de reconstrucción de una historia. No olvidar a los muertos de los cincuenta años de guerra en Colombia, a las víctimas de crímenes de Estado, de los grupos paramilitares y de la guerrilla, es un acto que las generaciones de hombres racionales deben realizar para no olvidar su pasado, de modo que en su futuro la historia no se repita.
BIBLIOGRAFÍA