La paz: perspectivas antiguas sobre un tema actual. Gemma Bernado Ferrer
ὅτε τ’ ὤρετο δῖος Ἀχιλλεύς.
ἀλλ› ἐγὼ οὐ πιθόμην· ἦ τ’ ἂν πολὺ κέρδιον ἦεν.
νῦν δ› ἐπεὶ ὤλεσα λαὸν ἀτασθαλίῃσιν ἐμῇσιν,
αἰδέομαι Τρῶας καὶ Τρῳάδας ἑλκεσιπέπλους,
μή ποτέ τις εἴπῃσι κακώτερος ἄλλος ἐμεῖο·
Ἕκτωρ ἧφι βίηφι πιθήσας ὤλεσε λαόν.
ὣς ἐρέουσιν· ἐμοὶ δὲ τότ’ ἂν πολὺ κέρδιον εἴη
ἄντην ἢ Ἀχιλῆα κατακτείναντα νέεσθαι,
ἠέ κεν αὐτῷ ὀλέσθαι ἐϋκλειῶς πρὸ πόληος.
εἰ δέ κεν ἀσπίδα μὲν καταθείομαι ὀμφαλόεσσαν
καὶ κόρυθα βριαρήν, δόρυ δὲ πρὸς τεῖχος ἐρείσας
αὐτὸς ἰὼν Ἀχιλῆος ἀμύμονος ἀντίος ἔλθω
καί οἱ ὑπόσχωμαι Ἑλένην καὶ κτήμαθ’ ἅμ’ αὐτῇ,
πάντα μάλ’ ὅσσά τ’ Ἀλέξανδρος κοίλῃς ἐνὶ νηυσὶν
ἠγάγετο Τροίηνδ’, ἥ τ’ ἔπλετο νείκεος ἀρχή,
δωσέμεν Ἀτρεΐδῃσιν ἄγειν, ἅμα δ’ ἀμφὶς Ἀχαιοῖς
ἄλλ’ ἀποδάσσεσθαι ὅσα τε πτόλις ἧδε κέκευθε·
Τρωσὶν δ’ αὖ μετόπισθε γερούσιον ὅρκον ἕλωμαι
μή τι κατακρύψειν, ἀλλ’ ἄνδιχα πάντα δάσασθαι
κτῆσιν ὅσην πτολίεθρον ἐπήρατον ἐντὸς ἐέργει·
ἀλλὰ τί ἤ μοι ταῦτα φίλος διελέξατο θυμός;
μή μιν ἐγὼ μὲν ἵκωμαι ἰών, ὃ δέ μ› οὐκ ἐλεήσει
οὐδέ τί μ› αἰδέσεται, κτενέει δέ με γυμνὸν ἐόντα
αὔτως ὥς τε γυναῖκα, ἐπεί κ’ ἀπὸ τεύχεα δύω.
οὐ μέν πως νῦν ἔστιν ἀπὸ δρυὸς οὐδ’ ἀπὸ πέτρης
τῷ ὀαριζέμεναι, ἅ τε παρθένος ἠΐθεός τε
> παρθένος ἠΐθεός τ’ ὀαρίζετον ἀλλήλοιιν.
βέλτερον αὖτ’ ἔριδι ξυνελαυνέμεν ὅττι τάχιστα·
εἴδομεν ὁπποτέρῳ κεν Ὀλύμπιος εὖχος ὀρέξῃ.
Ay de mí, si a las puertas y a las murallas entro,
Pulidamas, primero, su reproche me impondrá,
quien me ordenaba a los troyanos hacia la ciudad conducir
bajo esa noche horrorosa, en que se alzó el divino Aquiles.
Pero yo no obedecí. Por mucho, mayor ganancia habría sido.
Ahora, luego de que destruí a mi pueblo con estas vanidades mías,
siento respeto hacia los troyanos y troyanas de alargados peplos;
que nunca alguien distinto, más vil que yo, diga:
“Héctor, en su fuerza convencido, destruyó a su pueblo”.
Así dirán. Para mí, entonces, cuantiosa ganancia sería
o que frente a frente, tras a Aquiles asesinar, regresara,
o quizá que por él fuera destruido honrosamente frente a la ciudad.
Pero si mi escudo umbilicado depusiera
así como mi yelmo fuerte y, apoyando la lanza contra la muralla
en marcha, ante el noble Aquiles llegara
y le ofreciera a Helena, también posesiones, además de ella,
—tantas cuantas Alejandro en sus cóncavas naves
trajo a Troya—; la que representó el inicio de esta disputa,
les permitiremos a los Atridas llevarla y, al mismo tiempo, a los Aqueos
proporcionar el resto cuanto la ciudad contiene.
Para los troyanos, después, un caballeresco pacto levantaría:
no ocultar nada, sino que a la par en su totalidad sean repartidas
las posesiones, cuantas la ciudad querida en su interior guardaba.
Sin embargo, ¿por qué estas cosas mi amado ánimo me ha transmitido?
No sea que tras marchar a él, llegue, pero este de mí no se apiade
y tampoco me va a respetar, y me asesinará estando inerme
del mismo modo como a una mujer, luego de que de mis armas yo me despoje.
De ningún modo ahora es posible desde el roble ni de la roca
con este estar charlando las cosas que una muchachita y un mancebo,
las que una muchachita y un mancebo charlarían entre sí.
Mejor, a su vez, a la discordia empujarnos lo más rápidamente posible
Sepamos a cuál el Olímpico su voto extenderá.
Es posible observar una tendencia notablemente distinta a la empleada por Aquiles. Desde el punto de vista formal, en el discurso de Héctor estas son algunas características que enmarcan su intervención: el uso de verbos en tiempo futuro6 (impondrá, dirán, permitiremos, respetará, asesinará, extenderá);