Lunes por la tarde… Tomo 2. José Kentenich
efecto, aquí no se trata solamente de la creación, sino de la salvación. Y la salvación es una obra de la omnipotencia infinita de Dios. También nosotros debemos ser redimidos por la omnipotencia de Dios. Y todo el mundo actual, tan caído como está en el abismo, debe ser redimido por la omnipotencia de Dios.
¿Entienden lo que eso significa? ¿Cuál es el fundamento de la confianza de María? En primer lugar, es la omnipotencia de Dios; y, en segundo lugar, la misericordia de Dios.
Queremos cantar de nuevo el Magnificat, detenernos a considerarlo. Escuchamos en él: «Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia»10. ¿Qué significa eso? ¿Qué quiere decir, en detalle? Que Israel haya sido utilizado por Dios en el orden de la salvación es un acto de la misericordia de Dios. ¡Este Israel que tan a menudo fue infiel a Dios, que aniquiló y destruyó la alianza con Dios! Pero Dios es misericordioso. Él perdona todos los pecados y permanece fiel a sí mismo. ¿En que basa su confianza la Santísima Virgen? En la misericordia de Dios.
Más aún: está tan llena interiormente de esa misericordia que agrega: «Su misericordia alcanza de generación en generación»11.De generación en generación: por tanto la misericordia sigue en pie también hoy. También hoy, cuando la humanidad está caída en el lodo. La misericordia de Dios permanece eternamente igual a sí misma.
Permítanme preguntar una vez más: ¿cuál es el fundamento de la confianza de la Santísima Virgen? Primer fundamento: la omnipotencia de Dios; segundo fundamento: la misericordia de Dios; tercer fundamento: la fidelidad de Dios.
En efecto, el Magnificat nos advierte de que el Dios vivo permanece fiel a la promesa que hizo a Abrahán, Isaac y Jacob12.
Así es la hoja de rosa que la Santísima Virgen entrega hoy en nuestras manos. ¿Dónde está, pues, el fundamento de su confianza? En la omnipotencia, la misericordia y la fidelidad de Dios.
Una vez más contemplamos la hoja de rosa. Vemos la nervadura que lleva su corriente de un lado al otro de la hoja. ¿Qué nos indica la nervadura? Nos indica la confianza en medio de las situaciones más difíciles. ¿Cómo son esas situaciones difíciles en la vida de la Santísima Virgen? Podemos distinguir entre el tiempo13 (en que sucedió la anunciación y el tiempo posterior).
Sabemos acerca de la turbación de la Santísima Virgen cuando llevaba el niño en su seno y José, su esposo, no conocía su secreto. ¿No era acaso una situación difícil para la Santísima Virgen? ¿Y qué hizo ella? Confió en Dios, confió en que Dios resolvería la situación. Y Dios la resolvió recurriendo a un milagro. Como ven, una situación difícil —la nervadura de la hoja—, ¡una situación difícil!
Y fíjense en la escena de la anunciación14: ¡qué difícil fue esa situación! La Santísima Virgen quería permanecer virgen. Pero, ahora, tenía que ser madre. ¿Cómo puede ser eso?, pregunta ella, ¿cómo puede ser eso? ¿Qué respuesta recibe? No te preocupes, Dios es omnipotente. Y ella dice su sí. ¿No eran éstas situaciones difíciles?
Situaciones difíciles después de la escena de la anunciación. Se afirma en el anuncio: «su reino no tendrá fin»15.Ha de ser el rey del mundo. ¿Y cómo nace? En un establo16. Y, por su causa, se desata la persecución de los niños18. Y él, el rey del mundo, huye de un rey de este mundo, se convierte en un ser sin patria, tiene que partir a tierra extraña18. ¿Son situaciones difíciles? Por supuesto. Pero ella19 confía. A eso hace referencia la nervadura en esta hoja.
Después, ve sufrir y morir al Señor. ¿Y éste ha de ser el rey redentor del mundo? Pero ella está erguida al pie de la cruz. ¿Qué significa todo esto? Una confianza heroica en las situaciones más difíciles. Como ven, ésta es la hoja que la Santísima Virgen nos da el día de hoy.
Por último vemos en esta hoja los numerosos dientes del borde. ¿Qué indican esos dientes? Indican la elevada meta que Dios persigue con la Santísima Virgen. ¿Qué tarea tiene ella en el tiempo? ¿Cuál es su misión? El Redentor no quiere salvar el mundo sin ella. Ella tiene que ser corredentora, la colaboradora del Señor en toda la obra de salvación.
La Santísima Virgen asume esta grandiosa meta y, en las situaciones difíciles, cree, confía. ¡Confianza por confianza! La Santísima Virgen nos regala esa confianza, esa confianza heroica en las situaciones más difíciles, (frente a) la grandiosa meta, (esa confianza) que ella demostró tan espléndidamente.
Pero la confianza de la Santísima Virgen tiene también otro lado: se dirige también a nosotros.
Para que entendamos la magnitud de su confianza haré referencia a una gran ley del orden de la salvación: Dios es omnipotente, el Salvador es omnipotente, pero ambos son «impotentes», es decir, no pueden hacer nada sin nosotros. El Dios omnipotente, el Hijo de Dios omnipotente se ha hecho pequeño, desvalido frente a nosotros. Es un misterio verdaderamente tremendo, como dice Pío XII20. Y san Agustín nos advierte: Dios ha creado el mundo sin nosotros, pero no quiere redimirlo sin nosotros21.
La Santísima Virgen está también bajo esa misma ley. Ella tiene la gran tarea de ayudar a salvar el tiempo actual, a colocarlo a los pies del Señor. Y ella depende de nuestra colaboración. Por eso leemos también: nada sin la Santísima Virgen, pero también nada sin nosotros22.
Preguntamos, pues, nuevamente: ¿cómo es la confianza que la Santísima Virgen deposita en nosotros? Aquí tenemos que investigar, una vez más:
primero, los fundamentos de su confianza,
segundo, el grado de su confianza en nosotros, y
tercero, el límite.
El fundamento es nuestro poder y nuestra bondad. ¿Qué quiere decir esto?
También nosotros tenemos un poder en el Reino de Dios. Cada uno de nosotros lo tiene. Todo cristiano tiene un poder porque Dios, en su «impotencia», se ha hecho en cierto sentido dependiente de nuestra «omnipotencia». Y esto vale especialmente de nosotros, los hijos de Schoenstatt, porque gozamos de una elección especial y tenemos una misión especial23.Si ella nos ha invitado a sellar una alianza de amor consigo, es que tiene una confianza ilimitada en nosotros. ¿En qué confía ella? En nuestro poder. ¡Tendríamos que tomar mucho más consciencia del poder que representamos en el Reino de Dios!
Pero ella deposita su confianza también en nuestra bondad, en nuestra misericordia. Basta que leamos nuevamente el Acta de Fundación. ¡Háganlo, por favor! Entonces entenderán qué disposición de espíritu tiene que animarnos a todos.
En primer lugar, es la disposición de espíritu para actuar de forma libre y voluntaria. Allí está expresado con gran claridad24: la meta que persigo con Schoenstatt es tan grande que no puedo exigirla como una obligación. Dependo de vuestra acción libre y voluntaria. Por eso os pido y os suplico. ¿Con qué espera contar, pues, la Santísima Virgen? Con nuestra decisión libre y voluntaria.
¿Con qué espera contar, en segundo lugar? Con nuestra magnanimidad. ¿Y qué quiere