El marido integral. Lou Priolo

El marido integral - Lou Priolo


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era más como un discurso) acerca de porqué la Iglesia necesitaba un nuevo sistema de sonido. Nunca entendí porqué estaba tratando de persuadirme pues yo no tenía la autoridad ni la capacidad de ayudarlo. Sin embargo, durante el curso de la plática él dijo algo que tuvo un profundo impacto en mi vida.

      Sus palabras exactas fueron estas, “Si nosotros los cristianos estamos en algún un negocio, es el de la comunicación.” Mientras hablaba, supe que estaba en lo correcto. Cuando la conversación terminó, no pude sacar de mi mente su tesis. Entre más pensaba en esto y estudiaba mi Biblia, más me daba cuenta de cuán verdadero fue lo que expresó. Mientras meditaba en varios pasajes de las Escrituras que apoyaban esta declaración, me sorprendió descubrir cuántas formas hay en las que los cristianos deben usar efectivamente la comunicación.

      Considera, por un momento, la gran comisión, “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15). Predicar es una palabra de comunicación. O, considera Mateo 28:19, “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñando a guardar todo lo que os he mandado…” Enseñar es una forma de comunicación que es en esencia hacer discípulos. Después está Efesios 4:15, “sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.” Cuando la verdad es comunicada en amor, hace posible que el creyente crezca y madure en Cristo.

      Salomón escribió muchos proverbios acerca de la comunicación. Quizá el verso más completo se encuentra en el capítulo 18, verso 21, “La muerte y la vida están en poder de la lengua.. .” La potencia de tus palabras es im-pactante. Son más poderosas de lo que probablemente te imagines. Con tu lengua puedes matar o puedes sanar.15 Puedes salvar o puedes destruir. Salomón continua, (18:21b) “… y los que la aman comerán su fruto.” Esto es, si haces uso (amor) del poder de la lengua, verás sus resultados (comerás su fruto). Si usas tu lengua con fines egoístas, terminarás lastimando a la gente. Si por otra parte, usas tu lengua para edificar a la gente puedes influenciarlos grandemente, y experimentarás una tremenda satisfacción. Proverbios 18:20 declara: “Con el fruto de su boca el hombre sacia su vientre, con el producto de sus labios se saciará.”

      Toma como ejemplo mi trabajo. Soy un consejero. Como un consejero bíblico, tengo el gozo de regularmente ver la vida de las personas radicalmente transformadas. Las personas cambian en muchas maneras significativas como resultado del consejo que doy. Desde luego, no soy la persona que las cambia- el Espíritu Santo hace esto. Sin embargo, existe algo que hago desde la perspectiva humana para facilitar esos cambios. ¿Qué es eso? Hago preguntas, escucho y hablo. Me comunico. Le explico a la gente qué es lo que la Biblia dice acerca de sus problemas. Uso las Escrituras para enseñar, para convencer, para corregir, e instruir en justicia (2 Tim. 3:17), y de alguna manera el Espíritu de Dios usa Su Palabra para cambiar vidas, transformándolas, confortándolas a la imagen de Cristo. Enseñar, convencer, corregir e instruir en justicia, todo esto involucra comunicación. Es cierto, las palabras son poderosas - especialmente las palabras de Dios habladas por Sus ministros para Sus propósitos.

      ¿Sabías que a ti como cristiano te han sido dados más de cuarenta mandamientos de comunicación en las epístolas del Nuevo Testamento? Piensa en eso. Sin incluir los evangelios, el libro de los Hechos, Apocalipsis ni el Antiguo Testamento te han sido dados más de cuarenta imperativos de comunicación. Cuando uso la palabra “imperativo,” estoy excluyendo todos los buenos y malos ejemplos de comunicación, todos los principios y enseñanzas sobre la comunicación que no son mandamientos directos, y todos los puntos de vista complementarios que quizá sean adquiridos a través del diligente estudio de la Biblia. Lo que estoy incluyendo únicamente son los imperativos directos del Nuevo Testamento que requieren que te comuniques o no te comuniques de una manera específica. No me he tomado el tiempo para hacerlo pero, si pudieran ser contados, habría cientos de versículos bíblicos que tratan con la comunicación de alguna u otra manera.

      ¡Es verdad! si tú como cristiano estás en algún negocio, es en el de la comunicación.

      Revelación e Intimidad

      ¿Recuerdas que en el capítulo uno vimos la relación que existe entre revelación e intimidad? Revisemos esto brevemente y ampliémoslo. De no ser por la Biblia (La revelación de Dios al hombre), no podrías saber lo suficiente acerca de Él para ser salvo - mucho menos para tener una relación intima con Él. Tú puedes saber de saber por la revelación16 general que Dios existe, pero se necesitas la revelación17 especial (La Biblia) para saber cómo ser salvo, cómo glorificarlo y cómo disfrutar de una comunión íntima con Él. En la medida que Dios se te revela a Sí mismo, podrás tener una relación con Él. En la medida que no entiendas Su revelación, tu intimidad con Dios será afectada adversamente. La revelación es un prerrequisito para tener una relación.

      El mismo principio funciona para todas las relaciones (cf. Juan 15:15). En la medida que dos personas se revelan a sí mismas mutuamente, experimentarán una relación íntima. Puesto que el matrimonio (ser una sola carne) es la más íntima de las relaciones personales, la medida en que te revelas a ti mismo a tu cónyuge debe exceder la medida en la que te revelas a cualquier otra persona (excepto al Señor, quien te conoce más íntimamente que tú mismo; cf. Salmo 139:1-6). Hablando en términos prácticos, eso significa que tu intimidad y la revelación de ti mismo a tu cónyuge debe ser mayor que la que tengas o le des a tu amigo más cercano, a tus padres o a tus hijos.

      Leemos en Génesis 2:24-25, “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban. ” La “desnudez” de Adán y Eva no se refiere primordialmente a su falta de ropa, sino más bien a la total apertura y franqueza que disfrutaban el uno con el otro antes de que el pecado entrara en sus vidas. Es nuestro pecado (especialmente el orgullo) el que nos impide ser sinceros y sencillos como lo eran Adán y Eva antes de la caída. El propósito de Dios es que los esposos y esposas cristianos estén gradualmente más y más “desnudos y sin vergüenza” el uno delante del otro, como lo estaban nuestros primeros padres en el Jardín.

      Creando un Ambiente Confortable

      Si bien es necesario que te sientas cómodo revelándote a tu esposa, es también importante que crees un ambiente en el que a ella también le sea cómodo revelarse. Una de las mejores maneras para hacer que ella se sienta cómoda, es demostrarle que tú no solamente puedes comunicarte efectivamente con ella, pero que de hecho disfrutas hacerlo. Es algo como el sexo. Las relaciones sexuales en el matrimonio usualmente son más agradables para un esposo cuando él siente que su esposa no sólo es capaz de agradar-lo, pero obviamente también disfruta de la experiencia sexual. Tu esposa probablemente disfrute revelarse a ti más cuando siente que tú disfrutas el proceso del intercambio verbal.

      “Pero la verdad es que yo realmente no disfruto hablar con mi esposa, ¡especialmente en la noche cuando estoy cansado después de haber hablado todo el día! Frecuentemente hablo por una razón - porque tengo que hacerlo. Para mí la comunicación es un medio para un fin: Los medios para completar un asunto. Para mi esposa, la comunicación parece ser un medio en sí mismo. No lo entiendo, ¡y ciertamente no lo disfruto!”

      Como alguien que tiene que hablar durante todo el día, puedo apreciar esos sentimientos, pero puedes aprender a disfrutar el proceso de la comunicación con tu esposa de la misma manera que puedes aprender a disfrutar otras responsabilidades bíblicas. El truco está en empezar a hacerlo ya sea que lo disfrutes o no.

      Cuando comencé a escribir este segmento del libro lo hice en medio de una de las pruebas más difíciles de mi vida. Realmente, hace 90 minutos no tenía deseos de sentarme a trabajar en este proyecto. Lo que quería hacer era poner mi mente en neutro. Es más, momentos antes de empezar, Kim y yo tuvimos un conflicto en el cual violé algunos de los mismos principios bíblicos que intento explicar en este capítulo y en el próximo. Tuve que pedirle que me perdonara antes de empezar a escribir. Pero en este momento estoy disfrutando la oportunidad


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