El marido integral. Lou Priolo

El marido integral - Lou Priolo


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Estructura Característica Referencia Bíblica
Fue hecha del hombre 1 Cor. 11:8 Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre;
Fue hecha para el hombre 1 Cor. 11:9 pues en verdad el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre.
Fue hecha después del hombre 1 Tim. 2:13 Porque Adán fue creado primero, [y] después Eva.
Su inclinación es controlar a su esposo9 Gen. 3:16 A la mujer dijo: “…tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti.”
Es más fácil de engañar 1 Tim. 2:14 Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en trasgresión.
Debe verse a si misma como el cuerpo y a su esposo como su cabeza10 Ef. 5:23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia, siendo Él mismo el Salvador del cuerpo.

      Entendiendo a tu mujer particularmente

      No todas las mujeres son iguales. Mientras que tu esposa, sin duda, tiene ciertas características femeninas consistentes con otras de su mismo sexo, ella también tiene otras características distintivas que la hacen única. Como ya he explicado, tienes que aprender acerca de sus necesidades, sus deseos, sus intereses, sus metas, sus sueños, sus gozos, sus pesares, sus miedos, sus problemas, su manera de pensar, sus motivaciones, sus sentimientos, sus dones espirituales y sus tentaciones. Tu trabajo es entender las particularidades e idiosincrasias que forman su personalidad y vivir con ella de acuerdo a eso. Esos “defectos de personalidad” que son inconsistentes con el carácter de Cristo, necesitarás, paciente y amorosamente, limpiarlos purificándola “por el lavamiento del agua con la Palabra” (Ef. 5:26). Esas características que te irritan pero que no son inconsistentes con la Escritura, tendrás que aprender a soportarlas (mostrándole paciencia en amor de acuerdo a Ef. 4:2). Aquellas características que muestran el carácter de Cristo que ella tiene tendrás que elogiarlas (Prov. 31:28-29).

      “Está bien. Me haz convencido. No he estado viviendo con mi esposa con entendimiento. Tengo que comenzar a hacerlo, pero es una tarea ardua, y no sé cómo empezar.”

      ¿Por dónde comienzo?

      Quizá el mejor punto de partida sea que aprendas a hacer las preguntas precisas. Se ha dicho que “las preguntas son para la comunicación como la comida es para la alimentación.” Necesitas una para lograr eficientemente la otra. La habilidad de hacer las preguntas apropiadas es una destreza en la que debes convertirte en un experto si quieres “sacar” de tu esposa la información necesaria para vivir con ella con entendimiento y experimentar la intimidad de “una sola carne” que Dios desea para tu matrimonio. Recuerda: la revelación es un pre-requisito para cualquier relación. Entre más te revelas a ti mismo frente a tu esposa y entre más logres animarla a ella a que se revele a ti (haciendo las preguntas precisas), mayor será la intimidad que lograrás. A continuación presentaré algunas preguntas básicas con las cuales puedes empezar a entrevistar a tu esposa.

      Preguntas sugeridas para Edificar la intimidad

      1. Si pudieras cambiar tres cosas de mí que me hicieran más como Cristo, ¿cuáles serían?

      Esta primera pregunta probablemente te llevará horas de conversación. Al enfocarte primero en tus propias debilidades y sacar la viga de tu propio ojo (cf. Mt. 7:1-5) no sólo demostrarás humildad, sino harás que le sea más fácil a tu esposa revelarse a ti posteriormente. Tu esposa probablemente esté bien consciente de los defectos de tu carácter tienen que ser cambiados. Puede ser incluso que ella esté más consciente de ellos que tú. Tu pecado necesita ser discutido al responder esta pregunta. Tus rasgos personales (defectos de carácter) que son inconsistentes con el carácter de Cristo, deben de ser corregidos con la gracia de Dios. Esto no es negociable ni opcional. Si ella presenta evidencia que te convence de tu pecado (cf. 2 Tim. 3:17), debes reconocer ante ella tu trasgresión y con la ayuda de Dios (y la de ella) empezar a sustituir esos patrones pecaminosos con sus alternativas bíblicas.11

      2. ¿Tengo algunos hábitos molestos o peculiaridades irritantes que te gustaría que cambiara?

      Además de señalarte las deficiencias de carácter que la Biblia dice que debes cambiar, tu esposa podría tener otras sugerencias que debes considerar concerniente a otros asuntos. Probablemente existan cosas personales molestas y hábitos que has desarrollado, que aunque no necesariamente pecaminosos, tienden a irritarla. Eso incluye cosas como cierta ropa con la que te vistes, tus hábitos de aseo personal y/o la carencia de ciertas cualidades sociales. Aunque tu esposa debe ser paciente contigo, por el deseo de agradarla (1 Cor. 7:33) deberías considerar esforzarte en corregir esos estos hábitos. Tu disposición a discutir estos asuntos con ella le demostrarán tu amor y posiblemente le darán esperanza.

      3. ¿Qué sientes cuando yo… (menciona algo que tú sabes que le molesta)? Una vez que descubres exactamente lo que ella quiere que cambies, puedes empezar a animarla a que ella se revele a ti. Te sugiero que empieces preguntándole acerca de sus sentimientos. Nosotros los hombres tendemos a no enfatizar tanto las emociones que Dios nos ha dado como lo hacen nuestras esposas. Claro que como cristianos, no debemos tomar decisiones basados en nuestros sentimientos; más bien debemos de aplicar principios bíblicos en cada situación. Hacerlo de otra manera es peligroso porque nos conduce a una vida guiada por los sentimientos, no por la obediencia. Nuestros sentimientos nos pueden desviar y nos tientan a no responder bíblicamente a los problemas y presiones de la vida.

      “Bueno, podría habértelo dicho ya. Las mujeres son más emocionales que los hombres y son engañadas por sus emociones, así que ¿para qué molestarse en hablarle de sus emociones? Si le pregunto cómo se siente ¿acaso no estimulo más sus emociones en lugar de ayudarla a pensar lógicamente?”

      En efecto lo harás si simplemente escuchas sus sentimientos sin ayudarla a relacionar esos sentimientos con sus pensamientos, sus acciones y la Biblia. No debes ignorar el lugar de los sentimientos de tu esposa, entendiendo que le han sido dados por Dios.

      ¿Te has detenido a considerar que el dolor12 causado emocionalmente puede ser una cosa buena? Así como el dolor físico puede ser bueno porque te permite saber que algo en tu cuerpo está mal, el dolor causado emocionalmente puede ser bueno porque te permite saber que algo está mal con tu manera de pensar. Ansiedad, miedo, enojo, soledad, depresión, desesperación, todos estos sentimientos quizá indican que existe un problema profundo en la vida que necesita ser tratado. Este tipo de dolor es frecuentemente síntoma de un problema más profundo. Esta es la razón por la que la terapia con drogas es en gran medida inefectiva para el tratamiento prolongado de los l amados “desórdenes emocionales”- sólo trata los síntomas y no la causa del problema: acciones y pensamientos pecaminosos.

      Son las 3:30 de la mañana y estás profundamente dormido. El detector de humo de tu cuarto altera tu profundo sueño e interrumpe tu tranquilidad con 103 decibeles del sonido desagradable de la alarma de humo. Tu corazón palpita; respiras rápidamente mientras la adrenalina en tu cuerpo activa casi todos los nervios de tu ser. “¿Qué hago?” piensas, mientras tratas de acallar la alarma. “Lo sé, ¡pondré la almohada sobre mi cabeza, mis dedos en mis orejas, y trataré de recuperar el sueño!” Unos segundos pasan. Te das cuenta que tu solución no va a funcionar. Vuelves a reconsiderar mientras que el ruido del detector de humo hace que te enojes más. Finalmente, en tu desesperación buscas bajo la cama el zapato más grande que encuentras, apuntas hacia el detector de humo y le das con el zapato haciéndola añicos. “Finalmente, podré ir a dormir,” piensas, mientras dejas en su lugar el zapato y vuelves la cabeza a la cama olvidándote totalmente del fuego que activó el detector de humo…

      Tratar los


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