Representación gráfica de espacios y territorios. Ruth Zárate
sus mapas ya trazaban una división imaginaria de líneas con rumbo de oriente a occidente y de norte a sur, conocidas como meridianos y paralelos.
Por otro lado, para los romanos el espacio tuvo una concepción territorial de impulso de las condiciones imperiales del poder y dominación ejercida sobre otros pueblos. La cartografía acentuaba el poder político del imperio expandiendo las fronteras, así los mapas representaban gráficamente las conquistas del mundo dominado por Roma (Montoya, 2007). Luego de la caída del Imperio romano, la importancia de la cartografía recae sobre asuntos teológicos, y a partir de esto se trazan mapas con especial interés en Jerusalén como centro de poder mundial.
Fuera del mundo occidental, los árabes, por intermedio del comercio por el Mediterráneo, desarrollaron mapas que hoy se valoran por la precisión con que se construyeron. El mundo islámico, si bien tuvo contacto con las concepciones griegas expuestas por Tolomeo, impuso sus formas particulares de representar sus entornos, lo que trajo una evolución cartográfica en la que confluyeron las dos visiones del mundo: la griega y la árabe. China también logró un avance importante en la cartografía con el desarrollo de cuadrículas y aspectos matemáticos del trazado de los mapas, la creación de convenciones regulares y curvas de nivel, metodologías propias de las cartografías modernas. Al reconocer estos progresos, los europeos le dieron mayor relevancia al saber geográfico oriental. Con una visión eurocentrista, Occidente solo se interesaba por los mapas de las periferias cuando estas tenían elementos comunes con Europa, mientras que los imaginarios de otras culturas eran desechados (Harvey, 1991).
Hay que destacar que entre los siglos XIII y XIV se crearon las cartas portulanas, base de las cartografías de la actualidad. Estos mapas se caracterizaron por el uso de la brújula, así como la utilización de trazados reticulares que marcaban orientaciones según la rosa de los vientos. Tres tipos de estas cartas fueron reconocidas: la de los principados italianos (principalmente genovesa), la catalana de Palma de Mallorca y la portuguesa. Se resalta que las cartas portulanas promovieron el avance técnico de la navegación marítima; entre ellas se reconocen como máximos exponentes la carta de Piscana (1290) y el mapa catalán (1375) de Cresques Abraham (Capdevila, 2002b).
El conocimiento de la Geografía de Tolomeo por navegantes italianos y portugueses permitió el mejoramiento de los detalles en las proyecciones cartográficas. Las exploraciones de nuevas rutas y especialmente el descubrimiento europeo de América estimularon el desarrollo de la cartografía. Algunas producciones que se destacan son las siguientes: el manuscrito de Martin Behaim de Núremberg (1492), en el que se describe gráficamente el mundo antes del viaje de Colón; la carta de Juan de la Cosa (1500), en la que se representan los territorios encontrados en el nuevo continente; el mapa de Cantino (1502), que resulta del Tratado de Tordesillas6; y el mapa de Contarini (1506), primer mapa impreso con nuevos descubrimientos (Capdevila, 2002b).
Para finalizar, hay que reconocer que el paradigma de la teoría geocéntrica dominó el conocimiento del espacio hasta finales del siglo XVI, cuando se llevó a cabo la revolución copernicana. El paradigma geocéntrico demostró también el egocentrismo de las culturas, cimentado en una tendencia unipolar, con el ser humano como centro del planeta (Thrower, 2002), noción que señalará el eurocentrismo durante los siglos posteriores.
La primera gran revolución
El progreso imponente de la cartografía fue de la mano con el impulso de la astronomía. Nicolás Copérnico (1473-1543), a través de observaciones astronómicas y cálculos geométricos, consideró en sus obras al Sol como centro del universo y a la Tierra y los otros planetas girando a su alrededor. Según Horkheimer (2003), esta teoría, denominada heliocéntrica, tendría un impacto trascendental en el conocimiento científico de la época. El pensamiento copernicano fue una fuerza revolucionaria, parte del proceso histórico que situaba el paradigma mecanicista en posiciones dominantes. El conocimiento científico en diversos ámbitos se desarrolló con la matemática, la física y las leyes naturales (Mardones, 1991). No obstante los cambios producidos en la ciencia moderna, el entendimiento del espacio en textos de geografía y cosmografía se daba con las concepciones tolemaicas, localizando topónimos funcionales a astrónomos y navegantes para la descripción de las características de la tierra, de las costumbres y la organización social de los países (Capel, 1977). Esta situación de resistencia a lo nuevo denota el control, poder y dominio de ciertos grupos tradicionales que no aceptan los cambios sociales. A pesar de que exista un nuevo paradigma aceptado como válido, los rasgos de anteriores modelos siguen presentes.
De esa manera, el avance de la cartografía se dio en mayor medida a partir del siglo XVI, pero los mapas de esta época han soportado críticas por las distorsiones en las formas, en las extensiones territoriales y por las expansiones de grandes poderes (Habegger y Mancila, 2006). En 1569 el matemático y cartógrafo Gerardus Mercator propuso una proyección del planeta a los navegantes europeos al trazar las rutas de rumbo con líneas rectas. Por tal razón, la representación del mapa se realizó con base en una figura cilíndrica que luego era dibujada en un planisferio. La proyección resultante (llamada cilíndrica) produce necesariamente distorsiones (como cualquier otra proyección, pues es imposible matemáticamente representar sin ellas una superficie esférica sobre un plano). De esta suerte, la isla de Groenlandia aparece a la vista como de mayor tamaño que Suramérica, por ejemplo. Por tener ciertas ventajas para la navegación, la proyección cilíndrica continuó siendo útil hasta la aparición de los modernos sistemas satelitales.
Figura 2. Proyección de Mercator en la actualidad.
Fuente: La proyección de Mercator versus la proyección de Gall-Peters (25/4/2014). Recuperado de https://thetuzaro.files.wordpress.com/2011/03/400px-mercator-projection.jpg
Arno Peters (1991) criticó las versiones cartográficas de Mercator, al plantear que este mapa tiene una desproporción de los territorios de Escandinavia dibujados tres veces más grandes en comparación con la península arábiga o la India. Peters afirmaba la presencia de un eurocentrismo producto de la representación de la dominación sociocultural que perdura hasta nuestros días. Él propuso un mapa conocido como la proyección cartográfica de Peters, proveniente del cartógrafo James Gall (1856), en donde se conservan las áreas, mas no los ángulos ni las distancias. Según Braceras (2012), la Unesco ha adoptado esta cartografía como la más cercana a la realidad, es decir, la políticamente correcta.
Figura 3. La proyección de Peters en la actualidad.
Fuente: La proyección de Mercator versus la proyección de Gall-Peters (25/4/2014). Recuperado de http://www.unabrevehistoria.com/2008/02/proyeccin-peters-el-mundo-en-su.html
Las distorsiones y ambigüedades continúan en el tiempo, al ubicar a Europa y Norteamérica en la parte superior de los mapas se demuestra el poder de los centros metropolitanos, mientras que África, Asia y Latinoamérica se grafican en la parte inferior para representar su condición de periferias coloniales. En culturas africanas, se han encontrado mapas donde Madagascar y la actual Sudáfrica están graficadas en la parte superior del mapa. La idea de superioridad ha buscado la legitimación del imaginario etnocéntrico plasmado en las cartografías. El racismo fue parte de la representación del espacio que territorializó tal superioridad a partir de la disminución de las dimensiones de países periféricos y el aumento de las dimensiones de países metropolitanos.
Por otro lado, en el siglo XVII se consideró a la ciencia moderna como la plataforma de una nueva perspectiva dominante en las siguientes centurias con estudios, entre otros, de Johanes Kepler, sobre las orbitas elípticas de los planetas; Galileo Galilei, acerca del conocimiento del universo por medio del telescopio; e Isaac Newton, quien estableció las leyes del movimiento. Por ejemplo, Galilei dibujó los primeros mapas lunares; entretanto Isaac Newton, al observar la reacción del péndulo en diferentes latitudes, explicó la tierra como una figura achatada en los polos y ensanchada en la zona media. Esta precisión de la forma terrestre permitió graficar con mayor exactitud las zonas continentales. En los Principia (1687), Newton escenificó muchos problemas cartográficos estudiados