Páginas de cine. Luis Alberto Álvarez

Páginas de cine - Luis Alberto Álvarez


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      Páginas de cine. Volumen 3

      © Congregación Hijos del Inmaculado Corazón de María. Misioneros Claretianos, Provincia Colombia-Venezuela

      © Editorial Universidad de Antioquia®

      ISBNe (obra completa): 978-958-714-982-1

      ISBNe (volumen): 978-958-714-985-2

      Primera edición: mayo de 1998

      Segunda edición: junio de 2020

      Guion gráfico: Oswaldo Osorio

      Hecho en Colombia / Made in Colombia

      Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita de la Editorial Universidad de Antioquia

      Editorial Universidad de Antioquia®

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      Imprenta Universidad de Antioquia

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      Las imágenes incluidas en esta obra se reproducen con fines educativos y académicos, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 31-43 del capítulo III de la Ley 23 de 1982 sobre derechos de autor. Especial agradecimiento a la Biblioteca Pública Piloto, Carlos Santa, Juan José Escobar Gallego, Luis Crump Carvajal y Víctor Gaviria

      Presentación

      Páginas de cine, volumen 3, es la continuación de una obra crítica que se había recogido en los dos volúmenes anteriores.

      Seleccionar los artículos que conforman este libro fue una tarea dolorosa y placentera. Dolorosa porque la persona ideal para hacerlo ya no está con nosotros, y placentera porque me permitió repasar unas páginas llenas de sabiduría, erudición y belleza.

      La organización de los capítulos es arbitraria y obedece más a afinidades temáticas o geográficas que a otros motivos. Algunos, como el de los cien años de cine o del cine colombiano, incluyen casi todos los artículos escritos por Luis Alberto en el período abarcado por este libro (1990-1996).

      La selección obedece no a la importancia de la película o personaje a que se refiere, sino a la originalidad, emoción, profundidad de la mirada y calidad literaria de ellos.

      La gran mayoría de los artículos fue publicada en el periódico El Colombiano; uno de ellos es el texto de una conferencia dictada por el padre Álvarez en Bogotá: “Perspectiva de la región en el cine colombiano”; otros dos, “Trenes y cine” y “Todas las mañanas del mundo”, son inéditos.

      Me animaron a compilar este tercer volumen mi cercanía y amistad con el autor, el conocimiento de su obra crítica y la necesidad de que esos artículos, que considero maravillosos, quedaran integrados en un libro que es continuación de los publicados anteriormente.

      Agradezco especialmente a la comunidad de claretianos y al padre Guillermo Vásquez su generosidad al permitirme el acceso al archivo de Luis Alberto. Agradezco también a Mónica Acosta y a Eduardo Jackson sus oportunos consejos e infinita paciencia en la corrección de los textos y organización del índice.

      Mi deseo es que esta selección le hubiese gustado a Luis Alberto.

      Luis Fernando Isaza Palacio

      Medellín, febrero de 1997

      El cine: la gran ilusión

      Consideraciones sobre los cien años de una técnica, un lenguaje y un arte

      El cine: la luz (Lumière) que vence la muerte

      28 de diciembre de 1895. El día de la primera exhibición abierta del cinématographe de los hermanos Lumière ha sido establecido, por acuerdo más o menos generalizado, como fecha oficial del nacimiento del cine. Pero hay quienes no están particularmente contentos con esta decisión, por ejemplo los norteamericanos. Y es que, en realidad, habría varias cosas por definir antes de unificarse en un día concreto para realizar la celebración. ¿Cuál es exactamente el evento centenario que se cumple? ¿Tiene que ver con una técnica?, ¿con un lenguaje?, ¿con un arte?, ¿con un medio de comunicación? ¿No hay, acaso, hechos importantes que comenzaron a existir antes y después de esta fecha y que pueden considerarse más significativos, más prioritarios?

      Los franceses, quienes siempre han mirado al cine como su criatura, celebraron el 19 de marzo de este año el centenario de la primera película. Fue en ese día de 1895 cuando Louis Lumière plantó su cámara frente al portón de la fábrica de productos fotográficos de su familia en Lyon para fotografiar en movimiento la salida de los obreros y obreras después de su jornada de trabajo en el que fue, aparentemente, su primer ensayo cinematográfico.

      Además nos resulta, no es ningún descubrimiento, que algunas películas antiguas destinadas al kinetoscopio, como el famoso estornudo de Fred Otis, el baile de mariposa de Annabelle y las contorsiones de Sandow el hombre fuerte, fueron filmadas en Estados Unidos en el estudio Edison, por lo menos un año antes de las primeras películas de Lumière. Sabemos también que las imágenes registradas con el bioskop de los hermanos berlineses Skladanowsky fueron presentadas públicamente días antes del evento francés del día de inocentes. ¿Tiene entonces sentido una fiesta con una datación tan precisa como la de diciembre de 1895?

      Digamos, entonces, que la fecha exacta del nacimiento de la técnica que registra y reproduce fotográficamente el movimiento es francamente discutida e incierta. Pero ¿es ello realmente tan importante para los que no somos ni físicos ni aficionados a las invenciones? Para nosotros, los apasionados del cine como instrumento narrativo, contador de historias, lo que realmente interesa no es tanto una máquina con determinado funcionamiento, sino lo que ciertas personas han creado sirviéndose de ella. En este sentido tendríamos ante nosotros todavía dos importantes centenarios por venir, cuya celebración sería muy difícil de concretar en un día, incluso en un año preciso, pero que, ciertamente, se ubicaría en las primeras dos décadas del siglo que está por comenzar: el del cine como lenguaje y, posteriormente, el del cine como arte.

      El aparataje cinematográfico clásico que conocemos (rollos de celuloide perforado, grifas, cruz de Malta, cámara oscura) tiene fuertes probabilidades de desaparecer pronto. Pero quienes lo emplearon en los primeros años desarrollaron algo mucho más importante: un lenguaje. Ese lenguaje perdura más allá de la técnica empleada y es el que posibilita hoy gran parte de la comunicación global en sus formas más sofisticadas. El lenguaje con el que comenzaron a narrarse las primeras historias de cine es el mismo que hoy, sin cuestionarlo fundamentalmente, siguen empleando la televisión y todos los medios audiovisuales, el lenguaje que se transmite por satélites y redes de gigantesco alcance, el lenguaje del entretenimiento y de la comunicación científica.

      Se puede decir, y es más adecuado, que los cien años del cine conmemorados en este diciembre de 1995 son, más que otra cosa, el pretexto para hablar de algo que ha reflejado, iluminado y vitalizado muchas experiencias humanas, la ocasión de reflexionar sobre esta técnica, sobre este lenguaje y este arte que nos han acompañado durante cerca de diez décadas, creando una alternativa, original y muy propia de nuestra época, a la expresión plástica y literaria tradicional. En el cine casi todos hemos visto reflejados muchos sueños, casi todos abrigamos tesoros de recuerdos y asociaciones, hemos visto de cerca mundos antes inalcanzables, sombras con entidad casi real que hemos llegado a amar y con las cuales hemos llegado a identificarnos. Por ello es una celebración tan placentera, tan amable, tan universal, tan desprovista de barreras ideológicas. Por


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