Geografía de las dunas costeras de Chile. Consuelo Castro Avaria
rocosas y cabos que avanzan hacia el oeste actúan como obstáculo de la deriva litoral determinando zonas de fuerte sedimentación de dunas en los sectores que miran al sur, debido a que, al ser desviada por la punta rocosa, la deriva litoral describe un circuito devolviéndose hacia el sur. El autor citado observó que la fuerza centrífuga obliga a sedimentar en la parte externa del circuito, formándose dunas activas en la parte norte y media de las bahías, como sucede por ejemplo en Ritoque o en los grandes campos de dunas de Chanco y del sur de Arauco.
Las arenas que alimentan las dunas pueden provenir desde grandes distancias; al respecto, González, I. 1976, determinó que dunas de arenas oscuras como las de Cartagena, están compuestas por sedimentos ultra básicos que se deben al aporte de materiales provenientes de la Cordillera de los Andes y la depresión central, transportados hacia la costa por el río Maipo. Por el contrario, también ocurre que la mineralogía de los sedimentos se relacione estrechamente con la petrografía de la zona donde se localizan las dunas y que, como determina dicha autora, la arena de color claro de las playas de Tunquén, Mirasol, Algarrobo y El Quisco, contiene más de 75% de cuarzo proveniente de la desagregación de las rocas del batolito costero, transportadas al mar por los esteros locales. Además de los ríos, otra fuente de alimentación de las playas proviene de la erosión de los acantilados por acción mecánica del oleaje; en este caso el suministro de materiales es difícilmente cuantificable; Paskoff, R. 1970, estima que es importante cuando hay erosión en materiales poco cementados como ocurre con las formaciones miocénicas de areniscas blandas de los acantilados cercanos a las desembocaduras de los ríos donde se localizan las dunas de Los Vilos, Pichidangui y Quilimarí en la costa semiárida.
2.2. La acción del viento y la condición del clima
El clima desempeña un papel considerable en la formación de dunas, ya que un verano seco y cálido permite la deflación de las arenas desde la playa; a su vez, la lluvia favorece la instalación de la vegetación que también es fundamental tanto en la formación como en la estabilización de la duna.
En Chile es remarcable la existencia de dunas bajo condiciones climáticas muy diferentes, que varían de climas secos en la costa norte y central a los climas más húmedos de más al sur. Así, de 110 mm anuales de lluvia que se registran en La Serena (29º 54’S), el promedio aumenta paulatinamente hacia el sur hasta 1000 mm en la costa del Maule (35º 20’S), donde se localizan las dunas de mayor extensión. Respectivamente, la estación seca disminuye de norte a sur según se observa en el Cuadro 2. Las dunas de la costa semiárida y central, entre 30° y 34° persisten bajo condiciones en que predominan los meses secos y montos de lluvia con promedio inferior a 500 mm anuales. Por su parte, en la costa templado húmeda, las dunas situadas entre los ríos Mataquito (35º S) e Imperial (38º S), se localizan en lugares donde el promedio de lluvia anual es superior a 800 mm y la estación seca dura de 3 a 5 meses, como se muestra en el Cuadro 2.
Cuadro 2: Condiciones de los factores del clima para la formación de dunas en Chile.
El viento es el principal agente responsable en la formación de una duna, al movilizar los granos de arena (Figura 4) y en la costa chilena, donde predominan los vientos del SW y W son estos los más eficaces por su capacidad de transporte. En efecto, según el estudio clásico de Bagnold, R. 1954, el viento, con una velocidad superior a 4,5 m/seg ó 16 km/h, provoca la movilización de arenas secas de grano medio.
En Chile, los vientos costeros están determinados por las alternancias del anticiclón del Pacífico sur y el cinturón de bajas presiones de las latitudes subpolares (Fuenzalida, H. 1971); por ello, en el litoral central dominan los vientos del suroeste en verano y del noroeste en invierno; al sur de Valdivia, 39º 40’S, predominan los vientos del oeste; de tal manera, la coincidencia de una estación seca con vientos constantes del suroeste favorece la formación de las dunas en la costa.
La acumulación que forma la duna se inicia en pequeñas irregularidades del terreno o donde hay una planta, según se observa en la Foto 4; a su vez, el depósito progresivo de arena responde a los pulsos de viento y, por ello, los granos van disponiéndose en delgadas capas entrecruzadas adquiriendo la estructura geométrica interna característica de la arena depositada por el viento, como se muestra en las Fotos 5, 6 y 7.
Figura 4: Movilización de arena por el viento: por arrastre, suspensión y saltación.
Foto 4: Duna embrionaria, situada en la alta playa por acumulación y depósito de arena al disminuir la velocidad del viento obstaculizado por la vegetación.
Foto 5: Duna de Los Vilos con estratificación entrecruzada eólica.
Foto 6: Paleoduna de Punta Concón, estratificación entrecruzada eólica de arena en la parte superior.
Al continuar la acumulación de arena se forman voluminosas dunas activas en cordones cuyo eje principal se dispone perpendicular a la dirección de proveniencia del viento; en un perfil se observa que estas dunas son disimétricas, con pendiente suave en su ladera de barlovento y abrupta a sotavento, donde se forma el frente de deslizamiento y avance de la duna (Figura 5). En efecto, el movimiento de las dunas se debe al arrastre de la arena desde la ladera de suave pendiente que enfrenta al viento o ladera de barlovento, hacia la parte protegida de pendiente más marcada o ladera de sotavento. Más al interior del continente no se forman dunas debido a la menor acción del viento, la escasez de arena y la colonización vegetal que frena su avance.
Figura 5: Frente de avance de una duna activa, la arena acumulada cae por la cara de deslizamiento hasta la base por donde la duna avanza.
Foto 7: Duna de Los Choros, frente de deslizamiento con pequeños derrumbes que se deslizan hasta la base de la duna, mecanismo que produce su avance (la escala está señalada por la huincha amarilla al centro de la foto y marca un metro).
2.3. Influencia de la orientación y topografía de la línea de costa
La orientación general de la línea de costa chilena es perpendicular a la dirección de proveniencia de los vientos eficaces, lo que es favorable para la formación de dunas. En los tramos de costa con dicha orientación, se sitúan sistemas de dunas cuyo eje principal se orienta de noroeste a sureste, por ejemplo, entre El Tabo y Las Cruces (33º 26’S); Longotoma, 32º 24’S; Ritoque, 32º 49’ S ; Chanco, 35º 43’S; Paicaví 37º 50’S; entre Puerto Saavedra 38º 46’S y Toltén 39º 12’S.
También, la existencia de un espacio topográfico como el de las terrazas marinas bajas y amplias de algunos tramos de la costa es otro factor favorable para la instalación de las dunas activas que cubren la terraza marina baja, delimitada hacia el interior por un acantilado marino antiguo.
2.4. La vegetación y su importancia en la formación de dunas
La vegetación de las dunas es altamente específica, adaptada a condiciones ambientales extremas como el golpeteo de los granos de arena movidos por el viento, las inmersiones por el oleaje, la salinidad, la movilidad y la alta porosidad del sustrato, entre otras condiciones para las cuales las plantas modifican sus hojas, raíces y su forma, dependiendo de la especie vegetal colonizadora.
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