A Roma sin amor. Marina Adair
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Título original: BROMeANTICALLY CHALLENGED
© 2020 by Marina Adair
First Published by Kensington Publishing Corp. Translation rights arranged by Sandra Bruna Agencia Literaria, SL All rights reserved.
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Diseño de cubierta y fotomontaje: Eva Olaya
Traducción: María José Losada Rey
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1.ª edición: enero 2021
Derechos exclusivos de edición en español reservados para todo el mundo:
© 2021: Ediciones Versátil S.L.
Av. Diagonal, 601 planta 8
08028 Barcelona
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Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o fotocopia, sin autorización escrita del editor.
Para mi hija Thuy. La historia de tu adopción siempre será mi favorita.
Capítulo 1
En el momento en que Anh Nhi Walsh se puso el vestido de novia y notó cómo la seda, que debía de tener unos ochenta años, bailoteaba sobre sus caderas, supo que había habido un error.
Un error tan terrible que ni todo el chocolate del mundo podría arreglarlo.
Annie acababa de terminar un turno de treinta y seis horas, por lo que su cerebro iba al ralentí, pero cuanto más tiempo pasaba sobre sus Jimmy Choo plateados y con el maquillaje del día anterior, más claro le quedaba que ni el mejor sujetador push-up iba a solucionar lo evidente.
Aquel no era su vestido.
—No me lo puedo creer —susurró tapándose la boca con las manos.
Cierto, el vestido había llegado hasta su puerta dentro de la caja a rayas de color crema y rojo, una entrega especial de Bliss, la boutique más exquisita de Hartford. Y sí, se trataba de la seda que la abuela Hannah había traído de Irlanda, y que ahora se bamboleaba sobre la cintura de Annie. Pero aquel no era el vestido de Annie, en absoluto.
El vestido de Annie era elegante y sofisticado, un sentido homenaje a su abuela, la única persona que Annie quería a su lado cuando por fin caminara hacia el altar. La abuela Hannah no iba a permitir que algo tan irrelevante como estar muerta le impidiera asistir a la boda de su única nieta. Pero Annie deseaba que su compañía fuera mucho más que algo espiritual.
Y por eso había encargado una actualización del vestido de boda de 1941, de corte griego con mangas casquillo y cola de sirena ornamentada, confeccionado con la misma tela que había llevado la mujer más importante de la vida de Annie en su día más especial.
Annie se bajó el corpiño del vestido con ganas llorar. El escote corazón, demasiado ancho y voluminoso, era el golpe bajo definitivo que necesitaba para pasar página.
Los seis años que llevaba trabajando como médica asociada de Urgencias le habían proporcionado una calma racional que le permitía actuar de manera rápida y eficaz en casi cualquier situación. Le habían enseñado a diferenciar entre lo mortal y lo dolorosamente incómodo. Con eso en mente, abrió la agenda del móvil.
—Añade «asesinar al prometido» a mi lista de tareas pendientes —ordenó.
—Añadido «asesinar al prometido» —respondió la voz femenina digital—. ¿Puedo ayudarte en algo más?
—Sí. —Porque Annie sabía que un asesinato no era una respuesta racional, y, además, el Dr. Clark Atwood ya no era su prometido. Ni su problema.
Según decía la letra elegante de la tarjetita de lino que los de Bliss habían enviado junto al vestido, esa responsabilidad recaía