Caricias para tu mente. Clarisa Crespo

Caricias para tu mente - Clarisa Crespo


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generan una sensación de insatisfacción, desventaja y una alta exigencia constante. Es común sentir que lo que hacemos nunca alcanza, que aún hay más estados ideales para lograr, hay que poder más o que el otro tiene que poder más.

      Existe una desconexión entre lo que puedo y lo que no puedo, entre lo que debo y lo que no debo. Se busca alcanzar un ideal inalcanzable porque la persona ansiosa está desajustada de las posibilidades reales. Nos conducimos por reglas inflexibles del «debo» y el «tengo que», y cualquier desviación es inaceptable. Nos obligamos a actuar cada vez mejor, y adoptamos una posición de juez de los demás y de nosotros mismos.

      Vemos plasmada esta característica en frases como: «Nunca debo equivocarme», «Debería conocer, entender, prever todo», «Debería ser siempre complaciente con todos los demás».

      Para salir de esta distorsión es necesario partir de lo real, de lo que en este momento se puede y no desde un estado ideal inalcanzable; a partir de allí, establecer metas posibles de ser ejecutadas, por pequeñas que sean. Esto permitirá lograr objetivos y aumentar la valoración de nosotros mismos.

      8. El pensamiento polarizado: es lo que normalmente denominamos como el «todo o nada», «blanco o negro». La persona ansiosa concibe la vida desde los extremos y evita o elimina los «grises», los puntos intermedios o el «paso a paso». La percepción es contundente: “se puede o no”, “todo está muy mal o todo está muy bien”. Por estos motivos resulta difícil cumplir con los objetivos, alcanzar metas porque todo se quiere rápido y en el momento.

      Para evitar estas distorsiones es esencial establecer objetivos claros y precisos, elaborando un plan de acción para lograrlos. Armar un paso a paso desde lo más simple a lo más complejo y de este modo, internalizándolo de una manera más sencilla, real y alcanzable. Porque si nos ponemos un objetivo muy alto es probable que no podamos ejecutarlo y quedemos paralizados pensando que no podemos.

      9. La necesidad de control y la baja tolerancia a la incertidumbre: mediante esta característica del pensamiento ansioso, la persona ansiosa busca el control de sí misma y de las personas de su entorno afectivo a fin de evitar la incertidumbre y el no poder controlar situaciones desconocidas. Esto es una gran ilusión.

      Por ejemplo, una persona que tiene fobia al ascensor pone todo su temor allí; piensa que en ese lugar se puede morir. Pero cuando esa misma persona viaja en auto, en avión, en autobús o en transportes similares, piensa que allí no le va a ocurrir nada.

      Aquí vemos claramente que la persona distorsiona las posibles situaciones y pone su tranquilidad en la fantasía de control al no subirse al ascensor. Éstas son las formas de pensar en la ansiedad que se van agrupando en forma de monólogo interno; son pensamientos que conviven internamente en cada uno de nosotros.

      No es que la ansiedad se resuelva pensando que no va a suceder nada negativo, sino que se resuelve cuando podemos relajarnos en la idea de que, pase lo que pase, más allá de lo que nos toque vivir, podemos confiar en nuestras herramientas, en que siempre podemos hacer algo con lo que nos sucede.

      Eso fortalece la autoestima y hace que nos conectemos con el presente. Podemos comprender que no tiene sentido preocuparnos por el futuro ya que no hay posibilidades de enfrentar algo que no existe, que no está sucediendo; y que si algún día sucede algo que tememos, no sabemos cómo vamos a estar en ese momento. Es muy probable que, con el paso de los años, cambiemos nuestra forma de ver las situaciones y no nos veamos afectadas por ellas.

      Por ejemplo, podemos temer perder una relación de pareja o un trabajo en cierto momento de nuestras vidas. Quizás al cabo de mucho tiempo ya no nos sintamos contentos ni tranquilos en cualquiera de esas situaciones y no nos afecte perderlas; es más, quizás hasta deseemos que eso suceda.

      Para finalizar este módulo, les comparto un relato de otra paciente, que experimentó un trastorno de ansiedad y lo ha superado. Considero que esto puede ser muy esperanzador para personas que puedan sentirse identificadas:

      Mi nombre es Rosana; comencé mi terapia psicológica sin saber que tenía un trastorno de ansiedad. Me impactó saber que era tan fácil diagnosticar la ansiedad y que mi terapeuta me dijera que era un problema fácil de curar.

      Yo vivía adelantando catástrofes desde pequeña: no me subía a una hamaca porque me podía caer. Si mi madre o mi hijo no me contestaban el teléfono, pensaba que les había pasado algo malo.

      Una noche mi hijo me llamó por teléfono, al instante oí que él decía «¡No! No!». Le pregunté inmediatamente qué le pasaba. Él me respondió que un taxi había llevado por delante a un hombre.

      Quedé intranquila. A los quince minutos lo llamé a su celular para chequear si había llegado a su casa. El celular daba apagado. Mi cabeza se disparó hacia cualquier lado; no podía controlarme; me tomé un taxi para ir a su casa. Cuando entré, él ya estaba allí.

      Le pregunté si lo habían asaltado. Y me respondió que su celular estaba sin batería y que no se había acordado de ponerlo a cargar.

      Fueron transcurriendo las sesiones psicológicas y mi mente se fue tranquilizando; aprendí a no adelantarme a lo que no había acontecido. Comencé a repetir que las malas noticias llegan muy rápidamente y que es muy poco probable que sucedan esas catástrofes que pensaba. Ahora si mi hijo no me responde el celular, antes que aparezcan esos pensamientos me repito: «Lo más probable es que se haya quedado sin batería»; «Seguro está con amigos y no oye el celular»; «Debe estar bañándose», entre otros. Trato de que mis pensamientos sean lo más positivos que sea posible. Rezo, trato de pensar en momentos lindos, en colores que me relajan.

      Y así, poco a poco fui curando mi ansiedad y limpiando mi mente de aquellos pensamientos que sólo perturban mi bienestar.

      1- Identificar y escribir los pensamientos negativos anticipatorios

      Cada vez que venga un pensamiento ansioso podemos pensar: «Éste es un pensamiento ansioso; no es verdad».

      Tomaremos distancia de lo que pensamos y, así, detectaremos los pensamientos ansiosos. De esta manera, perderán fuerza y no serán nutridos en interminables monólogos internos.

      2- Observar y registrar expresiones físicas, mentales o del comportamiento.

      Con este ejercicio podremos detectar dónde se expresa esta forma de pensar y cuáles son sus manifestaciones.

      1 Editorial El Ateneo, Buenos Aires, segunda edición, 2000.

       LA ANSIEDAD DESDE LA PSICOLOGÍA COGNITIVA CONDUCTUAL. Segunda Parte

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