Secuestro historias que el país no conoció. Humberto Velásquez Ardila
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PRIMERA EDICIÓN: DICIEMBRE DE 2020
© Humberto Velásquez Ardila, 2020
© Gato Azul, 2020
© Cangrejo Editores, 2020
Transversal 93 núm. 63-76 Int. 16, Bogotá, D.C., Colombia
Telefax: (571) 276 6440 - 541 0592
DIRECCIÓN EDITORIAL
Leyla Bibiana Cangrejo Aljure
PRODUCCIÓN EDITORIAL
Víctor Hugo Cangrejo Aljure
PREPRENSA DIGITAL
Cangrejo Editores Ltda.
DIAGRAMACIÓN
Sandra Liliana González Bolaños
DISEÑO DE PORTADA
Leonardo Aldana
FOTOGRAFÍAS
Fotos de archivo, fallas de origen
ISBN EDICIÓN IMPRESA: 978-958-5532-31-1
ISBN EBOOK: 978-958-5532-32-8
Para preservar el derecho a la intimidad e integridad personal, algunos de los nombres de los protagonistas han sido cambiados.
Las historias narradas están basadas en hechos reales vividos por el autor; sin embargo, algunos eventos han sido matizados para enriquecer su presentación.
Todos los derechos reservados, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en sistema recuperable o transmitida en forma alguna o por ningún medio electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros, sin previo permiso escrito del titular de los derechos.
Impreso por Multimpresores S.A.S.
Diseño epub: Hipertexto – Netizen Digital Solutions
CONTENIDO
1. AQUIMINDIA: ALCANZANDO UN SUEÑO
3. PRESENCIA SUBVERSIVA EN UNIVERSIDADES: UNA REALIDAD
5. LLANOGRANDE: ESCENARIO DE UN DELITO ATROZ
6. LAS FARC COMPRANDO SECUESTRADOS
7. EL DESMANTELAMIENTO DE LAS FARC EN CUNDINAMARCA
8. OPERACIÓN TRASLADO: CAPOS A CÓMBITA
9. BLOQUE CAPITAL: PARAMILITARES EN BOGOTÁ
10. SECUESTRO EN LA FRONTERA, MAICAO, AÑO 2003
11. EL ÚLTIMO SECUESTRO PERPETRADO POR ALIAS “MUELAS”
12. OPERACIÓN JAGUAR: EL LARGO VIAJE DE ERICK
13. ASÍ DESENTERRAMOS A ROBERTO
14. ERA LO MÁS PARECIDO A UNA TUMBA
EN LA VIDA SIEMPRE hay tareas que dejamos a un lado, por cumplir con las cosas urgentes del día a día. Sin embargo, todo llega a su debido momento… es así como decidí escribir este libro que durante mucho tiempo anuncié y solo ahora concreté. Pretendo registrar aquí las diferentes vivencias de las que fui testigo, en una de mis etapas como servidor público. Consideré que debía plasmar en un escrito los tiempos aciagos que vivió nuestro país, cuando en todo el territorio nacional ocurrían —en promedio— más de diez secuestros diarios, llegando a liderar el ranking mundial de esta deshonrosa clasificación. Son tiempos que no pueden volver a vivirse. Otro motivo que impulsó mi decisión fue mostrar la otra cara del trabajo que, de manera honesta y denodada, hicimos en el DAS institución que, al momento de su liquidación cumplía cincuenta y ocho años de existencia. Aplica aquí el proverbio africano que algún escritor latinoamericano ya ha citado: «Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador». Nada más cierto que este aforismo. El país solo conoció una versión sobre los hechos que llevaron a la liquidación de la institución, no teníamos el «historiador» que contara nuestra verdad, y espero con este libro comenzar a compartirla. Aspiro a que este sea el primero de varios escritos que contribuyan en algo a conocer la verdad, de forma integral.
Narro aquí algunos de los casos de secuestro, todo sobre hechos reales, en donde se evidencia cómo la sociedad colombiana, en la década de los 90 al 2000, soportó con estoicismo la pérdida de sus derechos y libertades, ante el incremento de esta práctica ilegal de financiación, elegida por los grupos armados como método para conseguir dinero. El libro inicia con la formación que recibíamos como detectives en Aquimindia, la gran escuela que ha quedado hoy en el olvido para luego adentrarnos en las historias, narradas desde el ángulo de quien las vivió buscando la libertad de los secuestrados, con total realismo e intentando transmitir de manera objetiva el lado humano, tanto de los investigadores como de las víctimas de este flagelo, sus familias, los métodos y prácticas investigativas y de inteligencia que se mezclaban para lograr un propósito que, tristemente, no siempre culminó con un final feliz.
Constantemente aparecen en la narración los detectives del DAS y los soldados de Colombia, con quienes formamos un solo equipo, unidos para salvar vidas e intentar que la tenebrosa y mal llamada «industria del secuestro» en el país se redujera hasta controlarla. Mi reconocimiento a la labor de todas aquellas personas a quienes conocíamos como «fuentes