Secuestro historias que el país no conoció. Humberto Velásquez Ardila
fiscal llamó a imputación de cargos a las diferentes personas que teníamos identificadas, como al tío del plagiado, al mensajero que llevaba razones entre ellos, a la profesora Cristina —que nunca apareció—, entre otros. A los seis meses, desde la cárcel nos informaron que el cabecilla y otro de los capturados habían intentado fugarse por las cañerías de la cárcel nacional La Modelo, pero que afortunadamente habían sido detectados y se había frustrado la fuga. Y allí siguieron por un largo tiempo.
Fue un gran operativo, donde triunfó la sagacidad de los investigadores, en el que cualquier error habría conllevado a un desenlace fatal y donde venció la persistencia en sacar con vida a un secuestrado. ¿Cuánto perdió la guerrilla? No lo sabemos. Imagínese el riesgo tan grande con este operativo, no solo físico, sino jurídico y mediático. Todo esto pasa en la investigación y rescate de un secuestrado.
Las historias que he contado —y otras que contaré— son la forma como se mueve un rescate, como se asumen riesgos, se llega hasta el límite; hay una incertidumbre grande de pérdida… o de ganancia.
El secuestrado retornó sano y salvo a su hogar, con su padre, con su señora madre, con los suyos. Nos hicieron un agasajo, una misa, luego una comida espectacular, y alguno que otro reconocimiento, pero el premio más grande fue el triunfo moral, el triunfo interior que nadie puede quitarnos, el haber salvado una vida, evitando así que unos bandidos lograran su cometido. Eran épocas de Ramiro Bejarano como director DAS.
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