Saliendo de tus círculos viciosos. Matías Azarola

Saliendo de tus círculos viciosos - Matías Azarola


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      Todo problema, más allá de sus particularidades, se mantiene estable cuando evitamos enfrentarlo o cuando no dejamos ir aquello que es irremediable.

      Los problemas suelen estar compuestos por distintos elementos, algunos modificables y otros no. Enfocate en las cosas sobre las que tenés control y aceptá el resto.

      En el siguiente cuadro aparecen algunos ejemplos:

Cosas que puedo controlarCosas que no puedo controlar
Lo que hago.Lo que digo.Mi esfuerzo.Elección de metas y valores.Las acciones de los demás.Los sentimientos de los demás.Los pensamientos de los demás.Contingencias de diversa índole.

       La acción: Trabajar para resolver

       “No importa la lentitud con la que avances, siempre y cuando no te detengas”

       -Confucio-

      Como mencioné anteriormente, la mayoría de las veces los problemas que padecemos se mantienen estables, debido a que postergamos enfrentarlos por miedo o incomodidad.

      ¿Quién no ha pasado meses soñando que cierta dificultad no estuviera? O, tal vez, fantaseando que encontraría la respuesta a aquello que lo angustia de casualidad, a la vuelta de alguna esquina. Todos hemos pasado por situaciones como éstas, y creo que, por lo menos en mi caso, nunca apareció una solución mágica. Entonces, ¿Por qué actuamos de esa manera? Puede ser debido a que no nos sentimos preparados para enfrentar la situación. Pensamos, por ejemplo, que para hacer algo que nos atemoriza, primero debemos dejar de temer; o, si nos faltan ganas para emprender un proyecto, deberíamos encontrar suficiente motivación para comenzar el trabajo real.

      El pensamiento que se encuentra en la base de estas postergaciones es:

       //Para perseguir mis metas debo sentirme preparado, y mis emociones y sentimientos deben estar en sintonía//

      Esquemáticamente, se ve de esta manera:

      Tengo Valor ------ luego ------> Enfrento el problema

      Tengo ganas ------ luego ------> Actúo

      Estos pensamientos provienen del sentido común y, debido a esto, es tan difícil de cuestionarlos, ya que se presentan como obviedades. Sin embargo, crean el inconveniente de que se agrega un problema al problema: si antes teníamos que llegar a una meta, ahora tenemos que conseguir el recurso anímico (paso 1) y luego lograr nuestro objetivo inicial (paso 2)... y así nos vamos distanciando cada vez más de nuestros deseos. Como consecuencia, nos sentimos mal por dos razones: no conseguimos alcanzar lo que queremos y nos apenamos por no contar con lo que hace falta para alcanzarlo.

      Un inconveniente adicional de esta postergación, es que mientras más evitamos enfrentar nuestros problemas, suelen volverse más difíciles de resolver. ¿Quién no dejó los platos sucios de la noche anterior, y luego, casi mágicamente, se acumularon y fue necesario más determinación para empezar a limpiar? ¿O la ropa sucia? ¿O los intereses que se acumulan al no pagar en fecha las deudas? Así, quedamos atrapados en una espiral donde, al evitar enfrentar el problema, éste se vuelve más y más complejo. El esquema es el siguiente:

      Ahora bien, si estamos atentos a lo que nos dice la experiencia, podremos notar que:

      Ni las ganas vienen solas, ni los miedos se desvanecen espontáneamente, sin antes actuar. Si esperamos al “momento ideal”, seguramente pasaremos nuestras vidas postergando, viviendo en nuestros sueños en vez de hacerlos realidad.

      No existen situaciones perfectas, sólo existen las reales; y son las únicas sobre las que podemos decidir actuar (o no).

      En este punto, vamos entendiendo que las dificultades sólo se superarán cuando nos pongamos en marcha. Tomamos los miedos, dudas y desganos y los llevamos con nosotros en el camino hacia nuestros sueños.

       //El camino para superar las adversidades es actuando sobre ellas//

      La solución se debe buscar en el presente, no en el pasado. El pasado puede llevarnos a comprender cómo llegamos hasta donde estamos, pero jamás nos sacará del problema.

      Si no cambiamos de enfoque terminaremos enredados y dando vueltas, buscando el inicio de nuestro malestar sin que nada cambie. Las soluciones deben buscarse de cara al presente, descubriendo las herramientas que tenemos para solucionar nuestros problemas, armando un plan de acción y poniéndolo en práctica.

      Nos viene quedando claro que, para poder resolver los problemas, debemos dejar de evitarlos y comenzar a actuar. Pero ¿Cómo avanzar donde antes no pudimos?

      Sabemos que el miedo o el desánimo pueden paralizarnos. Romper la inercia y enfrentar los problemas no siempre es fácil. De hecho, la mayoría de las veces las personas tenemos un conocimiento acertado de la fuente de nuestro malestar y de la mejor forma de resolverlos. No obstante, solemos recurrir a psicólogos, amigos y consejeros en busca del “cómo” llevar adelante nuestro deseo. El problema no resulta de lo que debo o no hacer, sino en cómo llevarlo adelante.

      Para salvar estas dificultades existen dos técnicas que resultan de gran utilidad para romper la inercia que nos mantiene inactivos y estancados. Ellas Son:

       “Un viaje de mil millas comienza con el primer paso”

       -Lao Tsé-

      Algunas veces nos cuesta salir de la zona de confort y vemos el proceso de cambio como muy difícil o pensamos que requerirá grandes cantidades de esfuerzo. Es por ello que tendemos a posponer la puesta en práctica de soluciones y nos quedamos estancados en el pensamiento, ya sea buscando culpables, justificando nuestro malestar o rumiando sobre el comienzo o el por qué estamos pasando por esto.

      La inercia es difícil de romper. Sin embargo, podemos empezar a llevar cambios en nuestra vida si lo hacemos de forma gradual. Aunque es cierto que la mayoría de los problemas en que nos estancamos son complejos, podemos, con pequeñas modificaciones graduales, llevar adelante una transformación extraordinaria. Los pequeños cambios a modo de cascada suelen romper la inercia y movilizar una reacción en cadena, llegando a modificar nuestra situación a gran escala.

      Lo que buscamos mediante esta estrategia es facilitar que tus metas sean accesibles sin demasiado esfuerzo y dolor, incorporando a la rutina pequeños cambios que se traducen en grandes resultados.

       //Para ganarle la batalla a un problema que parece superar nuestra capacidad, debemos dividirlo en problemas más pequeños y fáciles de abordar//

      Aquí la frase “divide y triunfarás” se aplica perfectamente a tus problemas. Cuando sean lo suficientemente grandes para vencerlos, buscá dividirlos y abordarlos por partes gradualmente.

      Las grandes dificultades se presentan frente a nosotros como enormes muros imposibles de sortear. Intentamos tomar más y más distancia para dar un salto lo suficientemente alto para llegar al otro lado, pero seguimos dándonos contra la pared. Sin embargo, si aprendemos a mirarlos de cerca, notaremos que todo problema se encuentra compuesto por pequeños eslabones que podremos romper poco a poco.

      Debemos aprender a mirar de cerca los problemas, de forma que podamos divisar detrás de su fachada sólida y compacta las múltiples fracciones que lo componen, atacando al problema de a partes y superando la dificultad de forma amena, sin demasiado esfuerzo.


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